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Los pitufos y los molletes de ibérico del restaurante El Ruiseñor salen con la rúbrica del propietario del establecimiento. Paco Zumaquero es el fundador de ... este restaurante del barrio malagueño de Puerto de la Torre y el encargado de cortar los jamones ibéricos cada mañana. «Los firmo con una loncha sobre el bocadillo para que se vea la diferencia con los 'catalana' de jamón blanco», comenta el fundador de este restaurante, que ya tiene 22 años de trayectoria.
Hace ya casi una década, en este restaurante familiar, donde trabajan tanto Paco como su mujer e hijos, empezaron a darle más visibilidad a estos desayunos de ibéricos. «Antes, todos los desayunos salían directamente de cocina, pero a mi padre se le ocurrió poner los jamones fuera para que los clientes vieran la calidad del producto y que se cortan en el momento», explica su hijo Rubén.
Con ese tentador escaparate, la demanda de los pitufos y molletes ibéricos se disparó entre los que habitualmente frecuentaban este restaurante para desayunar, pero, además, se consiguió atraer a nuevos clientes. «Cada día gastamos dos jamones ibéricos y medio», aseguran Paco y Rubén. Casi todo es para los desayunos.
Desde las siete de la mañana, la familia Zumaquero afronta la primera parte del día donde, según afirma Rubén, prácticamente la mitad de los desayunos son de ibérico, convenientemente identificados con una brillante y jugosa loncha. Desde hace año, este restaurante, situado en la calle Ruiseñores del barrio del Tomillar, en el distrito Puerto de la Torre, apuesta por un proveedor de Salamanca, Embutidos Fili, que les suministra un jamón de cebo de campo ibérico de gran calidad.
La diferencia entre el 'catalana', con jamón serrano, y del ibérico además de diferenciarse por la loncha añadida encima del bocadillo, se nota lógicamente en el precio. Así, el pitufo del primero cuesta actualmente 1,90 euros, mientras que el del segundo sale por 3,50. Aunque el jamón blanco también sale muy bueno, la mayoría se decanta por el ibérico. «La gente lo paga porque sabe que le vamos a dar calidad», explica Rubén Zumaquero.
La fama que han adquirido sus bocadillos de ibérico ha provocado no sólo que cada mañana desde muy temprano se llene el restaurante, sino que también lleguen clientes de zonas alejadas de este barrio de Puerto de la Torre: Fuengirola, Torremolinos o El Palo, entre muchos otros.
Por muy tentadores que sean sus desayunos ibéricos, sería imperdonable quedarse sólo en ellos. No en vano, el negocio lleva funcionando desde hace más de 22 años gracias a su cocina tradicional, en la que no faltan ni platos contundentes ni recetas malagueñas. Eso sí, parte del eje culinario gira en torno a sus brasas.
Al igual que ocurre con el corte del jamón, el encargado de preparar el fuego con leña de olivo y carbón es Paco, el 'patriarca' del restaurante. Allí no faltan las carnes de cerdo ibérico de Salamanca ni la de ternera de Burgos. «Los fines de semana añadimos también patatas asadas con alioli casero de guarnición», añade Rubén. En el capítulo para carnívoros, la carta reserva otras sorpresas, como un rabo de toro muy conseguido, carrillada ibérica y paletilla de cordero, que normalmente hay que pedir por encargo.
En los días laborables, en El Ruiseñor aguardan menús y platos contundentes y con mucho sabor. Así, suelen tener todos los días de la semana (sólo cierran el domingo) los callos con garbanzos. Nunca falla. Y cada día suele haber algún que otro fijo, entre ellos, el gazpachuelo (los miércoles). O la porra y el gazpacho, en verano.
Además, en las mismas brasas donde se hacen buena parte de las carnes, Paco es el encargado de hacer una paella melosa, en el que los clientes aplauden el matiz de la leña en su sabor y esa cremosidad, que se queda a medio camino del arroz caldoso. También se suele hacer en el mismo sitio la fideuá de mariscos todos los martes.
Y los más golosos tendrán que hacer un hueco final para el postre. Las elaboraciones, que también las prepara Paco, son caseras. Por un lado, están las más tradicionales: arroz con leche, tarta de queso y natillas. Por otro, un repertorio de flanes de sabores distintos que también son marca de la casa: De 'kinder', de turrón, de chocolate blanco o de dulce leche, entre otras suculentas tentaciones.
El restaurante abre habitualmente de 7 a 17 horas de lunes a sábado en el tranquilo barrio del Tomillar. Para almorzar es recomendable reservar, ya que, aunque cuenta con un reservado y un salón amplio, la demanda es elevada durante casi todo el año. Es la recompensa que la familia Zumaquero ha conseguido después de más de dos décadas dedicadas a este templo del ibérico en Puerto de la Torre.
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