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Hacen un llamamiento a la solidaridad. A quedarse en casa, a luchar juntos contra la pandemia y a salir de esta crisis lo antes y lo mejor posible. Y eso incluye que no se les deje en el olvido, por eso solicitan a las autoridades que incluyan al pequeño comercio en el reparto de ayudas. Dos de las empresarias malagueñas más veteranas en el sector de la moda en el Centro de Málaga, Laura Olea y Gemma Rojas, sufren en primera persona los estragos del coronavirus desde el punto de vista profesional. Insisten en que, afortunadamente, la salud les acompaña, pero la economía no, más bien todo lo contrario.
Entre los diversos retos que durante el estado de alarma circulan por redes sociales, estas dos empresarias se han sumado al que participan diseñadores y creadores a nivel nacional, narrando en primera persona cómo viven la difícil situación actual. Laura Olea, especialista en complementos y tocados para eventos propietaria de una empresa que lleva su nombre, abrió su corazón en Instagram para describir el difícil caso en el que se encuentra: «Llevo 15 años con el negocio luchando contra viento y marea y todo se derrumba como un castillo de naipes. Sin poder mover un dedo, sin poder luchar por lo que es mío, todo pasa ante mis ojos como una pesadilla....» escribe esta malagueña, cuya publicación está recibiendo numerosos mensajes de apoyo y ánimo. «Describí cómo me sentía, porque cada día que pasa esto está más feo» señala Olea a SUR. «Es que no puedo hacer nada, estoy atada de pies y manos: no puedo trabajar ni puedo salir», se lamenta. «Esto es una tragedia total para el sector de la moda, y concretamente para el de los eventos aún peor, porque se está cancelando todo y no se sabe hasta cuándo seguirá».
«Nos plantean un futuro muy negro.. no habrá bodas, comuniones o grandes reuniones hasta que no haya vacunas, y de momento parece que esto va a tardar... Pero mientras, pese a no poder trabajar, tengo que seguir pagando el alquiler del local, la luz y todo lo demás de mi negocio; no hay ingresos pero sí tengo que seguir pagando, esa es otra losa que tenemos los autónomos», comenta.
Como ejemplo, Olea pone el caso del contable de su empresa, que tenía previsto casarse el próximo 20 de junio. A día de hoy no sólo no sabe si podrá celebrar el enlace, sino que, en caso de estar autorizado para ello, no tiene claro si el esfuerzo merecería la pena. «Si la gente tiene miedo a salir (suponiendo que para entonces se pueda), ¿quién asistiría? Tiene que ser muy triste casarse sin que ese día te acompañen tus seres queridos», agrega.
Triste por el panorama al que se enfrenta, destaca que para el pequeño comercio esta crisis es especialmente dolorosa, porque aparte de no poder reinventarse en muchos casos como el suyo tienen que competir con «los grandes». «Se dice que si podemos abrir en junio, habrá que empezar ya con descuentos para remontar el tiempo perdido, y eso es ya lo que nos faltaba: ¿cómo vamos a hacer rebajas si no hemos tenido ingresos?».
En la misma línea se manifesta Gemma Rojas, propietaria de la céntrica tienda Thirty30, que insiste en que los pequeños comercios no pueden volver a levantar la persiana con ofertas. «No podemos abrir con rebajas, sería nuestra muerte», afirma, rotunda. Y añade: «El escaso margen que nos queda de las prendas se destina a pagar el local, los sueldos, la luz y demás... ¿si nos quitan eso, cómo podríamos seguir?».
También reivindica algún tipo de ayudas por parte del Gobierno, porque además destaca que la temporada primavera-verano es en la que más se factura por los numerosos eventos que suelen celebrarse, pero por el coronavirus este tiempo se ha perdido y la recuperación parece que no llegará a corto plazo. «La venta online también está muy parada. Hay un sector de la población que no tiene problemas económicos ahora porque continúa trabajando y recibiendo su nómina, pero muchos otros no gastan en moda porque o no pueden ya o no saben lo que les va a pasar y no se atreven», insiste.
Por este motivo, hace un llamamiento a la reflexión: «Hay que concienciarse de que la moda somos todos, grandes y pequeños, y que detrás de una prenda que vale 15 euros no puede haber un salario digno». Y pese a todo, aboga por intentar mantener el optimismo: «Creo que esta crisis nos va a cambiar la mentalidad, se va a valorar mucho más el trabajo de los pequeños comercios y el 'made in Spain'; se nos va a mirar más y a tener más en cuenta. O eso espero, hay que tener confianza en que sea así», concluye.
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