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Daniel Falasca, con el balón de voleibol en una de las pistas del Polideportivo Dani Pacheco de Pizarra, donde juega en la Superliga B. Salvador Salas

La saga de los Falasca continúa en Pizarra

Voleibol ·

A sus 18 años y pese a ser aún juvenil, el opuesto Daniel se asoma ya a la élite, en e deporte en el que triunfaron en su día su padre Miguel Ángel y su tío Guillermo

Viernes, 5 de febrero 2021, 23:44

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La historia de este reportaje comienza en Mendoza y acaba en Pizarra, porque los Falasca son oriundos de Argentina. Miguel Ángel, el mayor de cuatro hermanos llegó a Málaga en 1989, a los 16 años, cuando sus progenitores emigraron, y no hubo que esperar mucho para certificar su talento en el voleibol. Fallecido en junio de 2019 por un infarto en Italia,Fallecido en junio de 2019 por un infarto en Italia, mientras estaba en su habitación de hotel en la boda de un ayudante del cuerpo técnico del club al que entrenaba, se le considera como el jugador español de siempre, después de Rafa Pascual.

Miguel Ángel fue un colocador excepcional. Estando en el Puerto Malagueño, fue a jugar un torneo intersector clasificatorio para el Campeonato de España juvenil, y entonces lo captó un ojeador de la Federación Española para la concentración permanente de Palencia, y de ahí ya debutó en el mejor equipo de la Superliga, el Gran Canaria. Internacional desde 1993 a 2009 –ausente por decisión propia entre 2001 y 2003– fue olímpico en Sydney 2000, campeón de Europa en 2007 en Rusia y pasó por numerosos clubes de algunas de las mejores ligas mundiales: la italiana, la polaca, la rusa y la belga. Luego entrenó al Belchatow (2013-16), la selección checa, y al Monza masculino y femenino.

Más tardía fue la explosión de su hermano menor Guillermo, de 43 años, un opuesto. Más de 300 veces internacional, también fue oro en el Europeo 2007 y máximo anotador de la Champions de 2002. Comenzó en el Ivesur en 1996 y viajó por todo el mundo para jugar en Francia, Turquía, Corea del Sur, Bélgica e Italia hasta retirarse en 2015 en el Narbonne francés, donde ahora entrena tras tres años de iniciacion en el Alcobendas.

Y la saga continúa. Daniel, de 18 años, es el hijo de Miguel Ángel y el sobrino de Guillermo. «Miguel me decía que parecía más mi hijo», reconoce este último, porque 'Dani' juega de opuesto (la demarcación estelar, el puesto de más anotación y remate). «Me recuerda a mí hasta en la forma de andar. Dani salta poco, como nosotros, que no fuimos muy altos ni explosivos, pero tiene buena mano, buen brazo«, añade con un inconfundible acento argentino.

«Daniel me recuerda a mí hasta en la forma de andar»

guillermo falasca

Dani, que mide 1,92 metros ya, se ha criado saltando de un país a otro, siguiendo la carrera de su padre. Nació el 17 de diciembre de 2002 en Módena (Italia), pero a los seis meses se trasladó a Palma de Mallorca. En 2008 se estableció en Belchatow (Polonia), y entre 2012 y 2013 pasó unos meses en Ufa (Rusia), antes de regresar a tierras polacas para permanecer tres años, etapa previa al regreso a Italia, a Milán, a escasos kilómetros de Monza, donde ejerció de técnico Miguel Ángel.

«Hablo español, italiano y polaco, aunque este ahora apenas lo puedo practicar», reconoce Daniel, que estudia 2º del Bachillerato de Ciencias Sociales, en el IES Huelin y alterna entre el equipo juvenil y el absoluto del Pizarra, en el grupo B de la Superliga 2 española, la segunda categoría. El pujante proyecto malagueño, con 200 federados en todas sus categorías, no está lejos de llegar a la élite, a pesar de que encara sólo su segunda campaña en esta competición.

«Mi objetivo son los estudios y seguiré en el voleibol siempre que pueda compatibilizarlo»

daniel falasca

«Mi padre me dio total libertad para que jugara o no al voleibol. Aunque se ponía contento al verme, tampoco se entrometía«, recuerda Dani, que atiende una entrevista por primera vez, eligiendo a SUR, y al que en realidad le cuesta hablar de su progenitor, marcado aún por esa muerte repentina. Empezó a jugar a los 11 años, con dos horas semanales en el instituto en Polonia, donde el voleibol es el segundo deporte en importancia, como el baloncesto en España. Fue a los 13 cuando se introdujo más en serio, aunque a día de hoy lo tiene claro: «Mi objetivo son los estudios (se inclina por estudiar algo relacionado con Economía o Relaciones Internacionales) y seguiré en el voleibol siempre que pueda compatibilizarlo. No voy a anteponerlo«.

En clara progresión

Aún así, en su entorno se sorprenden con su progresión, tras afincarse en Málaga (donde viven abuelos y tías) con su madre y su hermana y fichar por el Pizarra. «Llegó casi sin entrenar y acabó jugando», reconoce Manu de Amo, receptor del primer equipo y uno de sus líderes. Y es que la pasada campaña ya jugó muchos minutos en la Superliga B, y ante el Barça, el choque entero. Esta campaña ha actuado menos, condicionado por un problema con las fichas juveniles que no se pudieron tramitar durante la pandemia.

«Tiene todo el cuerpo del tío. No cuenta con un salto especial, pero sí un golpeo muy pesado; en bloqueo, ataque y saque es muy bueno, y le falta ganar en defensa»

Manu de amo (receptor del Pizarra)

En su familia no dudan de que pueda hacer carrera en la pista. «Es un chico supermaduro y responsable. Es verdad que no tiene las mismas inquietudes, pero él ha visto la otra versión. A su papá. Nos hemos podido dedicar con dignidad a esto«, argumenta Guillermo aludiendo indirectamente a la dura realidad del voleibol español. Y es que, ante la crisis galopante en la élite por la ausencia de patrocinios, para vivir de esta disciplina resultaría casi obligado ganarse la atención de un club de una liga foránea de más nivel.

Arriba, Daniel Falasca en un remate en el pabellón de Pizarra. Sobre estas líneas, Miguel Ángel y Guillermo Salvador Salas / SUR
Imagen principal - Arriba, Daniel Falasca en un remate en el pabellón de Pizarra. Sobre estas líneas, Miguel Ángel y Guillermo
Imagen secundaria 1 - Arriba, Daniel Falasca en un remate en el pabellón de Pizarra. Sobre estas líneas, Miguel Ángel y Guillermo
Imagen secundaria 2 - Arriba, Daniel Falasca en un remate en el pabellón de Pizarra. Sobre estas líneas, Miguel Ángel y Guillermo

«Tiene todo el cuerpo del tío. No tiene un salto especial, pero sí un golpeo muy pesado. En bloqueo, ataque y saque es muy bueno, y le falta ganar en defensa, pero va a llegar a donde él quiera«, sentencia De Amo. Hasta el propio Daniel admite que tiene »ese punto de locura, de no tener miedo o encogerse en los momentos clave«.

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La saga de los Falasca continúa en Pizarra