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Ana Pérez-Bryan
Domingo, 28 de agosto 2016, 00:01
La primera vez que se puso al otro lado del mostrador, Juana María Enamorado Fernández tenía 12 años. Su padre, Francisco Enamorado Rivera, natural de Casabermeja, había emprendido hacía algunos años la aventura del negocio heladero con un establecimiento en San Andrés y en aquella época se echaban las manos que hiciera falta en verano. Tanto que hoy en día ella y sus dos hermanas, Ana María y Antonia María, siguen al frente de las tres heladerías Santa Gema que en la actualidad endulzan las tardes de verano desde Echevarría de El Palo, Huelin y La Cala del Moral y en las que aún juegan un papel primordial sus padres, Ana y Francisco, que siguen pendientes del negocio pese a su edad; y el marido de Juana, Francisco García Pinazo. Él es, de hecho, el gerente de un negocio que justo ahora celebra el 40 aniversario dando forma a las recetas de antaño. El sabor de estas cuatro décadas es dulce por lo que tiene de familiar, porque en pocos lugares se tiene la suerte de ver a tres generaciones remando en la misma dirección: los abuelos, las hijas y el yerno y las dos nietas, de 27 y 21 años, ya vinculadas al negocio como garantía del saludable relevo.
Desde el centro de operaciones que constituye la fábrica en Rincón de la Victoria, Santa Gema da forma y color a una carta de helados artesanos que roza los 60 sabores. Los clásicos por supuesto pero también las novedades que se han convertido en marca de la casa y que responden a la demanda de los propios clientes: justo la semana pasada alumbraron el helado Happy pippo, inspirado en el snack de una conocida marca y que Juana María ya avanza «será el exitazo de lo que queda del verano y del año que viene».
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