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Vivir con el Salario Mínimo en Málaga

Vivir con el Salario Mínimo en Málaga

Unos 80.000 trabajadores se benefician ya de la subida aprobada por el Gobierno hasta los 1.184 euros. «Salimos adelante porque entran dos sueldos en casa; uno se lo lleva la hipoteca»

Domingo, 20 de abril 2025, 00:40

Se pasan el mes haciendo números, pero acaba sin que le salgan las cuentas. Sus nóminas son tan ajustadas que cada céntimo cuenta. No hay margen para el ahorro ni para un mínimo colchón que amortigüe un imprevisto; tampoco para vacaciones, ni siquiera para un capricho en ocasiones especiales. Viven al día. Los protagonistas de estas historias cobran el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), es decir, la retribución mínima legal que un trabajador puede percibir por una jornada completa de trabajo en España. En Málaga, son alrededor de 80.000 trabajadores con esa nómina. «Cobro el día 1 y el día 3 ya no tengo un duro». Es el lamento de Tamara Aguilar (Málaga, 1973), empleada en el sector de la limpieza y con un hijo de 16 años a cargo. Su nómina apenas supera los mil euros al mes, en parte por los trienios que acumula. Desde el pasado 12 de febrero, en que se hizo oficial con su publicación en el BOE, el SMI ha subido de 1.134 a 1.184 euros brutos al mes en 14 pagas. Es decir, en 2025 se cobra 50 euros más al mes. En cómputo anual, el SMI crece hasta 16.576 euros brutos.

Dicho de otra forma, este incremento del 4,4%, se traduce en 39,47 euros al día, frente a los 37,8 que se estaban aplicando con anterioridad, y por hora se pasa de los 8,87 a los 9,26 euros.

Aguilar, cuya jornada es de 36 horas semanales, que emplea en la limpieza de varias oficinas bancarias, asegura que en el día a día esos 50 euros apenas se notan, aunque cualquier incremento es bienvenido. Junto al sueldo de su marido, que trabaja por temporadas como conductor de vehículos de traslado de pasajeros, «sobreviven». «De otra forma, no podría salir adelante, porque mientras él asume la carga de la hipoteca de la casa que compartimos, yo me encargo de los gastos domésticos», explica esta trabajadora que recorre semanalmente varios supermercados para que la factura en comer no se dispare. «Hay que ir mirando cada oferta, porque se ha puesto todo por la nubes», denuncia Aguilar, que siente como tras la pandemia, ya no se las reconoce. «De ser esenciales para mantener todos los espacios limpios y desinfectados, nos hemos vuelto invisibles», expresa esta trabajadora con el convenio de empresa congelado desde 2023.

Fernando Cubillo, recientemente reelegido secretario general de CC OO Málaga, comparte con esta asalariada que 50 euros «no le resuelven la vida a nadie y menos en Málaga». «Hablamos de que el coste de la vida aquí es muy superior al de cualquier otro sitio: en 2023, fue del 4,3% cuando los salarios medios de convenio apenas llegaron al 2,7%. Pero es que el pasado año, ese coste de la vida subió en España un 2,8% cuando en Málaga se incrementó un 3,5%. Eso se traduce en que esta provincia tiene un problema muy gordo y es que la gente no puede vivir; hay personas que renuncian a venir a trabajar aquí porque no pueden pagar una vivienda».

«De no haberse producido estas subidas del SMI desde 2018, la situación sería de pobreza extrema con un trabajo»

Fernando Cubillo

Secretario general CC OO Málaga

Según Cubillo, hay márgenes empresariales para asumir esta subida, «pues los excedentes empresariales en el sector del comercio se han multiplicado por 100, de un 6% han pasado a un 12%, según los datos del Banco de España, y que en la hostelería se han incrementado un 20%, por tanto, la subida es asumible». Así la situación, Cubillo concluye que de no haberse producido estas subidas del SMI desde 2018, «la situación sería de pobreza extrema con un trabajo». Aun así, revela que más del 40% de la población asalariada en Málaga ingresa por rentas del trabajo menos de mil euros al mes a causa de la temporalidad o la parcialidad, «por eso cuando aumenta el SMI se le sube a quienes tienen esas jornadas parciales y temporales y ese poquito más de dinero no soluciona la vida a nadie, pero ayuda».

Tras semanas de debate y desavenencias entre los ministerios de Trabajo y Hacienda, finalmente pactaron que los perceptores del SMI no tengan que tributar en el IRPF en 2025. El acuerdo consiste en la fórmula planteada por el Ministerio de Hacienda de introducir una deducción en la cuota del IRPF para evitar que aquellos a los que le tocaría pagar este año tengan que hacerlo. El Gobierno había cifrado este colectivo en el 20% de los perceptores del SMI, básicamente aquellos sin cargas familiares, a los que se retiene unos 20 euros en la nómina.

Entre los colectivos más beneficiados en Málaga por esta subida, se encuentran los empleados en comercio, limpieza, seguridad, conserjes de comunidades y empresas multiservicios. En una de ellas trabaja Elisabeth C. (Málaga, 1978) como limpiadora y su marido, que realiza labores de mantenimiento en garajes comunitarios. Ambos, con una hija de 10 años, cobran el salario mínimo. Es el dinero que entra en casa cada mes, pero un sueldo íntegro va destinado a pagar los 972 euros de hipoteca. «En 2006 compramos este piso de segunda mano, de 95 metros cuadrados en la barriada de Santa Paula, pero era el boom inmobiliario y ahora lo estamos pagando», afirma.

