Borrar

Currículum oculto en una pantalla

Domingo, 13 de octubre 2019, 09:53

Escribo en la mañana de viernes. La prensa de hoy se hace eco, en unas ocasiones con indisimulada alegría, y en las más con pesadumbre, del fiasco de la campaña en las redes contra el programa 'El hormiguero' por la emisión de una entrevista al líder, que no nombraré, de ese partido de extrema derecha que tampoco nombraré. Resulta que, a pesar del boicot, o gracias al mismo, la entrevista de anoche fue un rotundo éxito de público. En fin, que si el boicot funcionó como esperaban quienes lo promovieron, y redujo el número de espectadores, es para preocuparse, y si les salió el tiro por la culata, y aumentó el número de espectadores, dando visibilidad al programa, para preocuparse todavía más.

Resulta muy difícil conocer de manera rigurosa cuál de los dos mecanismos ha funcionado, pero la prensa de esta mañana de viernes se muestra partidaria, en general, de atribuir el éxito del programa de anoche al boicot al mismo. Las paradojas le suelen resultar más interesantes al cerebro humano que las obviedades. Y la prensa, al igual que quienes la consumimos, estamos prisioneros de ese rasgo de nuestro cerebro. De modo que hoy la noticia es, por un lado, que el líder de extrema derecha ha tenido una importante audiencia y, por el otro, y casi más importante, que la estrategia de boicot, al menos aparentemente, ha fracasado. Prohibir puede ser la mejor convocatoria.

Lo que nos lleva a una paradoja más relevante si cabe: ¿cómo debemos defender la democracia de quienes quieren menoscabarla por procedimientos democráticos? ¿Negándoles los derechos democráticos? ¿Impidiéndoles que hablen? ¿Boicoteando a los medios que los muestran con independencia de cómo los muestren? El mensaje que parecen traer esta mañana los medios de comunicación es que ese tipo de estrategias alimentan lo que pretenden destruir. Sin embargo, ¿no deberíamos evaluar esas estrategias, además de por sus resultados, por los valores que las inspiran? De igual modo que los Estados democráticos vencen al terrorismo desde el respeto a la legalidad democrática, y sin convertirse ellos mismos en terroristas, los demócratas podemos vencer a quienes quieren reducir nuestras libertades democráticas sin tener que limitar las suyas, mientras actúen legalmente. Los enemigos de la democracia crecen con las incoherencias de los demócratas, y lo saben.

En mis tiempos de estudiante de Sociología de la Educación leía sobre el llamado currículum oculto, es decir, sobre las cosas que se aprenden en la escuela y no vienen en ningún programa. Cosas buenas y malas, liberadoras y opresoras, pero siempre subliminales: la disposición del espacio, la autoridad, la disciplina, el compañerismo. Quizá el mayor daño a la democracia no lo haga una entrevista, no complaciente, a un nostálgico de la dictadura, sino todo ese currículum oculto de banalización, griterío y falta de respeto que preside algunos programas dedicados a la política. Todas esas prácticas son, paradójicamente, tan llamativas como poco visibles, en su oculta función de degradar la convivencia democrática.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Currículum oculto en una pantalla