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Esta semana, concretamente el miércoles 24 de marzo, se cumplieron cuarenta y cinco años del golpe de Estado incruento que desplazó a María Estela Martínez ... de Perón, popularmente conocida como Isabel de Perón, 'Isabelita'; el golpe estaba planeado al milímetro desde meses atrás, desde que Isabel se quebró físicamente en septiembre de 1975 y entregó interinamente la presidencia al justicialista Ítalo Lúder, cuyo mandato fue fugaz, porque ella, una lauchita de sólo cuarenta y tres kilos, retornó en octubre para intentar frenar la debacle asesina sancionada por Lúder en los decretos de aniquilación, y propiciada solo un año antes, nada más morir Perón, por López Rega, 'el brujo', y su entorno. Isabel engañaba y era engañada. Posaba de mujer suave y dulce, pero cuando podía jugaba a dominadora, y así lo hizo hasta que la magistratura presidencial fue golpeada brutalmente por el terrorismo peronista: los montoneros, por el terrorismo comunista: el ERP, Ejército Revolucionario del Pueblo, pero sobre todo la Triple AAA, Alianza Argentina Anticomunista, avalada por fuerzas militares entremezcladas con miembros de la Seguridad Nacional del Estado que empezaron a secuestrar en Ford Falcon con carrocería negra. Los vuelos bendecidos de la muerte y las torturas en la Escuela Mecánica de la Armada vendrían después. En las navidades del 75, el general Videla, principal ideólogo del sangriento proceso de Reorganización Nacional, que costaría a la República treinta mil desaparecidos, pronunció un discurso en el que emplazó a la presidente a reestructurar el país en tres meses. Isabel desconocía, o dijo después desconocer, los planes exterminadores de aquellos ángeles del infierno, que aparte de Videla eran Massera, Viola, Galtieri, e incluso Bignone. Reacia a pactar su salida con el líder radical Ricardo Balbín o con el conservador Óscar Alende, fue abandonada por la multipartidaria e ignorada por los líderes naturales del sindicalismo; entonces Isabel se cobijó en una corrupta CGT que 'se borró' a la hora de defenderla. Sus consejeros y ministros, desde Lastiri a Mondelli, simbolizaban un aquelarre moribundo partícipe del caos. Y para colmo desafió al Congreso: «Me voy a convertir en la mujer del látigo», gritó de forma histérica a la bancada opositora. En la madrugada del 23 al 24 de marzo, cuando su helicóptero fue interceptado y desviado a Aeroparque Newberry y ella arrestada, Isabel pregunto: «¿Y ahora qué, me van a fusilar?».
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