Monim

Hace poco nos ha dejado una de estas personas. Monim Saidi aprendió el oficio de cocinero en un barco de pesca. Nacido en Alhucemas, en la bella y prístina costa norte de Marruecos, llevaba en el ADN los sabores marineros. Sus keftas de sardinas eran ese plato con el que te llevaba a su infancia. En el barco aprendió a concentrar los sabores de los caldos, a trabajar cada especie de pescado. No tuvo ningún puesto en el que los clientes lo llamaran para hacerse una foto con él. Trabajó en catering de colectividades, elaborando 1.500 comidas diarias para comedores de colegios y residencias, y seguro que logró arrancar alguna sonrisa, por más que nunca se encontrara frente a frente con aquellos a quienes daba de comer, porque se preocupaba de que cada plato saliera bueno y llegara bien a su destino.

Fue uno de tantos emigrantes que buscó en Andalucía un futuro para sus tres hijos, nacidos aquí. Era bereber. Un gigante rubio de ojos claros, parece mentira que la muerte derribe a un titán en un soplo. Pero él, como buen musulmán, hubiera aceptado su destino: «Somos de Dios y a él volveremos». Nos deja el recuerdo de sus sabores y su bonhomía. Descansa en paz, amigo.