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Lena Bu y el gato Leo en el salón.
La vida en villa 'Prefiero el mar'

La vida en villa 'Prefiero el mar'

En esta casa, situada a pie de playa en Torre de Benagalbón, habitan la cantate Lena Bu, su pareja el cómico Chico Requena, el pequeño Hermes, Simón el perro y el gato Leo. Y la libertad de elegir una forma más auténtica de estar en el mundo; el sol y la sal; la risa y la música; el «no tiempo» y las mil maneras de convertirlo en arte

Lorena Codes

Lunes, 26 de septiembre 2016, 00:16

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«Prefiero el mar, que me lleva donde quiere y quiero/ prefiero la tormenta, que me moja por completo». La canción de Lena Bu es un alegato en favor de la vida de verdad, de existir en mayúsculas. Es también el reflejo de sus propias decisiones, fundamentalmente la de dejar atrás una carrera musical de acuario, en la que los tiburones de las discográficas acaban por engullir a los peces de río en medio de un escenario de plástico. Dejó atrás el ruido de Madrid y se volvió a la ciudad que la vio crecer entre acordes y micrófonos, Granada. Allí, asegura, encontró el verdadero éxito.

Dice la cantante que desde que tiene memoria cantaba, bailaba o escribía. Cualquier vía que le permitiera dar rienda suelta a su creatividad era bienvenida y en casa siempre hubo instrumentos musicales. Apenas había echado a andar cuando su padre le colocó en las manos su primera guitarra y con ella comenzó su historia de amor más duradera. «La guitarra me salvó en la adolescencia, fue un refugio al que escapaba de la incomprensión del mundo», recuerda.

A los 16 años entró en su primer grupo y decidió que quería dedicarse profesionalmente a la música. Diez años más tarde muchos de sus compañeros de batalla se rindieron, sentaron la cabeza, y Lena seguía preguntándose en qué clase de mundo podrían encajar ella y su guitarra. Dejó atrás los locales de ensayo y las fiestas de pueblo, hizo la maleta y se plantó en Madrid, dispuesta a iniciar una nueva etapa en la que explotó su faceta de autora. Las salas de conciertos de la capital eran por entonces lugares en los que se apreciaba la música sin filtros y en los que un artista podía ganarse la vida con dignidad. Pero llegó la crisis y acabó con la rutina bohemia que le a Lena Bu le permitía llegar a fin de mes. Entonces una discográfica se fijó en ella y editó su primer disco, Que así sea. Y fue lo que tuvo que ser. Una experiencia que le mostró la cara «menos guapa» de la industria musical. A su vuelta a Granada creó su propio estudio y comenzó la etapa que ella define como «autotodo». Compositora, arreglista, gestora, editora y empresaria de espectáculos son sólo algunos de los palos que incluyó en su repertorio laboral.

Justamente en uno de esos bolos que comenzó a programar conoció «a un hombre gigante y maravilloso que cambió mi drama de cantautora por las risas y la comedia». Así define Lena Bu el encuentro con su pareja, el cómico malagueño Chico Requena. Y ella, que había viajado siempre con la compañía de su perro Simón y su cactus Godofredo, aceptó sumergirse de lleno en una aventura que se salía del guión, la de la maternidad. El pequeño Hermes es su mejor obra y un caudal de inspiración inagotable. Con una barriga de ocho meses las manos de Lena ya no llegaban bien a las cuerdas de la guitarra, así que las sustituyó por un lápiz y dio a luz La mejor mamá del mundo eres tú una especie de diario de mamá en el que defiende la necesidad de amar sin sentido de la posesión y vivir esta experiencia desde un lado más emocional y biológico, más humano. Este momento coincidió en el tiempo con la mudanza a villa Prefiero el Mar, una casa que conecta con el Mediterráneo a través del color. Dice Hermes que «el mar es un charco grande». Y tiene razón. Ese charco se ha convertido en el eje de una vida plena, consciente y feliz, en palabras de Lena Bu. En Villa Prefiero el Mar no hay apegos materiales. El techo también es azul, para confundirlo con el cielo. Y de él cuelgan unos globos que vuelan colgados de nubes de algodón. Hay libros, hay cine, juguetes y té; hay calor de chimenea y calor de hogar; hay tiempo para crear y tiempo para no hacer nada; hay plantas que crecen en viejas teteras y sillas rojas en las que se sientan macetas azules; hay sol, el que entra por las inmensas ventanas y el que mana de los cabellos de Hermes; hay humor, del profesional (lo pone Chico Requena) y del de andar por casa; hay rincones para compartir y otros para refugiarse en uno mismo; hay libertad; hay mística muy apegada al terreno; hay espetos y vino tinto; y un pedazo de cielo, y otro de mar; y amor, y muchas formas de amar. Todas las que escribe y canta Lena Bu. «Vivimos un cuento por amor al arte; esto es el éxito, mirarnos cada noche al espejo y decir hoy me salvé», concluye.

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