José Luis Arranz, los valores y el valor de la Iglesia
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Esta semana que termina ha fallecido José Luis Arranz, que trabajó en SUR en la sección de cierre. José Luis formaba parte de esos periodistas ... que no se ven, que no firman, que están en las redacciones para que el periódico llegue impoluto a la rotativa. Son compañeros imprescindibles y están a la que saltan si hay una noticia de última hora. Arranz fue un gran profesional, pero sobre todo, fue una gran persona. Era un católico que ejercía como tal, sin estridencias, pero con una fe inquebrantable. Su vida personal y profesional estaba marcada por sus creencias, porque era un hombre especialmente sencillo, bondadoso, que se guiaba por los valores de la Iglesia.
Y es aquí donde hay que pararse para reflexionar sobre estos valores. Actualmente, hay una corriente dedicada a señalar lo que podríamos denominar pecados de la Iglesia. Que los hay. En concreto, se está dando la sensación de que es una secta de pedófilos. Es cierto que hay casos y que por desgracia los seguirá habiendo en el futuro y que por supuesto deben ser condenados. Eso es sencillamente repugnante. Pero este hecho no debe ocultar la labor que se hace desde la Iglesia. También se le echa en cara el patrimonio que atesora, sin que se tenga en cuenta el mantenimiento de los templos y lo que repercute a nivel turístico a las ciudades donde se encuentran. O la opulencia de su jerarquía, cuando, por ejemplo, al obispo de Málaga, Jesús Catalán, no se le conoce ninguna vida asociada al lujo, sino más bien todo lo contrario. Pero poco se dice de la labor social que hace.
Qué sería de este país sin la labor asistencial que realiza Cáritas, gracias a la cual sobreviven miles, sí, miles de familias. Y conforme a la doctrina de la Iglesia al que llega a pedir ayuda no se le pregunta de dónde viene, cuáles son sus creencias religiosas o a qué se dedica. A los que demagógicamente hablan de los lujos de la Iglesia se les olvida hacer referencia a los miles de curas y monjas que viven de una manera sencilla en sus parroquias o conventos. No pueden vivir con menos dinero. Los párrocos, más allá de oficiar las misas, se desviven además por solucionar los problemas de sus vecinos, ayudándoles a buscar trabajo, a pagar facturas que no se queden sin servicios básicos como la luz, el agua o la propia vivienda. Tienen fama de ser unos pedigüeños, pero se olvida que en la mayoría de los casos piden para ayudar a los más desfavorecidos. Que los hay y muchos.
Hay una extensa red de catequistas también que de manera voluntaria preparan a los niños para recibir la Primera Comunión, para difundir en definitiva los valores de la Iglesia, sobre los que cimentó la civilización occidental, que aunque huelga decirlo, es la más respetuosa con los derechos humanos del mundo. Hoy día, la sociedad es más hedonista, se ha apartado de la espiritualidad y a la vista están los resultados. El egoísmo campa por sus anchas, cada vez hay menos valores y más faltas de respeto hacia los demás, entre otros, a los creyentes, a los que se les intenta ridiculizar a veces con performances sin gracia que lo único que buscan es reírse de personas que profesan la religión católica. Como si ser católico fuera algo para avergonzarse.
Afortunadamente, hay libertad religiosa y cada ciudadano puede profesar la religión que desee. Si lo desea. Lo que no se entiende es que se critique a la Iglesia porque sus postulados no concuerdan con otros, por querer que comulguen con ruedas de molino. Eso es lo mismo que querer obligar a un comunista convencido a que sea liberal o viceversa. Allá cada cual. Pese a todo, la Iglesia sigue estando ahí. No hay que olvidar que es una institución que acumula ya más de dos mil años de antigüedad. Por algo será. No deben ser tan despreciables sus valores, la labor que desempeña gente como el padre Cacho, siempre al lado de los más desfavorecidos o como los miles de curas y monjas a los que antes hacía referencia que se vuelcan siempre en ayudar a los que lo necesitan.
¡Ojo! Para ser buena persona no hay que ser cristiano, pero un verdadero cristiano siempre es una buena persona. Por eso, una sociedad basada en los valores cristianos es una buena sociedad. Y ese es el valor que tiene la Iglesia. Por eso es muy importante defenderla ante los ataques injustificados que sufre. Por eso hay que darle las gracias a esos miles de católicos que ponen en vigor los valores de la Iglesia en su día a día más allá de que vayan o no a misa. Gente como José Luis Arranz, todo un ejemplo de vida...DEP
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