MUJER EN EL JARDÍN
JOSÉ MANUEL SANJUÁN
Viernes, 23 de diciembre 2016, 09:23
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JOSÉ MANUEL SANJUÁN
Viernes, 23 de diciembre 2016, 09:23
¿Se imaginan cuántos cuadros llevan ese título? Tema recurrente en la pintura naturalista y simbolista de finales del siglo XIX y comienzos del XX, un recorrido a vuela pluma nos trae a la memoria los lienzos de Claude Monet "Mujeres en el jardín" (1867, Museo del Louvre, París); con idéntico título, Cecilio Pla (h. 1910, Museo Carmen Thyssen, Málaga); Francisco Iturrino "Señora en el jardín" (Colección particular) o Joaquín Sorolla "Mi mujer y mis hijas en el jardín"(1910, Colección Masaveu). Pero en esta ocasión no vamos a tratar dicho asunto que tanta literatura y estudios ha suscitado, ni siquiera analizaremos un cuadro determinado, sino su equivalente escultórico: una figura femenina, solitaria y desapercibida, emplazada, para más señas, en un recoleto palmeral ubicado en la isleta que bifurca las calles Nuestra Señora de Gracia y Nuestra Señora del Pilar, en Marbella, frente al Faro y flanqueada por una pizzería y una heladería.
Alzada sobre un túmulo de piedras a modo de rústico pedestal (acertado, por otra parte), la mujer está sentada como una bañista, orientada hacia el sur, mirando al mar, con un rostro que, sin embargo, carece de rasgos fisonómicos, acorde con el resto del cuerpo, estilizado y sometido a un riguroso proceso de abstracción donde tan solo los senos incipientes y una estrecha cintura permiten identificar el sexo del personaje. Despojada, asimismo, de brazos y pies, su estilo no presenta una concepción geométrica o mecanicista, sino que mantiene la impronta orgánica, rasgo apreciable en el modelado de las formas, sinuosas y redondeadas, y en el tratamiento del metal, ajeno a sutilezas y bruñidos, donde el escultor deja su huella manual mediante evidentes cinceladas y raspaduras. En concreto, el muslo derecho presenta estas señales de aliento vital además de la autoría, "Aymerich 83", que corresponde al pintor y escultor madrileño Ramón Aymerich, artista multidisciplinar con casa-taller-refugio en Ojén, y el año 1983, fecha en que concurre la VII Bienal Internacional de Arte de Marbella, para la que esta obra, en versión reducida, sirvió de símbolo institucional en una edición múltiple de 500 ejemplares.
Poco importa ahora que desconozcamos su nombre (que sin duda lo tiene, y así constará registrado en los correspondientes archivos municipales); lo fundamental es que apreciemos y valoremos nuestro patrimonio artístico diseminado por edificios, calles y plazas: por supuesto mediante las necesarias acciones reivindicativas, aunque también, y mucho más sencillo, con nuestra mirada curiosa, ya sea tomando una pizza o un helado.
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