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A CADA UNO LO SUYO

'Hazte oír', háztelo mirar

Ningunear y despreciar a los transexuales es algo propio de malas personas

PEDRO MORENO BRENES

Domingo, 5 de marzo 2017, 10:25

Un autobús de la entidad 'Hazte Oír' recorría hace poco las calles de Madrid con el siguientes mensaje: «Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo». El que suscribe aprendió bien en la facultad lo del derecho penal como última ratio, y en consecuencia, no soy partidario de ir con el Código Penal dando mandobles en defensa de toda causa justa, pero tampoco procede mirar para otro lado ante estos ataques a la dignidad de otros conciudadanos. La antipatía frente a estas aptitudes no impide que vea excesivo hablar en este caso de incitación al odio y a la discriminación contra las personas que ejercitan su identidad sexual (algo tipificado en el artículo 510.1 a) del Código Penal), pero creo que merece la pena analizar si han incurrido en la acción castigada en el 2.a) del mencionado texto legal (lesionar la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito de alguno de los grupos a que se refiere el apartado anterior por razón, entre otras, de la orientación o identidad sexual de sus componentes). Tengo claro que negar a alguien su identidad de género implica menoscabar su dignidad y su legítimo rechazo a llevar una vida totalmente contraria a lo que sienten.

La transexualidad no es algo de ahora y a lo largo de la historia ha encontrado integración, y las más de la veces, rechazo y represión. Una persona se siente en cuanto al género no solo con los órganos genitales externos en el momento del nacimiento. Somos más que carne, huesos y sangre, y en nuestra identidad de género incide también el plano psicosocial (Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencias de la Gran Sala de 11 de julio de 2002, en los casos Christine Goodwin contra el Reino Unido). Las personas transexuales quieren vivir y recibir aceptación como parte del género con el se identifican. ¿Tanto piden? Pues exactamente lo mismo que los que no somos transexuales y que ni en la peor de nuestras pesadillas podríamos imaginarnos el sufrimiento de adultos, niños y niñas, que tienen que vestir y comportarse como lo que no son. Hay que recordar que la 'Clasificación Internacional de Enfermedades' de la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad como una enfermedad mental en 1990 y en 2011, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas adoptó la Resolución 17/19, relativa a derechos humanos, orientación sexual e identidad de género.

Hace unos meses tuve el honor de presentar el libro de un amigo, profesor y compañero en la UNED, Juan Gavilán, sobre la infancia y la transexualidad. Me gustaría que el lector hubiera podido presenciar ese ejemplo supremo de naturalidad y gratitud de estos niños y niñas y de sus padres. Ningunear y despreciar a estas personas es algo propio de malas personas y desde luego nadie que se llame católico debería de apoyar actos tan viles. En vez de 'Hazte Oír', háztelo mirar.

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