Miguel Bosé y la droga dura
VOLTAJE ·
Bosé no está bien, y es probable que necesite una evaluación psicológica urgenteLa emisión de la segunda parte de la entrevista a Miguel Bosé en el programa de Jordi Évole ha enfatizado la inquietud de contemplar a ... una persona que no está bien. En el primer tramo, el programa se centró en los asuntos más personales de una biografía tan especial y, en el segundo, se habló de sus dislocadas opiniones sobre la pandemia que no se muestran como tal, sino con el convencimiento absoluto de teorías que no tienen ni pies ni cabeza, y que implican un pacto mundial diseñado por magnates y apoyado por los medios de comunicación, lo cual imagino que incluye a este periódico, o incluso a mí mismo. Apenas se habló de materia artística, que es de lo que este cantante podría tener algo interesante que aportar, pero quedó claro que una infancia que en el fondo ha sido desgraciada y un éxito mal dirigido puede descarrilar por terrenos de decrepitud intelectual y emotiva que se transforman en una fábrica de seres incapaces de querer a los demás. Lo dijo el propio Miguel (que no Bosé), en una confesión inédita: es mejor ser mi perro que ser mi novio.
Tal y como hacen muchos artistas, el cantante asume una división ciclotímica entre la persona, Miguel, y el personaje, Bosé (recuerdo ahora un titular prodigioso: «Amo a Laura, pero odio a Chenoa»). Miguel admitió haber pasado años enganchado a las drogas, cocaína, éxtasis y en general cualquier sustancia que estuviera a menos de tres metros a la redonda, y al «sexo a lo bestia», que suena fatal. Tantas décadas de desbarre habrán traído consecuencias psicológicas a la larga en su mancillado cerebro, pero las sustancias no justifican por sí solas una actitud paranoica de semejante calibre en este miembro de una familia, digamos, tan singular. Algunos comportamientos, ya sea por la educación, el ambiente o la genética, tienen muchas veces un factor de herencia. Por eso vemos a familias enteras inclinadas hacia la excentricidad, la ansiedad o, en los casos más graves, a la locura.
Esto no significa que todos los negacionistas tengan taras mentales, porque si hay algo que nos enseña la vida es que puedes encontrarte a personas muy inteligentes en los lugares más insospechados. Pero su forma de hablar, sus histrionismos y los convencimientos en asuntos que están tan lejos de la lógica y de la razón delatan que Bosé no está bien y que es probable que necesite una evaluación psicológica urgente. Y luego está lo de su voz, de tintes psicosomáticos, que añade más drama a esta ecuación. Un cantante sin voz es como un pianista con las manos cortadas. Por lo demás, las opiniones de este señor sobre la pandemia no aportan más que morbo ante el mito caído y preocupación por su salud mental a todos los que le hemos bailado.
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