
Amanda Salazar
Domingo, 16 de octubre 2016, 00:26
SUR.es desgrana el pasado de la ONCE en la provincia con la ayuda de Ildefonso Morales, afiliado ya jubilado y director durante algunos de la ONCE en Málaga, y de Josefa Arenas, que fue vendedora de la ONCE durante más de 40 años y estudió en el primer Instituto de Sordomudos y Ciegos de Málaga.
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Antes de la ONCE
La ONCE nace como tal en el año 1938. Se crea para solucionar los problemas de las personas con ceguera y problemas graves de visión, así como para encargarse de su educación y de la creación de empleo. Pero la ONCE no surge de un día para otro. A lo largo de varios años, ya terminada la guerra civil, va absorbiendo a otras organizaciones ya existentes en todo el país.
En Málaga, hay que buscar el origen de la ONCE en dos instituciones: la Cofradía del Santísimo Cristo de Ánimas de Ciegos, que data del siglo XV, a raíz de la llegada de los Reyes Católicos, y que estaba auspiciada por la Iglesia y posteriormente por las Sociedades de Amigos del País; y posteriormente la Nueva Aurora, centro Instructor y Protector de Ciegos, que se creó en 1914. Así lo recoge el libro 'La educación de ciegos en Málaga', del profesor de Pedagogía de la UMA, ya fallecido, Constancio Mínguez, que editó este trabajo en 2002 con el patrocinio de la propia ONCE. En ambos casos, estas instituciones trataban de paliar la difícil situación de las personas ciegas, que en la mayoría de los casos sobrevivían de la limosna y en penosas condiciones.
Según Mínguez, la Nueva Aurora vivía en función de las cuotas mensuales de los socios afiliados, las aportaciones extraordinarias de socios protectores, lo recaudado en las actuaciones de su rondalla -que al parecer tuvo mucho éxito en aquel momento y el importe de algunas rifas benéficas que, de cuando en cuando, celebraba la institución. "En Málaga funcionaba sobre todo la ruleta, con regalos para los ganadores", dice Ildefonso Morales. Estas eran sus únicas fuentes de ingresos, ya que de momento no se implanta la venta del cupón. Pero es un buen ejemplo, indica Morales, para ver la actividad asociativa que tenían las personas ciegas en Málaga antes de la creación de la ONCE.
El Instituto Municipal de Sordomudos y Ciegos Mérida Nicolich
La ONCE también apuesta por la educación de las personas ciegas. Actualmente, apoya a los centros educativos con profesorado especializado y material de apoyo para la educación integrada de los niños con discapacidad visual. Pero no siempre fue así. El primer centro en Málaga que empezó a ofrecer una educación a las personas ciegas fue el Instituto Municipal de Sordomudos y Ciegos, situado en la calle Gálvez Ginachero de la capital, cerca del Hospital Civil. Un edificio que actualmente ya ha desaparecido, pero que fue pionero en toda Europa. Tras la muerte de su precursor en el año 1932, pasó a tomar su nombre: Mérida Nicolich.
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La historia de este malagueño de la alta burguesía está ligada con la propia historia de los ciegos en la provincia. Oftalmólogo de profesión, Miguel Mérida Nicolich se quedó ciego en su juventud y fue precisamente las dificultades a las que tuvo que hacer frente las que le llevaron a formarse como maestro de ciegos en Madrid, y después a fundar el centro educativo, que con la colaboración de las hermanas franciscanas. La mayoría de los niños que pasaron por este centro eran pobres o huérfanos y estaban en régimen interno.
A partir de la creación de la ONCE, el centro pasa a integrarse en su estructura, permaneciendo en activo hasta bien entrados los años 50, cuando la ONCE pasa de una educación especial a una educación inclusiva.
