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LA ROTONDA

Expertos en la zozobra

Pedro Luis Gómez

Sábado, 22 de abril 2017, 10:50

Decía Jorge Guillén, sentado en la terraza de su piso del paseo marítimo Ciudad de Melilla, cuando aún La Malagueta no tenía playas, que hay gente a la que le gusta vivir en tiempo de zozobra de forma continuada y permanente. El sosiego, el ánimo o la calma son estadios que a ninguno de estos expertos en la zozobra les interesa, es más, ni siquiera conviven cómodos así. En pleno oleaje, los navegantes que buscan el hundimiento del Titanic sin que haya siquiera una mota de hielo en el mar son provocadores natos para levantar la calma y si es posible, destrozarla. El problema es que hay quienes alientan a los profesionales de la zozobra con actitudes, declaraciones y actuaciones, sobre todo desde el campo de la actividad pública, que para nada son ni alentadoras ni edificantes. En el camino de las desgracias siempre hay quien se aprovecha de las lágrimas, y eso es lo que ocurre. La regeneración de la vida política patria se está haciendo a machacamartillo, con muchos pecadores, pero con muchísimos más justos que ven, atónitos, cómo les puede salpicar la miseria humana. Ver actitudes de dirigentes de altos cargos que han utilizado para beneficio propio una actividad tan hermosa como la actividad política entendida como servicio público da sonrojo a quienes creemos en los conceptos básicos en los que se ha edificado este estado de derecho que con todos sus problemas y débitos ha llevado a este país a cotas inimaginables de bienestar y progreso. Ocurre que cuando los sinvergüenzas de turno aparecen en el entramado, dan pie a que también entren en el mismo los que quieren cargárselo todo de un plumazo, y entonces asistimos a los tiempos de zozobra a los que se refería el poeta vallisoletano, el mismo que en su poema Inferno escenificaba lo que le decía Virgilio a Dante: «». Ocurre que lo mismo que el mal de muchos es consuelo de tontos, pensar el ladrón que todos son de su misma condición es también una pifia de consecuencias inimaginables. Los que pensamos que el sistema en el que vivimos es el mejor de los posibles tenemos que luchar por mantener tal teoría, pero a la vez también hay que enfrentarse a quienes intentan pescar en los ríos revueltos para beneficio propio. Ni un individuo es un partido, ni una idea de alguien en concreto tiene que ser una ideología, ni por supuesto tenemos que comulgar con las ruedas del molino que trata de decirnos que la corrupción en Cataluña es menos corrupción porque «España nos roba». Ni La Legión rompe el laicismo de los hospitales públicos, ni porque haya un autobús pintado con chorradas hay que responder con otro lleno de caricaturas. Ni este país es una mierda ni quienes lo dicen pueden hacerlo impunemente. Hay mucho profesional de la zozobra. El problema es saber distinguirlos y mantener la calma. Pese a quienes piensan lo contrario, las instituciones y el estado de derecho funcionan, aunque a veces tarde y en ocasiones regular, pero funcionan. Y a quien lo haga, que lo pague. Se llame como se llame.

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