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Sor Francisca Kalondu, religiosa clarisa del monasterio de Nuestra Señora de la Paz y Santísima Trinidad. sur
Más de 160 monjas de clausura viven en Málaga el 'ora et labora'

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Los 18 monasterios de vida contemplativa celebran hoy, coincidiendo con la fiesta de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus

ENCARNI LLAMAS

MÁLAGA.

Domingo, 12 de junio 2022, 00:20

'La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal' es el lema de la Jornada Pro Orantibus, es decir, la jornada de la vida contemplativa, de los monasterios de clausura, que se celebra hoy, coincidiendo con la fiesta de la Santísima Trinidad.

En la actualidad, son 18 los monasterios de vida contemplativa de la Iglesia de Málaga: siete de clarisas, cinco de carmelitas descalzas, dos de carmelitas calzadas, uno de dominicas, uno de cistercienses, uno de mercedarias y uno de mínimas. En total, son 164 las religiosas que componen sus comunidades, procedentes de España, Kenya, Madagascar, Colombia, Perú, India y Vietnam.

Una jornada cuyo objetivo es «mirar con agradecimiento y esperanza a los hermanos y hermanas contemplativos, pidiendo que el Señor los guarde y los haga brillar entre nosotros. Con su testimonio, empujan a toda la Iglesia a ensanchar el espacio de su tienda y a salir en peregrinación», afirma el delegado para la Vida Consagrada en Málaga, el carmelita José Manuel Fernández Camino.

La última profesión solemne de una religiosa celebrada en estos días ha sido la de Sor Francisca Kalondu, el sábado pasado

La última profesión solemne de una religiosa celebrada en estos días ha sido la de Sor Francisca Kalondu, el pasado 4 de junio, como religiosa clarisa del monasterio de Nuestra Señora de la Paz y Santísima Trinidad, en el barrio malagueño de la Trinidad.

«Fue un día muy alegre pero, sobre todo, importante porque no es el fin de un camino, sino el principio de toda una vida esponsal con Jesucristo. Hacerme para siempre esposa de mi Señor, donde cada paso, cada pensamiento, cada latir de mi corazón, sea una oración, sabiendo que, aunque soy yo, llevo a mis hijos conmigo, es decir, presento siempre ante Cristo a toda la humanidad y a la Iglesia. La profesión solemne es para mí el sello de oro que me une eternamente al amado», explica Sor Francisca.

Y es que, esta joven keniata siempre ha sido cristiana: «En África es muy normal la misión, ver misioneros, y crecer en la fe con ellos, pero cuando una prima mía decidió entrar a un monasterio, me planteé seriamente la vocación. En medio de las dificultades, sientes cómo Dios te llama a seguirle, y ves el ejemplo de otros que lo han hecho antes. Puedo decir, como decía san Juan Pablo II, «¡merece la pena dedicarse a la causa de Cristo!», cada uno en el camino al que Dios le ha llamado. Descubrir la vocación, en mi caso a la vida consagrada en la vida clarisa, obedeciendo a esa llamada, es el camino hacia la paz y la felicidad. Igual que los esposos cristianos son llamados a la vida matrimonial y no podrían cumplir la voluntad de Dios por otro camino, a mí me ha llamado a ser solo para Él por su misericordia, ¿cómo negarse?».

La comunidad del Monasterio de la Trinidad está formada por 11 hermanas: seis profesas perpetuas (dos españolas y cinco keniatas), dos hermanas de votos simples, una novicia y una aspirante, todas de Kenia) y una postulante de España.

En palabras de la superiora, la Madre Clara, la profesión solemne de Sor Francisca es «una gran alegría. El camino para llegar a la profesión perpetua no es fácil. Es todo un proceso de discernimiento de varios años, donde se va ratificando la vocación de la aspirante, poco a poco, sin prisas. Llegar a este día es incorporar plenamente a una hermana a la comunidad, una parte importante de nuestra Iglesia doméstica. Es ver los milagros del Señor, porque su llamada no es una ilusión, ni algo de otra época, no es una entelequia. Es un acontecimiento real, actual; es la alegría de que, en medio del mundo, hay hermanas que siguen estando dispuestas a seguir al Señor con la entrega de su propia vida, en pobreza, castidad y obediencia; es un verdadero regalo, no sólo para nosotras, sino para toda la Iglesia y para el mundo».

Vocaciones

Las religiosas contemplativas oran todos los días por toda la Iglesia y, en esta jornada, se pide a toda la Iglesia que ore por ellas. En palabras de la superiora, Madre Clara, lo mejor que se puede hacer este día es «rezar por el aumento de vocaciones pero, sobre todo, dar el sentido de la vocación a los jóvenes; promover el matrimonio y la familia cristiana, que es el germen de la sociedad; ayudar a discernir si Dios los quiere para la vida matrimonial o la vida consagrada; no esconder el camino de la vida consagrada como algo indeseable, sino favorecer en los jóvenes la inquietud, animarlos, y permitirles dar una respuesta libre y sin miedo al Señor».

Estas hermanas dedican su vida a la oración por toda la Iglesia y se ganan el sustento con el trabajo de sus manos, haciendo ricos pasteles, también en verano. Magdalenas, tortas de santa Clara, empanadillas, tocino de cielo y roscos de horno, que son los pasteles que se pueden hacer en temporada de calor, se pueden adquirir en el torno del monasterio (Plaza Zumaya, 5), de 10.30 a 13.30 y de 16.00 a 18.30 horas. «Vivimos de nuestro trabajo y de la caridad, todo está en la providencia divina», concluye Madre Clara.

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