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C. R.
BARCELONA.
Domingo, 1 de noviembre 2020, 01:05
Que las relaciones entre JxCat y ERC están muy deterioradas es público y notorio y lo escenifican casi a diario los consejeros del Govern de uno y otro partido. Lo que no era tan conocido era el nivel tan grosero en que dirigentes de una y otra formación emplean para descalificar a sus socios y a la vez adversarios y en ocasiones también a los propios compañeros.
Los autos de detención del juez incluyen conversaciones grabadas por la Guardia Civil a partir del seguimiento al exdirigente de CDC, Víctor Tarradellas (el que presumía de haber conseguido el apoyo militar ruso para el 'procés'), son un manual de incorreción lingüística y una retahíla de insultos y descalificaciones. Sergi Sol, mano derecha de Oriol Junqueras, se refiere a Carles Puigdemont, como el «hijo de puta del pelomocho». David Madí llama a Quim Torra «subnormal político profundo». El exasesor de Mas carga contra Junqueras, del que dice que tiene un punto de «desequilibrado», y al presidente del PDeCAT, David Bonvehí, lo califica de «trozo de pan que es un auténtico subnormal».
Xavier Vendrell saca a relucir su fina oratoria tras la anulación de los permisos penitenciarios a los presos del 'procés'. «Es el momento de dar hostias al PSOE y a Podemos, son unos hijos de puta, hay que apuntar los cañones sobre la cabeza de estos mamones. Que dispare todo Dios», asegura. Que Gabriel Rufián considere el Consejo para la República un «chiringuito montado por Puigdemont» apenas es una nota a pie de página en este amplio glosario de ataques personales.
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