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LA SERPIENTE MULTICOLOR SIN TREN NI TRANVÍA

CALLE ANCHA FRANCISCO MOYANO

Martes, 11 de abril 2017, 19:11

UNA vieja canción dedicada a la ciudad colombiana de Santa Marta contaba con un pegadizo estribillo que dice Santa Marta tiene tren, Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía. Sería fácil y recurrente hacer una adaptación, quizás carnavalesca, donde se testimoniase que Marbella nunca tuvo tren ni tampoco tranvía y, al paso que vamos, los expertos en la materia tienen tanto que estudiar el o los posibles proyectos que algunos recordamos un ilustrativo título cinematográfico: de aquí a la eternidad. Esta semana es tiempo de Pasión, con la mayúscula que requiere referirse al suplicio de Jesús, pero puede encuadrarse también en una época de pasión, con minúscula, que es la que, desde hace décadas llevan pasando las localidades de la Costa, especialmente Marbella y Estepona, ante las muchas promesas del tren, con puesta en escena incluso por parte de un presidente, longevo en el cargo y antiguo ministro de trabajo, Manuel Chaves. Desde entonces, cuando estaba a punto de comenzar el siglo, el interés de la Junta por el tren, al menos en la ejecución del proyecto, es evidente que ha decaído y el balón permanece en el tejado del Gobierno Central que, a veces, en titulares informativos se confunde con Estado. Dirigentes del Partido Popular se congratulan que, el hecho de contemplarse, aunque sea de una manera alarmantemente raquítica, en los presupuestos generales del Estado, es un signo de que el proyecto sigue adelante. El Alcalde de la capital, de acuerdo con reiteradas declaraciones, seguramente no será tan optimista. Pero el título de este artículo alude a una serpiente multicolor. Lo justifico. El treinta de marzo de 1969 -han pasado 48 años- salió a la calle por primera vez la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia a su Entrada en Jerusalén, sin que entonces contase con la Virgen de la Paz y Esperanza; naturalmente la prensa de la época recogió en sus páginas el acontecimiento del debut de La Pollinica y destacaba que en el mismo momento de la salida, a eso de la una de la tarde de aquel domingo, una serpiente multicolor se estiraba desde la Alameda formada por una caravana de al menos dos kilómetros de coches a marcha lenta, casi unidos al rodar, procedentes de Málaga. Y el periodista resaltaba que, desde el jueves anterior, se venía produciendo esa masiva llegada, de manera que aseguraba que casi un millar de suecos habían arribado mediante aviones fletados especialmente para lo ocasión, además de haberlo hecho también norteamericanos, franceses, alemanes e ingleses. Todos ellos no pudieron entrar en Marbella más que por la única carretera existente, de dos carriles, uno en cada sentido. Ya empezaba a mostrarse colapsada con frecuencia. Casi medio siglo después, nuestros visitantes cuentan con casi semejante carencia de alternativas; de acuerdo que ahora existe una autovía (con sus clamorosas deficiencias) y una autopista, que no es ningún tipo de solución porque es una vía a prueba de bolsillos, la constatación de que para sufrir un atraco no hay necesidad de que te encañonen; habitualmente desorbitada en la tarifa, buena parte del año es temporada alta: el verano y la Semana Santa y Navidad, que además duran dos semanas cada una de las etapas festivas y se encarece hasta casi el doble. Cada vez que la autovía se corta por algún accidente, surgen las voces pidiendo la liberalización, pero simplemente claman en el desierto y chocan con la sordera crónica de la Administración. Y mientras tanto mareando con el tren, ante el que cada vez somos más escépticos. Esto en un país donde cientos de kilómetros de autopistas no tienen circulación y hemos tenido que asumirlas todos los contribuyentes o tramos de ferrocarril se han generado por conveniencia política y son deficitarios para siempre. Como se decía castizamente, parecen que nos toman por el pito de un sereno. Con lo que destinan en los presupuestos al tren puede que haya para montar un tren eléctrico de juguete o una atracción de feria del tipo tren de la muerte o tren de la bruja.

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