La Manzana de Oro: un ultramarinos con historia donde escuchan al cliente

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Pese a los cambios de década, el tiempo parece haberse detenido entre las paredes de La Manzana de Oro, que ha mejorado en su especialización y aumentado su catálogo respetando el concepto original. «Antes teníamos tres licores y ahora tenemos 20. Vendíamos legumbres a granel e incluso mi padre despachaba con cartilla de racionamiento. Eso obviamente ha ido cambiando, pero mantenemos ese compromiso de ofrecer productos de la máxima calidad a precios ajustados con un trato personal a nuestros clientes», asegura Moreno. Su amplio surtido de vinos, especialmente nacionales -uno de los pocos establecimientos que cuenta con cupo directo de Vega Sicilia-, lo convierten en un templo para los aficionados a este producto, que lucen organizado por estilos y denominaciones en sus estantes, siempre abiertos a ofrecer asesoramiento y sugerencias.

Justo detrás, una nevera con quesos, chacinas, encurtidos y artículos gourmet completa un plan perfecto que se traza solo con poner un pie en la tienda para disfrute de los más exigentes. Y es que, como afirma Moreno, el oficio de tendero conlleva mucha psicología. «Aprendes a entender lo que quieren los clientes casi por sus gestos», asegura. Una humanización prácticamente olvidada en estos días que es un valor en sí mismo.