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Razonando lo razonable

JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA

Domingo, 19 de mayo 2019, 10:06

Al final solemos hacer lo razonable después de haber intentado todo lo demás. El comportamiento de los secesionistas catalanes en la elección de Miquel Iceta como senador autonómico es la prueba de que todavía están intentado todo lo demás. Lo razonable hubiera sido respetar la decisión del PSC de proponer el senador autonómico que le corresponde, por cuota, en función de los votos populares obtenidos.

Hay consensos que deberían estar fuera del debate partidario convencional, y algo va mal cuando entran a formar parte de él. Por ejemplo, en 2011, por decisión del PP, los diputados de ERC en el Congreso quedaron excluidos de la Comisión de Secretos Oficiales. Cuando se produjeron las votaciones, los socialistas apoyamos la permanencia de ERC en la Comisión, sin que se nos ocurriera pedirles nada a cambio. Por supuesto no estábamos, ni estamos, de acuerdo con ERC en asuntos fundamentales, pero no se nos ocurrió chantajearlos, y votamos a su candidato. En 2017 el PP hizo lo razonable y permitió que ERC volviera a la Comisión de Secretos Oficiales.

Ahora, en el Parlamento de Cataluña, los secesionistas actúan contra los socialistas de la misma manera que los populares actuaron contra ellos en el Congreso de los Diputados. Como ahora le ocurre a la dirección de ERC, también entonces la dirección del PP tenía un arsenal de excusas, pero ninguna les da derecho a privar a los socialistas y a sus votantes de la representación en el Senado. Una arbitrariedad aprobada en votación sigue siendo una arbitrariedad. Los secesionistas usan su mayoría para forzar la ley y vulnerar la democracia. Y no es una excepción, sino un método. El secesionismo catalán tiene una malsana afición a votar para cercenar los derechos de las minorías, y el respeto a las minorías define el carácter de una democracia tanto como el voto.

Durante los años que fui diputado me tocó votar en muchas ocasiones, ya fuera para las mesas del Congreso y de las comisiones, o para órganos como la Comisión de Secretos Oficiales, a personas cuyas ideas no compartía, pero que tenían derecho a formar parte de esos órganos. Votar a esas personas, incluso cuando mi voto era secreto, iba más allá de la cortesía parlamentaria, lo hacía por respeto a un principio democrático más elevado. Y ese siempre fue el comportamiento de la inmensa mayoría de los diputados y diputadas con los que coincidí a lo largo de cinco legislaturas.

Por eso estos días me gustaría poder encontrarme con algún diputado de ERC de los que voté en alguna ocasión y decirle, como le dije más de una vez: no te haces una idea del daño que estáis haciendo, no a Miquel Iceta, no al PSC o al PSOE, que es lo de menos, sino a la convivencia democrática entre millones de personas. Es verdad que no son los únicos, es verdad que su juego necesita más jugadores, y no les han faltado. Muchas veces me pregunto si unos y otros no tendrán una madre con Alzheimer, un hijo en el paro, un hermano enfermo, no sé, algún problema de adulto, de esos que atraviesan todas las fronteras, las vallas, las tapias y los muros.

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