José cruza la mirada con una de sus nietas, en el Mario Eva. SUR
Fallecido a los 74 años

José Laure, el corazón más puro detrás de la marisquería Mario Eva

Murió el 27 de febrero. Durante más de cuatro décadas regentó uno de los restaurantes con más solera de Málaga. Los vecinos le recuerdan por su bondad y empatía con los demás

Sábado, 26 de marzo 2022, 00:27

Hubo otra época para el barrio de Huelin. Había pescadores que llegaban por la mañana y repartían el género directamente a los restaurantes y los bares de la zona. Había mujeres limpiando los boquerones en plena calle, sentadas sobre cajas de plástico y había desayunos que iban dando paso a grandes tertulias que luego se enganchaban con los grandes almuerzos. Descampados donde hoy se levantan bloques de piso a precios prohibitivos y una vida ajena a las redes sociales. Era una época en la que todavía podrías comprarle el coche a alguien con solo darle la mano y, en la que si a un vecino le faltaba algo, se multiplicaban las voluntades para una ayuda. En realidad, José Laure era esa época. Durante más de tres décadas regentó en la calle Navas la marisquería Mario Eva, uno de los grandes templos del pescado que ha dado Málaga. «Decir vamos a comer pescado era venir al Mario Eva», recuerda Andrés Jiménez, secretario de la asociación de vecinos. Si existía en Huelin un corazón lleno de bondad, ese corazón dejó de latir el pasado 27 de febrero, el día en el que José Laure falleció a los 74 años.

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En una Málaga en blanco y negro, José Laure tiene 13 años cuando empieza a trabajar en la hostelería. El Bar Lorenzo, un lugar de desayunos, fue el primer empleo para alguien que supo desde muy pronto que estaba obligado a aportar a la economía familiar. Fue ahí donde conoció a su mujer, Encarnación Morales, a la que le brotan las lágrimas cuando intenta hablar de lo que ha sido «un buen marido y un padre ejemplar». Hasta el último día, enfatiza, ella sintió como él seguía estando enamorada de su Nani, que es como él siempre la llamaba. «Tenía un corazón que no le cabía. Si tenía dos pesetas y alguien necesitaba dos pesetas, él se las daba. Para que te hagas una idea... Aquí venían los pescadores a vender y, aunque tuviéramos las vitrinas a rebosar y no necesitábamos más, él les compraba mercancía para que ellos tuvieran un dinero que llevar a casa», señala.

Nani siempre ha estado ahí y ahora no recuerda bien si José Laure era más generoso con los pescadores o con aquellos que, por cualquier razón, estaban pasando por un mal momento. Él los sentaba en su mesa para que comieran gratis.

La historia del Mario Eva, que abrió sus puertas en 1978, empieza así: cuando el Bar Lorenzo cerró, José Laure le comunicó a su entonces ya mujer que quería abrir algo por su cuenta. «Él se quedó parado y le comentaron la posibilidad de coger un pequeño local en la calle Navas», recuerda ahora su hija, Belén Laure. «Mi abuela estaba en contra. Huelin, por entonces, era un solar y ella no le veía mucho color a poner un bar aquí. Mi padre insistió. Algo tenía que hacer para buscarse la vida».

Familiares y amigos, frente a la fachada del Mario Eva y más imágenes históricas. M. Fernández/SUR

La simpatía y el buen hacer de ambos hizo que el restaurante floreciera y que se quedara pequeño con el tiempo. Eso llevó a José Laure a comprar el solar de enfrente y a construir un edificio de tres plantas. Dos para el restaurante y una que sirviera para domicilio familiar. «Mi padre llegó a ponernos un tobogán para que de chicos pudiéramos jugar», recuerda Belén a un padre que «era exigente cuando tenía que serlo», pero «al que se le caía la baba conmigo y con mis otras dos hermanas».

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La fama que iba a coger el Mario Eva empezó a trascender a la propia provincia de Málaga. Desde ministros como Celia Villalobos, pasando por presidentes como Manuel Chavés y alcaldes como Pedro Aparicio y Francisco de la Torre. Todos se dejaban caer por el Mario Eva para degustar mariscos en el punto exacto y grandes frituras. Un pescado a la plancha extraordinario. La barra de marisco que tenía esta marisquería fue durante mucho tiempo un baluarte en Málaga.

Daniel Laure, nieto de José Laure, resalta como su abuelo incluso «ha podido pecar de ser demasiado bueno». «El que llegaba aquí tenía la puerta abierta y si no tenía para comer acababa comiendo igual», añade. También recuerda a su abuelo como un gran culé: «Era forofo absoluto del Barcelona. Estuvo en varias finales de la Champions. Roma y París. Vio el gol de Cruyff en Wembley».

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En los mejores tiempos, en Mario Eva trabajaban más de 30 camareros. Rafael Pérez, 76 años, conoce a José Laure desde la infancia. Acabó montando su propio negocio de hostelería a pocos metros y puede confirmar que para José Luis la palabra competitividad estaba vacío de sentido. Al revés. «Nunca hubo un ápice de mal rollo. Todo lo contrario. El pescado que le acababa sobrando a él nos lo daba a los otros. Tenía a tanta gente que el resto comíamos de él», explica Rafael, al que le es imposible no emocionarse.

La perdurabilidad de las cosas, pese a todo, siempre es delicada. Con la crisis del ladrillo, las cosas empezaron a marchar peor en el Mario Eva. «Daba para vivir, pero ya no iba a ser lo que fue en sus mejores tiempos», explica Belén Laure. Hasta el año 2018, José Laure seguía pegado a su negocio. Entonces, aquejado ya por problemas de salud, decidió echar el cierre a lo que ha sido el gran proyecto de su vida. Hace un mes también dejó un poco huérfano a Huelin, el barrio de su alma.

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A personas como José Laure, que ponen el bien de los demás por encima del propio, hay que reivindicarlas aunque solo sea para morir en pie y con la mirada limpia. Así lo están haciendo en estos momentos los vecinos de Huelin, que están recopilando firmas para que el Ayuntamiento le ponga una calle. Luis Verde, el concejal del distrito de Carretera de Cádiz, adelanta a SUR que José Laure tendrá una placa conmemorativa en Huelin.

Si una persona muere de verdad cuando los suyos le dejen de recordar, José Laure tiene garantizada la eternidad.

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