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Ana Iríbar cruza la calle 31 de Agosto. ETA mató allí a su marido, en el bar La Cepa, el 23 de enero de 1995. Lobo Altuna
«Toda mi vida había evitado pasar por delante del bar donde ETA mató a Gregorio»

«Toda mi vida había evitado pasar por delante del bar donde ETA mató a Gregorio»

Cuando se cumplen 25 años del asesinato de Gregorio Ordóñez, su viuda recuerda el horror de aquellos días y se atreve a pasar junto al lugar donde fue asesinado

A. GONZÁLEZ EGAÑA

SAN SEBASTIÁN.

Sábado, 18 de enero 2020, 00:05

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Ana Iríbar regresa a la Parte Vieja de San Sebastián, a la calle 31 de Agosto donde se halla el restaurante en el que fue asesinado por ETA su marido, el político del PP y teniente de alcalde de San Sebastián un 23 de enero de hace 25 años. «Toda mi vida he evitado pasar por delante del bar donde ETA le asesinó. Ese recorrido desde el Ayuntamiento, pasando por Santa María, para mí está lleno de emoción», dice.

-¿Qué supone para usted volver a la calle 31 de Agosto?

-A la Parte Vieja no he entrado durante muchos años. Goyo no iba nunca conmigo por esas calles y menos con el niño. Si lo hacía, a mí no me lo contaba. De modo que durante años he seguido esa costumbre, por llamarlo de alguna manera.

-¿Surge algún comentario al pasar por La Cepa?

-Depende. Prefiero ni siquiera girarme ni mirar el lugar donde Gregorio fue asesinado. Todo el trayecto que va desde el Ayuntamiento a Santa María para nosotros tiene mucha carga simbólica. Recuerdo muy bien la Salve que conducía Gregorio con la bandera de la ciudad con todo su orgullo, con toda su satisfacción. Ese recorrido para mí estaba lleno de emoción. Y de Santa María a San Telmo también es una calle que está llena de terribles recuerdos porque solo en esta calle ha habido tres asesinatos, además del de Gregorio. La he evitado toda mi vida porque no me trae buenos recuerdos.

-¿Ha entrado alguna vez en La Cepa?

-No.

-Se va a colocar en el suelo, junto a la entrada al restaurante, una placa en memoria de su marido. ¿Qué significa que llegue por fin ese día?

-El alcalde me llamó hace unos meses para contarme que se había aprobado ese proyecto y para saber qué opinaba la familia. Lo consulté con Consuelo y con Javier, y nos pareció que tenía que estar la placa. Pero si hablamos de emociones, me sentí un poco como cuando me llamaron del Parlamento vasco, quince años después del atentado, para decirme que iban a poner una placa. Que se ponga en San Sebastián una placa en su memoria 25 años después del atentado, creo que suena a lo que es, a que ha habido una dejadez durante muchísimos años por parte de las instituciones hacia la memoria de las víctimas. Es verdad que a Gregorio se le concedió la medalla de oro de San Sebastián, después de que el Grupo Popular así se lo pidiera al alcalde, pero que suceda esto 25 años después pone de relieve la falta de sensibilidad de las instituciones con las víctimas de ETA. Me parece que ha habido un vacío institucional y democrático muy grave.

-¿Se ha entendido bien con el alcalde Eneko Goia?

-Agradezco la sensibilidad de este alcalde. Desde que le invitamos a venir a Polloe, ha venido con su ramo de flores, ha aguantado estoicamente el discurso de Consuelo, el responso del padre Larrinaga, pero ha venido con toda su humildad, salvando las distancias ideológicas. Pero ha estado ahí y eso se lo agradezco. Lo mismo que la sensibilidad que ha demostrado desde el minuto uno que yo le presento la idea de hacer una exposición, aún sin tener proyecto. Me presenté y le dije: 'Alcalde, quiero hacer una exposición sobre Gregorio', e inmediatamente me dijo que sí. Ese apoyo que he tenido del alcalde en persona, su amabilidad, su respeto hacia Gregorio y la cercanía que me ha demostrado en todo momento se lo agradezco muchísimo.

-¿Es posible porque estamos en otro tiempo, con ETA ya disuelta?

-No lo sé. Estamos en el tiempo que estamos. Aparentemente parece que se ha disuelto. Lo han vendido así, pero todavía faltan terroristas por ser detenidos, hay más de 300 casos sin resolver.

-En la exposición se va a poder ver a Gregorio en toda su extensión, los detalles más íntimos y personales. ¿Recuerda el día en que conoció a Gregorio?

