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Camilla pide que le hagan una foto en La Malagueta. Quiere que se vean las letras con el nombre de la playa, el mar «y la gente», añade. «¡No me esperaba que esto estuviera así! ¡Más de 20 grados! Ni siquiera me traje ropa de baño», exclama la turista rumana mientras camina hacia la orilla para, al menos, mojarse los pies. «¿Tienen mesa?», pregunta una familia en un restaurante de Pedregalejo a las doce de la mañana. Y la expresión del camarero lo dice todo: «A partir de las tres y por orden de llegada», responde. Es domingo de puente, Día de la Madre y las máximas rondan los 30 grados en la capital. El buen ambiente era inevitable en las playas y chiringuitos de Málaga.
«Para mí, hoy es el primer día del verano», dice Antonio José Prados mientras se prepara para espetar kilos y kilos de sardinas. Hasta 60 (diez cajas de seis kilos cada una) pueden pasar por las brasas a pie de arena del restaurante Rompeolas en una jornada como esta, almuerzo y cena. Este domingo todo el servicio es a lo grande. «Tengo 400 bollos de pan y creo que me van a faltar», vaticina Enrique Sánchez en Las Acacias. «Se presenta un día duro», añade con una sonrisa resignada Miguel Ángel Castillo en Hnos Muñoz. Hace dos días completaron ya todas las mesas para hoy, muchas de ellas para diez, doce y catorce personas. Por si acaso, Maribel y su familia ocupan desde las doce del mediodía la suya en Los Cuñaos, donde no hay opción a reserva: «La próxima vez nos traemos los churros», bromea.
El paseo marítimo de Pedregalejo es un ir y venir de familias y parejas con sombrillas y sillas a las espaldas. Huele a crema solar y a brasas. Los más avezados han sacado de los trasteros las neveras y hasta se animan ya a desplegar los chambaos. Como Vicente Lara, que con su familia y otras dos parejas de amigos da por inaugurada la temporada de 'playeo' montando su jaima junto la orilla donde juegan los pequeños Pau, Leonardo y Martina. A las diez y media de la mañana llegaron desde Teatinos para coger sitio. Al otro extremo de la playa, la familia Moya espera reunir a unas doce personas en su chiringuito particular en la arena.
«It's full» («está completo»), repite varias veces Dani, hamaquero de La Malagueta, a los 'guiris' que se acercan en los apenas cinco minutos que dura la charla. Desde las once de la mañana tiene ocupadas las 40 sombrillas de las que dispone, 20 menos de lo habitual por el temporal que ha reducido la zona de arena. Menos oferta para más demanda. «Parece que estamos ya en temporada de verano», asegura. Porque aquí la inmensa mayoría de los que se torran al sol son turistas. «¡No sé de dónde salen tantos!», exclama divertido Antonio Román, hamaquero unos metros más allá. Con los ojos muy abiertos cuenta que nada más llegar a su puesto de trabajo, a las diez menos cuarto de la mañana, ya tenía a varios esperando su hamaca.
Tal es el ambiente que desde hace unos días ya funciona con normalidad la venta ambulante en la playa, un indicio claro de que se acerca la temporada alta. «Mucha gente, mucha gente», dice una y otra vez Mohamed mientras dobla los pareos y se prepara para recorrer de nuevo su zona de La Malagueta. A la derecha, un grupo de chicas italianas toma el sol junto a sus maletas y macutos de viaje. A las seis de la tarde sale su vuelo de «regreso a la realidad» tras un fin de semana de despedida de soltera en la Costa. Pero lo tienen claro: «Estaremos aquí hasta el último minuto».
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