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Hace más de 40 años, Santiago López fue uno de los pioneros del ozono en España, una tecnología que introdujo desde Francia, y sobre la ... que creó varias patentes. Ahora, la crisis del coronavirus ha supuesto el despegue definitivo de Evo Industria, que dirigen su hijo Miguel junto a Óscar Gómez, que son copropietarios y directores técnico y comercial, respectivamente, de la factoría del polígono Guadalhorce de la capital que ha visto en sólo tres semanas como los pedidos se multiplicaban un 400%. Ello ha supuesto también duplicar la plantilla, de los cuatro operarios iniciales hasta los ocho que hay ahora, y con perspectivas de tener que ampliar también su base de montaje.
La demanda procede sobre todo de España, pero también del Centro y Sur de América, especialmente de México, donde les llueven los pedidos de equipos para mantener una atmósfera libre de virus e higienizar toda clase de espacios con gran afluencia de personas: desde centros comerciales, tiendas, mercados y edificios de oficinas hasta clínicas y hospitales, pasando por restaurantes, fábricas y concesionarios, entre muchos otros. Además, han diseñado una máquina capaz de ozonizar hasta cinco coches en simultáneo.
Con sus actuales instalaciones tienen capacidad para montar entre 30 y 40 equipos a la semana (tienen demanda para servir más de 200) y han tenido que subcontratar con un taller una parte del trabajo porque no dan abasto. En cualquier caso, toda la producción se queda en Málaga: «Nuestra competencia son los equipos chinos, de los que muchos no cumplen con la calidad ni las certificaciones europeas». El trabajo de montaje en la nave se hace a mano, y los operarios tienen que ensamblar un centenar de componentes electrónicos (en su mayoría de fabricación española) y no se genera ninguna emisión contaminante, más allá de los embalajes que se reciclan. Los precios van desde los 698 euros (más IVA) para un equipo que permite abarcar hasta 30 metros cuadrados (para tiendas pequeñas o despachos profesionales) a más de 10.000 euros para las grandes instalaciones.
La demanda es variada, aunque en los establecimientos públicos ante todo se trata de «evitar la psicosis» y dar seguridad a los clientes cuando se reabra el comercio y el turismo. En estos casos, el ozono ayuda a mantener los niveles de desinfección y a neutralizar los contagios, de acuerdo a unos parámetros que marca la normativa sanitaria: «Cubicamos las máquinas en función del espacio que se quiere ozonizar y con la directiva del Ministerio de Sanidad, en cuanto al ozono residual que tiene que haber para la seguridad de las personas». En este punto, llaman la atención sobre la irrupción del intrusismo: «Desgraciadamente, se está empezando a vender ahora ozono sin cumplir la legislación, que puede hacer que tanto por defecto como por exceso no cumpla su función».
Lo más demandado para los espacios de gran afluencia son los sistemas continuos, que son los más eficientes pues mantienen una desinfección permanente: el equipo se pone en marcha para generar el ozono residual, y se para o se reactiva de forma automática en función de lo que marcan los sensores, con mediciones continuas. «Un cañón de ozono puede desinfectar a primera hora, pero si entra una persona contaminada lo puede propagar a partir de ese momento».
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También se están produciendo otras aplicaciones, tales como los pasillos de desinfección, esto es, arcos de ozono por los que transitan los trabajadores de factorías o los clientes en centros de mucha afluencia para desinfectar su ropa y pertenencias. «En México es brutal la demanda que estamos recibiendo de este tipo de aplicaciones», por ejemplo para mercados. En España también hay peticiones para instalarlos en la entrada a hoteles y a edificios de oficinas.
«La demanda es exagerada, esta desgracia nos está sirviendo para crecer, pero al mismo tiempo damos una solución para evitar que más personas puedan sufrir la enfermedad: aportamos nuestro granito de arena a la solución», afirman.
Los empresarios aprovechan para reivindicar más apoyo institucional y estratégico hacia la escasa industria local, que puede ayudar a diversificar la economía y el empleo, de la mano del Puerto y el Aeropuerto. Como ya ha ocurrido con la fabricación de respiradores y de equipamientos sanitarios, aquí hay otra buena oportunidad para dar un nuevo impulso al 'Made in Málaga'.
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