Hasta el rabo todo es toro

Es cierto que la contrarreloj de hoy es de una distancia inusual para ser la Vuelta a España. Apenas 9,7 kilómetros, que desde luego no van a decidir gran cosa con la general tan definida. Pero, como dice el refrán, hasta el rabo todo es toro. Y es que cualquier percance en forma de caída, y más en un trazado urbano, te puede mandar para casa. Hoy, como cualquier día, hay cierre de control y cualquiera que llegue con más de dos minutos de retraso se va para casa. En la última etapa. Tendría triste gracia. Sobre todo, será especialmente peligrosa si aparece la lluvia. Pero bueno, salvo sorpresa mayúscula, hoy acabaré mi cuarta Vuelta a España. Ayer fue el último gran obstáculo para esa llegada final, y lo cierto es que tengo que admitir que fue un mal día. Pasé mala noche, apenas dormí y eso cuando llevas 20 jornadas de competición es una condena. Así que desde el principio noté que el cuerpo acusaba esa falta de descanso, y las sensaciones, obviamente, eran muy mejorables.

En el Alto de Folgueiras de Aigas vi que se estaba subiendo muy rápidamente, que el tren de los Sky era demasiado. Así que levanté el pie faltando unos cinco kilómetros para la cima. Hice el resto de la subida a mi ritmo. La posición a defender era relativmante sencila, porque el 21.º clasificado estaba a 14 minutos de mí en la general, así que si regulaba bien en Ancares salvaría el 'Top 20' de la carrera. Como finalmente ocurrió. Ahora toca afrontar la 'crono' con la intención de evitar caídas y poder acabar esta Vuelta a España, que ha sido muy importante para mí. Pero no adelantemos acontecimientos. Esto no termina hasta que no se cruza la última línea de meta.