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Josefa Arenas Lopera, vendedora de la ONCE jubilada, fue una de las alumnas de aquel centro. "A la ONCE se lo debo todo, ellos me dieron educación, un trabajo y hasta conocí a mi marido, con el que tuve seis hijos", asegura esta pensionista, una de las vendedoras más antiguas de la ONCE, que durante 43 años vendió su cupón en la calle Córdoba, en el edificio que ocupaba la Caja Nacional. Del colegio Mérida Nicolich recuerda que les enseñaban a leer y también a desenvolverse solos.
Los primeros años en Málaga
Durante los primeros años de la ONCE, la delegación en Málaga -que fue una de las primeras que se abrió en todo el país-, se instaló en la calle Granada. Allí permaneció hasta el año 1951, cuando pasó a la Alameda Principal, 16 -donde se ubica actualmente la Librería Luces-, después de un breve periodo de tiempo en la calle Larios. Su traslado a la sede actual en la calle Cuarteles se realizó en 1996, según explica Ildefonso Morales.
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Hasta el año 1983, los sorteos eran provinciales, es decir, que la ONCE tenía cupones distintos en Málaga, Sevilla o Madrid. Los cupones eran de tres cifras y el premio durante muchos años fue de 625 pesetas a la terminación de dos cifras y 6.250 pesetas a las tres. Poco a poco, los malagueños se fueron aficionando al cupón. "Y eso que teníamos que competir con la Rápida, que en aquel entonces tenía muchos seguidores", dice.
Las primeras décadas de la ONCE no fueron fáciles. Se creó como una institución benéfica de carácter estatal, pero asumía directamente los cuidados médicos y las pensiones de sus afiliados, "sin contar con fondos de previsión, todo a cargo del presupuesto", recuerda Morales. Los trabajadores que entraban a trabajar en la ONCE eran prácticamente funcionarios. Con el tiempo, la situación económica llegó a ser insostenible.
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En el año 1984, se democratiza la institución. Se le da un estatus jurídico como una entidad de carácter público. Los responsables de la ONCE querían adaptar el organismo a la propia realidad del país. Se crea el primer convenio colectivo y los nuevos contratos se dan de alta en la Seguridad Social. En 1991 concluye su normalización con un acuerdo con la Seguridad Social que asume los servicios médicos y las pensiones, asegura Morales.
La primera imprenta en Braille
En Málaga, surgió la primera impreta de Braille del país, según narra en sus vivencias uno de los fundadores de la ONCE, Javier Gutiérrez de Tovar, que recoge este dato en una biografía poblicada por la propia institución en el año 1988. Fue con la ayuda del mecánico malagueño Rivera, que inventó una novedosa máquina de imprimir Braille con la que se edtió 'Don Quijote de la Mancha' y otros textos clásicos. "La mayoría de las personas ciegas de mi generación se ha educado con los libros salidos de aquella imprenta que más tarde se trasladó a Madrid", dice Ildefonso Morales. "Antes estudiábamos en libros en Braille manuscritos y había pocos porque era muy costoso y laborioso editarlos", afirma, al tiempo que recuerda haber tenido en sus manos por primera vez el libro de 'Leyendas' de Gustavo Adolfo Bécquer como fruto del trabajo de aquella imprenta.
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Democratización
Las primeras décadas de la ONCE no fueron fáciles. Se creó como una institución benéfica de carácter estatal, pero asumía directamente los cuidados médicos y las pensiones de sus afiliados, "sin contar con fondos de previsión, todo a cargo del presupuesto", recuerda Morales. Los trabajadores que entraban a trabajar en la ONCE eran prácticamente funcionarios. Con el tiempo, la situación económica llegó a ser insostenible.
En el año 1984, se democratiza la institución. Se le da un estatus jurídico como una entidad de carácter público. Los responsables de la ONCE querían adaptar el organismo a la propia realidad del país. Se crea el primer convenio colectivo y los nuevos contratos se dan de alta en la Seguridad Social. En 1991 concluye su normalización con un acuerdo con la Seguridad Social que asume los servicios médicos y las pensiones, asegura Morales.
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