-Cierro los ojos y es que le estoy viendo. Yo le conozco a la entrada de un bar, recuerdo hasta la camisa de rayas que llevaba puesta. Estaba con un amigo al que yo conocía, Juanma. Yo estaba con mis amigas y me presentan a Goyo. Lo recuerdo porque es que era una persona que no pasaba desapercibida para nadie. Fue de esos flechazos, un amor a primera vista. Le vi, me hizo dos bromas, me sacó los colores y me enamoré. Ese día ya me gustó Goyo. Él era muy seductor en el amplio sentido de la palabra y yo piqué.

-¿A qué año hay que remontarse?

-Fue en julio de 1981. Lo sé porque acababa de terminar la carrera en Pamplona. Nos contó que acababa de llegar de Ibiza de pasar unos días. Yo ese año iba a comenzar mi curso universitario de Filología Francesa en Zaragoza.

-Y a pesar de la distancia, siguieron la relación.

-Había cartas y teléfono fijo en el pasillo del piso de estudiantes. Que sonaba todos los días a las tres en punto de la tarde. Mis compañeras de piso me decían: 'Pero Ana, corre, que ya sabes que es para ti, que ya sabes que es Goyo'. Todos los días tenía un 'te quiero' por teléfono y cartas muy a menudo.

-¿Conserva cartas de entonces?

- Sí. Una de ellas estará en la exposición.

-Unos días antes del atentado presentó la candidatura como alcalde de San Sebastián. ¿Por qué eligió justamente la víspera de San Sebastián?

-Después de los resultados en las elecciones europeas, el Partido Popular era la fuerza más votada en San Sebastián y meses después prepara con mucho cuidado la presentación de su candidatura. No elige una fecha cualquiera, elige el 19 de enero, la víspera de San Sebastián. Y no lo hace de cualquier manera, invita a toda la ejecutiva de Madrid. Viene José María Aznar, Mayor Oreja... Y se van a cenar y a tocar la tamborrada al Círculo Mercantil, como uno más, como sus amigos. Él no quería ser excepcional, él quería devolverle la normalidad a su partido, un partido más, un partido tan vasco como cualquier sigla nacionalista. Llegó a casa feliz, para él fue un día maravilloso. Los medios publicaron la frase de: 'Tú serás presidente de España y yo alcalde de San Sebastián'.

-¿Cómo recuerda aquel 23 de enero?

-Nos levantamos por la mañana muy pronto, como siempre. Le estoy viendo afeitándose con la radio puesta; con el auricular puesto. Se preparó, me dijo el 'te quiero' de todas las mañanas, el beso y adiós.

-Iba caminando.

-Cogió su maletín, se puso su chamarra verde y se fue andando al Ayuntamiento. Siempre iba andando y la gente le paraba porque le esperaban para pedirle cosas. Sabían el recorrido que hacía a las 7 de la mañana. En el Ayuntamiento había colas en el pasillo de acceso a su despacho todos los días.

-¿Esa mañana hablaron en algún momento?

-No. Y a mí me extrañó. Yo estaba en casa con mi madre. En cuanto acababa de comer, ella venía a ver al niño. Todo el mundo estaba con el niño como loco. Era el primero. Estábamos con Javier en brazos con sus 14 meses y sonó el teléfono. Y no era Goyo.

Una de las fotografías de Ordóñez que estará en la exposición.
Una de las fotografías de Ordóñez que estará en la exposición. USOZ

'No pongas la radio'

-¿Quién llamó?

