Un tercio del sueldo, al fisco: así paga impuestos un trabajador medio en Málaga

La protagonista de este reportaje ha sido concebida artificialmente para estar en la media. Empezando por su nombre de pila, que es el más común entre las mujeres malagueñas, y continuando con su apellido, el más frecuente.

¿Cuánto de estos ingresos brutos se queda en el bolsillo de María y cuánto se va a las arcas del Estado en concepto de impuestos? Esta es la pregunta que vamos a responder con la ayuda de un veterano asesor tributario, Rubén Candela, que se encarga de hacer los cálculos fiscales en esta simulación.

El primer 'mordisco' a la nómina de María llega antes incluso de que ésta le sea ingresada en su cuenta bancaria. Y es que del sueldo bruto, la empresa descuenta las cotizaciones sociales, que es el impuesto que sirve para financiar a la Seguridad Social. Las prestaciones de desempleo, las pensiones y las prestaciones económicas por incapacidad temporal derivada de enfermedad común y accidente laboral, entre otras, salen de la caja de la Seguridad Social.

Estas cotizaciones sociales se componen de dos partes: la que paga la empresa (que es la más cuantiosa) y la que paga el trabajador.

Si María fuera autónoma en lugar de trabajadora por cuenta ajena, tendría que asumir por sí misma el pago de las cuotas a la Seguridad Social. «Los autónomos calculan ahora su cuota por tramos y pagan un 31,3% de la base, base que pueden elegir dentro del tramo en que estén sus ingresos mensuales. En nuestro ejemplo, sería el tramo entre 2.030 y 2.330 euros. La cuota mensual que debería pagar sería de 647,07 euros al mes», explica Rubén Candela.

¿Y si María estuviera cobrando la prestación por desempleo? En este caso, el Servicio de Empleo Público Estatal haría las veces de empresa y pagaría las cotizaciones empresariales, mientras que a ella se le retendría un porcentaje inferior al de los trabajadores en activo: un 4,8%, equivalente a 99,7 euros. Si, en cambio, nuestra contribuyente estuviera jubilada, la Seguridad Social no tocaría ni un euro de su pensión.

Las cuotas sociales no es el único descuento que lleva incorporada la nómina de María. Hacienda también se lleva su parte, reteniendo un porcentaje de los ingresos de los trabajadores a cuenta de la factura anual del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Esa retención mensual sobre el salario varía según los casos y, cuando se hace la declaración de la renta, la Agencia Tributaria calcula si la cantidad retenida a lo largo del año anterior ha sido inferior o superior a lo que le corresponde pagar al contribuyente de IRPF. De ahí que a unos contribuyentes la declaración les salga a pagar y a otros, a devolver.

En nuestro caso práctico, aplicaremos la factura real del IRPF y no la retención.

Esta cantidad se reduciría a 174,4 euros en el caso de que su pareja no tuviera ingresos y ambos hicieran declaración conjunta. Si no tuviera hijos tendría que pagar algo más casi 30 euros más al mes de IRPF: 284,1 euros.

Hay que recordar que el IRPF es un impuesto progresivo: eso quiere decir que pagan más los que más ganan; no sólo en términos absolutos sino porcentuales. Así, de los primeros 12.450 euros que ingresa un contribuyente se retiene un 19%; de 12.450 a 20.200 se aplica un 24%; de 20.200 a 35.199 se paga un 30%... y así, el tipo va aumentando. En el penúltimo escalón, que es el de 60.000 a 299.000 euros, Hacienda se lleva el 45%; y en el último, a partir de 300.000 euros, se alcanza el 47% de imposición. Del mismo modo, los contribuyentes que cobran menos de 22.000 euros al año no están obligados a declarar, aunque sí pagan IRPF a través de las retenciones en su sueldo.

María García ya tiene su sueldo neto ingresado en su cuenta: de los 2.068 euros brutos que le corresponden, le han quedado 1.691,4 disponibles. Pero todavía no ha terminado de pagar impuestos. Cada vez que compre algún producto o contrate algún servicio estará contribuyendo al Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Es difícil calcular la media de dinero que se destina a este gravamen, ya que los tipos aplicables varían según los productos: el 4% se aplica a los productos de primera necesidad, el 10% al resto de alimentos y a otra serie de servicios como la hostelería o el transporte y el 21%, a todos los demás.

Esta factura del impuesto sobre el consumo ha engordado sensiblemente en los últimos años por culpa de la inflación: solamente en 2022, por ejemplo, aumentó un 10,2%. En el caso de que María compartiera los gastos del hogar con su pareja, su aportación al IVA sería de la mitad de la cifra mencionada, es decir, de 119 euros al mes.

La lista de impuestos sigue con el que se aplica específicamente al consumo de electricidad (además del IVA). Este es 'peccata minuta'. El tipo impositivo habitual del impuesto de la electricidad es del 5,113%. Eso sí, al tratarse de un tributo especial, está sujeto al pago del IVA. Su tipo real era del 6,186% (el IVA ahora ya no supone un 21 % de la factura, sino un 5%, ya que se encuentra bonificado). Pero desde septiembre de 2021, cuenta con una reducción que establece el tipo en el 0,5%.

Vamos ahora con un impuesto municipal. Como María sigue la media en todos los aspectos de su vida, vive en una vivienda de su propiedad (hipotecada, eso sí). Así que cada año tiene que pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). euros.

También de carácter municipal es el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica, más conocido como Impuesto de Circulación. Y dado que María tiene coche, otro pequeño pellizco de su sueldo se va para pagar esta tasa. En Málaga capital, los conductores abonan 65,8 euros anuales en el caso de tener un automóvil de baja cilindrada y 138,9 euros si éste es de la gama más potente.

Pero aquí no se acaba la factura fiscal que hay que pagar por tener coche: cada vez que llena su depósito, María contribuye con el fisco a través del Impuesto Especial de Hidrocarburos. Para calcular cuánto paga al mes, tomamos la distancia media recorrida por conductor al año en España, que es de 11.204 kilómetros. Este kilometraje equivale a un consumo de 852 litros de gasolina.

Y así llegamos al final de esta resta.

En otras palabras: ha dedicado a pagar impuestos un tercio de sus ingresos.

¿Esto es mucho o poco? Como dice José Juan Benítez Rochel, profesor titular de Economía Aplicada en la UMA, «la respuesta es: depende»: de a quién le preguntemos, de con qué país nos comparemos o incluso de cómo nos comparemos. El experto explica que en términos de presión fiscal (que se define como el porcentaje que representan los impuestos sobre el PIB), España es uno de los últimos países de la Unión Europea: tiene un 38%, que está por debajo de Alemania (42%), Italia (43%), o Francia (48%), así como de la media de la UE (41 %). Pero si lo que se mide es el sacrificio fiscal (es decir, el porcentaje que representa la presión fiscal sobre la renta per cápita), España está por encima de la media europea (con un 0,125 %).

Epílogo: María no es fumadora, pero si lo fuera, otro cargo fiscal se añadiría a los ya desgranados. Y no sería pequeño.

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