
Las playas malagueñas reciben desde este fin de semana la gran avalancha de turistas propia de la temporada alta veraniega, unos meses en los que la franja litoral de la provincia se llena de hordas de gente, visitantes y vecinos, deseosos de darse un buen chapuzón para combatir las altas temperaturas y el calor sofocante. Sin embargo, el Mar de Alborán, a pesar de que es uno de los más amenazados por la contaminación, la sobrepesca y la falta de depuración, especialmente en puntos como Nerja, sigue ofreciendo episodios que dan idea de su gran vitalidad. Éste ha sido el caso del florecimiento de salpas registrado el pasado fin de semana en las costas de Granada y la Axarquía.
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Estos invertebrados inofensivos no se pueden confundir ni con medusas ni con plásticos. Casi de manera simultánea se registró un nuevo episodio de enormes manchas naranjas, producidos por microalgas del género Noctiluca, que también se dejó ver en la costa oriental y en algunas playas de la capital. Desde el Aula del Mar de Málaga, el biólogo Juan Jesús Martín, destaca que ambos fenómenos son, aunque infrecuentes, «totalmente naturales, lo que demuestra que tenemos un mar de Alborán vivo«. »Por razones de luminosidad, temperatura y corrientes, esos florecimientos de fitoplancton, como las algas y microalgas, o zooplancton, como las salpas, llegan a la orilla, y como estamos en verano y ahora todo el mundo tiene móviles y redes sociales, pues rápidamente se propaga«, sostiene este experto.
En estos dos casos se trata de 'plagas' inofensivas, a diferencia de lo que ocurre con las temidas medusas, de las que el año pasado hubo un gran repunte. Un tercer ser vivo, igualmente inofensivo, al no ser tampoco urticante y que también puede llegar a aparecer de forma masiva en las playas malagueñas, son las llamadas liebres de mar, conocidas popularmente como 'chochicos viejos' en la franja costera de la provincia. La Aplysia es un género de molusco opistobranquio de la familia Aplysiidae, perteneciente al orden anaspidea. Este género incluye especies que alcanzan el mayor tamaño entre las babosas marinas, con 99 centímetros y casi 14 kilos de peso, en el caso de la Aplysia vaccaria. «En las playas de Málaga a veces se encuentran muchas en la orilla, pero tampoco son urticantes, al igual que las salpas», concreta Martín.
Las liebres de mar habitan principalmente en zonas mareales y submareales, en aguas templadas y tropicales de los océanos Atlántico, incluido el mar Mediterráneo, el Índico, incluido el mar Rojo, y el Pacífico. Cuentan con una pequeña y plana concha vestigial interna, que recubre sus vísceras, corazón y otros órganos. El manto dorsal, o notum, está modificado en dos porciones que parecen alas, llamados parapodios, que recubren las branquias ayudando a canalizar el agua hacia las mismas. Una vez extraído el oxígeno, el agua es expulsada al exterior por medio del sifón, ubicado en el manto, en medio de los parapodios.
Las liebres de mar suelen desplazarse arrastrándose por el fondo con su pie muscular, aunque algunas especies del género han desarrollado sus parapodios convirtiéndolos en 'alas' que les permiten nadar distancias moderadas. En cuanto a su reproducción, son ovíparos y hermafroditas, ya que cuentan con genitales masculinos y femeninos: vagina y pene. Por último, son herbívoros, alimentándose principalmente de macroalgas, tanto verdes, como rojas, de los géneros Laurencia, Gracilaria, Ulva o Enteromorpha.
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