-Era la madre de Eugenio Damboriena. Me dijo: 'Ana, ¿ha pasado algo? ¿Le ha pasado algo a Eugenio? ¿Qué ha pasado?' Seguido llamó Eugenio para decirme: 'No pongas la radio, no pongas la tele, no escuches nada que voy...'. Yo tenía en ese momento a Javier en mis brazos y se lo tuve que pasar a mi madre porque se me heló la sangre. Fue como si me hubieran dado un hachazo, no sé si en la cabeza o en el corazón. Y no quise transmitirle eso a mi hijo. Tuve que separar a mi hijo de mis brazos para que no sintiese ese horror que estaba empezando a nacerme en las entrañas, en la sangre, en mi cabeza, en el corazón. Al minuto tocaron el timbre Eugenio y María San Gil. Abrí la puerta y no tuve más que verles la cara. Yo les decía: 'Decidme que es mentira, decidme que es mentira... Por favor'. No me lo podía creer. Fueron unas horas que ni recuerdo. Solo recuerdo el llanto continuo y mucha gente en mi casa, los abrazos de mis amigos... A mi hermana que estaba embarazada le decía: 'Llévate a Javier, por favor. Llévate a Javier de aquí'. Me acuerdo de que estaban arreglando la terraza y que había un chico descolgándose en la fachada con unas cuerdas y abrí el balcón y le dije: 'Han matado a mi marido'. A ese pobre casi lo mato del susto. Se fue... Fue todo un cúmulo de horror con todas sus letras, indescriptible. Mi hermana se llevó a mi hijo. Yo no me atrevía ni a mirar a Javier. No quería que viera mi mirada, no quería ni tocarle, no quería que sintiera todo el horror (llora). No quería trasladarle a mi hijo ese horror que estaba sintiendo. No podía mirarle a los ojos, no quería que viera. No lo podía ver. Tenía 14 meses, no podía hacerle eso. Ya iba a echar de menos a su padre, pero que no viera el horror, el terror, la desesperación que había en mí. Eso lo quería evitar a toda costa. Y educarle en el amor, pero para eso una tiene que sentirlo, tiene que ser auténtico lo que un niño ve. Y evitar que viera mis lágrimas. Y contarle un cuento absurdo todas las noches: 'Papá está en el cielo'. Hasta que con cuatro años me dijo: '¿Pero dónde está mi padre? ¿Qué le ha pasado a mi padre que no lo veo?' Y le tuve que contar la verdad: 'Tu padre estaba almorzando en un restaurante, entró un individuo, un terrorista, y le pegó un tiro en la cabeza y lo mató'.

-¿Qué le dijo Javier?

-Me dijo: '¿Dónde está el asesino? ¿Qué ha pasado con ese asesino?' Y todavía no había sido juzgado ni detenido. Esa es la peor parte para todas nosotras. No solo la que tenemos que contar a nuestros hijos. Para cualquiera que haya visto cómo ETA asesinaba a su familiar, a su amigo, a su compañero, a su vecino, eso se extiende mucho. La detención, el juicio, la condena, el cumplimiento de la condena... Por eso pienso mucho en las más de 300 familias que no tienen este juicio. Me parece terrible. Pasaron 19 años hasta que detuvieron al tercer terrorista que participa en el comando que asesina a Gregorio, Karasatorre, y que creemos que es además el que dispara contra Gregorio. Y por lo menos yo puedo contar que tengo juicio, tenemos una condena y es un proceso que sigue abierto porque estamos detrás de la autoría intelectual de ese asesinato. Es un sumario que está abierto en la Audiencia.

-¿Y usted cómo está ahora?, porque desde entonces se le conoce como la viuda de Gregorio Ordóñez.

-Siempre voy a ser su mujer. Fui su mujer. Nos casamos en 1990, el 16 de julio, y el atentado fue el 23 de enero de 1995. No cumplimos ni un lustro. Lo que tengo que decir es que desde el asesinato de Gregorio lo que da sentido a mi vida, mi estado vital, el tronco de mi vida, es Javier. Desde el atentado contra Gregorio lo que da sentido a mi vida es Javier. Y si él está bien, yo estoy bien. Somos dos soledades que viven juntas. No pudo tener otro hermano, que también hubiera sido mi voluntad, y no está su padre, pero es el que da sentido a mi vida. En los años duros fue mi motor, tiraba de mí. Ese halo protector que él ejerce sobre mí tiene mucho que ver con esto también.

Aznar y Casado, en la apertura de la exposición en San Sebastián

Ana Iríbar reunió al patronato de la Fundación Gregorio Ordóñez, que ella misma preside, y les trasladó su idea de hacer algo diferente para el 25 aniversario del asesinato de su marido, y ahí surgió la idea de la exposición que se inaugura este próximo jueves en el Palacio Miramar de San Sebastián. Lleva por título 'Gregorio Ordóñez. La vida posible' y permanecerá abierta hasta el próximo 30 de abril. Ha sido creada por el museógrafo Enrique Bonet y el director, guionista y productor Iñaki Arteta, y estará compuesta de fotografías, noticias de prensa y material videográfico y objetos personales. Los objetos que Gregorio llevaba en su maletín de trabajo el día del atentado, entre ellos su teléfono móvil, así como las cerca de 300 cartas que recibió Iríbar tras el asesinato. «Es como un puzzle compuesto con la ayuda y colaboración de muchas personas», asegura Ana Iríbar. A la inauguración está confirmada la asistencia del expresidente del Gobierno español José María Aznar y del actual líder del PP, Pablo Casado. Entre la larga lista de invitados están el ministro de Interior y el lehendakari.

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