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No estamos rodeados de edificios altos, pero sí vivimos en ellos. En Málaga capital, solo un 28% de los bloques tiene tres o más plantas, pero en estos se concentra el 83% de las viviendas de la ciudad. Este modelo vertical, en el que el ascensor es clave para acceder al hogar, se repite en el resto de grandes ciudades de la provincia y evidencia hasta qué punto se altera nuestra cotidianidad ante un corte de electricidad como el apagón que sufrió el país el pasado lunes.
Así lo reflejan los datos del Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística (INE): son muchas las personas que dependen de un elevador en Málaga para hacer con normalidad algo tan básico como acceder a la calle o transportar la compra. Más aún si son personas con movilidad reducida o de avanzada edad.
El 76,1% de los inmuebles situados en los diez principales municipios de Málaga están en edificios de tres plantas o más.
Esto no significa que todas las personas que viven en edificios altos necesiten ascensor para acceder a su vivienda, pero sí que residen en un entorno donde el elevador es clave.
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Cualquier corte de luz aislado en el edificio pone de manifiesto esta vulnerabilidad, pero el día del apagón supuso una barrera física aún más evidente. Así lo contaron el mismo lunes a SUR malagueños como Dolores Velasco, de 80 años, que necesita andador para caminar y vive en una cuarta planta del barrio de un edificio del barrio de La Trinidad.
Vivimos en altura y eso afecta a nuestra movilidad cuando hay un incidente de este tipo, pero no solo: una interrupción del suministro eléctrico también limita el acceso al agua potable. Normalmente el agua llega desde la red municipal con una presión limitada (suficiente para los edificios bajos), a partir del cuarto o quinto piso esa presión no basta para subirla, por eso, en edificios altos se instalan sistemas de bombeo de agua eléctricos. Salvo en los casos en los que hay generadores eléctricos de emergencia, un corte de luz supone también otro de agua para quienes viven en bloques altos.
En Málaga capital, según EMASA y el Ayuntamiento de Málaga, una docena de barrios sufrieron cortes de agua debido al apagón. Fueron puntuales y se fueron solventando conforme se restableció el servicio eléctrico. Lo mismo ocurrió en otros municipios. Pero, ¿realmente vivimos en edificios altos?
El modelo urbano dominante es vertical y electrificado en los nueve municipios más poblados de Málaga: el paisaje parece bajo, pero las viviendas se agrupan en altura. Una característica típica del litoral turístico.
Esto ocurre especialmente en Málaga, Fuengirola o Benalmádena, donde menos de un tercio de los edificios supera las tres plantas, pero en ellos vive la inmensa mayoría de la población. La densidad se construye hacia arriba y por tanto la electricidad es imprescindible para la vida cotidiana en estas ciudades.
En Marbella, la segunda ciudad más poblada de Málaga, el 75% de los inmuebles se concentran en edificios de tres o más plantas, pero no tiene bloques muy altos. En Vélez-Málaga, Rincón de la Victoria, Mijas, Estepona o Alhaurín de la Torre predomina un modelo urbano más horizontal. En el caso de Alhaurín, casi tres de cada cuatro inmuebles tienen baja altura, lo que reduce la dependencia del ascensor a sus ciudadanos.
El apagón del 28 de abril no solo dejó sin luz a todo el país, reveló una realidad estructural: vivir en altura es la norma en la mayoría de las ciudades. La población se concentra en bloques altos donde la electricidad es vital. Cuando falla, la autonomía de miles de personas se altera.
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J. Gómez Peña y Gonzalo de las Heras (gráfico)
Encarni Hinojosa | Málaga, Encarni Hinojosa y Antonio M. Romero
Sara I. Belled y Jorge Marzo
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