«Cobro el día 1 y el 3 ya no tengo un duro. Si no compartiera gastos con mi pareja, no podría salir adelante»

Tamara Aguilar

Limpiadora

Asegura que no hay márgenes ni para el ahorro ni para caprichos. «Comprar jamón es un lujo», subraya. Sabe lo que es meter el lápiz y reducir los gastos a lo estrictamente necesario, como cuando hay que comprar ropa: «Si hay que hacerlo un mes, tiramos de Shein y de Primark», resuelve Elisabeth, quien está de acuerdo con que la subida de 50 euros no es mucho dinero, «pero cuando el sueldo es tan ajustado, cualquier cantidad que sume, por pequeña que sea, es de gran ayuda». Aun así ni haciendo números salen las cuentas a veces. Es entonces cuando hay que tirar de tarjeta y pagar a plazos. Hay imprevistos o gastos irrenunciables, como cuando tuvieron que pagar la matrícula del conservatorio público al que acude su hija. «Fueron 200 euros, que todavía estamos pagando, pero para su educación me lo quito yo de comer si hace falta», subraya esta trabajadora que, pese a las dificultades, se queda «con la parte positiva», porque al concentrar la jornada laboral por la mañana y no trabajar los fines de semana (ni ella ni su marido) pueden dedicarle ese tiempo a su hija «y eso no tiene precio», apostilla.

Los ingresos tampoco dan para viajar cuando llegan las vacaciones y aunque le gustaría conocer Galicia con su familia, asegura que disfruta de la vida con lo que tiene: «Nos gusta la playa y ahí echamos el día cuando llega el verano o nos cogemos un paquete de pipas y salimos a pasear, que es gratis».

Pero hasta para quien vive solo y tiene la vivienda pagada, la nómina mileurista apenas llega para cubrir gastos básicos. Así lo constata Roberto (nombre ficticio), que a sus 64 años y tras media vida trabajando como conserje en una comunidad de propietarios de Fuengirola (en julio hará 36) no renuncia a «trabajillos» extra que le surgen de fontanería, pintura o electricidad para tener algún ahorro cara a su jubilación. «Es todo tan incierto, que hay que prever para el futuro», zanja.

El salario más bajo fijado por ley se ha incrementado un 61% desde 2018, pasando de los 735,90 a los 1.184 actuales. Y de esa escalada también hacen una lectura los empresarios en Málaga. Advierten del impacto que tiene en los costes laborales de las empresas y, especialmente, en las de menor tamaño, microempresas, con menos de diez trabajadores, que representan más del 90% del tejido empresarial de España. «Por eso, aunque la subida del SMI haya sido igual para todos, el impacto es diferente en función de las circunstancias de cada una de ellas, siendo más acusado en las más pequeñas», apunta Natalia Sánchez, vicepresidenta ejecutiva de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM).

Ritmo de subidas

No niega que las subidas del SMI sean deseables, «otra cosa es que el ritmo al que lo están haciendo sea asumible por la mayoría de las empresas españolas». En este sentido, advierte de los efectos en las tablas salariales de determinados sectores, como el campo, la limpieza o mantenimiento, «pues al subir la categoría más baja con el SMI provoca que haya también un incremento en otras superiores al pisarse unas a otras».

Además, según Sánchez, la remuneración de los contratos que tiene la administración con las empresas «están muy ajustados, incluso a pérdidas», con lo que debería haber una revalorización de los mismos.

«Los aumentos del SMI son deseables, otra cosa es que el ritmo al que lo están haciendo sea asumible por la mayoría de las empresas españolas»

Natalia Sánchez

Vicepresidenta CEM Málaga

En su último estudio 'Salarios, repercusión de la subida del SMI', la patronal Cepyme alerta de que el SMI anual ya representa más del 70% del sueldo medio de las firmas más pequeñas. «Si a esos 1.184 euros le sumas dos pagas extras, las cotizaciones sociales y el Mecanismo de Equidad Intergeneracional, que incorporó el Gobierno y que se incrementa cada año hasta 2029, entonces ese salario mínimo empieza a ser coste para la empresa, en torno a los 1.816 y los 1.900 euros aproximadamente. Si hacemos la prorrata de ese coste para la empresa anual a los 11 meses efectivos (hay un mes de vacaciones) entonces nos vamos a los 2.000 euros de coste/mes por trabajador».

Explica que cuando se produce un aumento del coste salarial y la empresa lo repercute en sus precios, ahí pierde competitividad a la hora de vender en mercados globales. «Entran en juego otras dinámicas y miras otra serie de gastos, como a la hora de contratar, que te reservas para ver si lo que estás produciendo y el margen que te queda, te cubre. Por tanto, puede afectar a la inversión y con ello a la rentabilidad del negocio».

Por último, Sánchez pone de relieve otra realidad: un mayor absentismo y la caída de la productividad con respecto a otros países de nuestro entorno. «Cuando los salarios suben y la productividad baja eso nunca va a tener un buen efecto».

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