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Virginia Fernández, con la equipación del Boden de esta temporada. SUR
La nueva vida de Virginia

La nueva vida de Virginia

La portera malagueña, que se marchó del Rincón Fertilidad, compite ahora en Suecia

marina rivas

Viernes, 4 de enero 2019, 00:20

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Hace cosa de un año ni ella misma hubiera pensado que a los 29 dejaría su club de toda la vida y tendría un pequeño 'affaire' con la liga francesa antes de recalar en su nuevo destino, a unos 4.500 kilómetros de distancia de su casa. Allí, en la localidad de Boden (al noreste de Suecia), con menos de 20.000 habitantes y que para hoy prevé una máxima de seis grados bajo cero, fue a parar la portera Virginia Fernández, a la que muchos siguen recordando bajo los palos en Carranque. La situación de su nuevo equipo, que lleva el nombre del municipio, no es la que hubiera deseado pero asegura que ha encontrado en Suecia un destino en el que incluso se ve en un futuro.

«Lo he estado pensando y no me importaría vivir en Suecia. Es un país muy desarrollado, con una educación increíble», comienza. «El civismo que hay allí es lo que más llama la atención. Si entras a una tienda no te persiguen, tienen confianza plena en que no te van a robar; si vas a tirar la basura, saben que vas a reciclar, y si haces algo mal te corrigen para que lo hagas bien», explica, a diferencia de la vida en España o incluso en el país galo, su primer destino, donde militó durante unos meses en el Dijon con el objetivo de permanecer en la élite.

La meta reconoce que no eligió el mejor momento para irse del club, pero se mantiene firme en su decisión por probarse en otras ligas europeas

Aquella fue la primera vez que salía de su zona de confort para cumplir el sueño de jugar en Europa. Una decisión que trajo consigo consecuencias para el Rincón Fertilidad por la fecha en la que decidió marcharse, sin haber acabado la pasada temporada y con la Copa de la Reina a la vuelta de la esquina. «Sabía que no sería plato de buen gusto para mi club.Es normal que no entendieran por qué me iba entonces, pero a nivel personal y, aun sabiendo que no sería lo mejor para mi club, decidí que tenía que irme», asegura. «En ese momento sentí que defraudaba a mi familia pero era algo que tenía que hacer», concluye. Motivada por la oferta del cuadro francés, que le llegó gracias a su representante, y a pesar de la dificultad de la situación, la portera tomó su decisión.

«Sabía que no sería plato de buen gusto para mi club, es normal que no entendieran por qué me iba»

«Es increíble la temporada que están haciendo. ¡Cuántas veces habré soñado con ver al Rincón primero en Liga!»

Sin embargo, explica que su aprecio por el club donde se forjó como deportista nunca ha desaparecido y que incluso sigue los méritos del equipo a distancia: «Yo siempre voy a querer lo mejor para el Rincón Fertilidad y me parece increíble la temporada que están haciendo. ¡Cuántas veces habré soñado yo con ver al equipo primero de la Liga!», se sincera.

Su nuevo equipo

Ahora los objetivos de la malagueña se centran en su actual proyecto, el del Boden, penúltimo en la tabla liguera por un nefasto inicio de temporada que le llevó incluso a cambiar de entrenador. Es un conjunto que también disputará los octavos de final de la Challenge Cup y que está formado a partes iguales por un núcleo de jugadoras nativas y otro de representantes de diferentes nacionalidades, como la noruega, islandesa, francesa, polaca o rusa. Todas ellas, junto a Virginia, reciben clases de sueco dos veces en semana para facilitar las relaciones en el equipo.

«Las jugadoras estamos muy bien reconocidas y, en cuanto a los salarios del balonmano, dan para vivir perfectamente»

sobre el balonmano en suecia

«Suecia es un país muy desarrollado, con una educación increíble; el civismo llama la atención, y tienes confianza en que no te van a robar»

Esta no es la única ayuda que recibe la costasoleña, que también percibe un salario por su trabajo como jugadora profesional y un piso individual durante su estancia en el conjunto. Y es que en Suecia, el hockey hielo y el balonmano son los deportes más reconocidos del país. Es un motivo suficiente para que, según cuenta la portera, el público de su pabellón pague en torno a 20 euros de entrada y llene la grada cada día de partido. «Aquí las jugadoras estamos muy bien reconocidas y en cuanto a los salarios del balonmano dan para vivir perfectamente, pero sí que hay jugadoras que buscan un trabajo aparte porque tienen más gastos por la familia, por la casa…», explica. «Eso sí, la vida es mucho más cara, sólo el ir a una hamburguesería con alguien te cuesta 35 euros, o una botella de agua grande unos 3-4 euros…», advierte.

«Caprichos» que comparte con sus dos mejores amigos de Boden, casualmente, un sevillano y una malagueña, esta hermana de una excompañera del club y que trabaja en la localidad sueca desde hace doce años. Con una mentalidad diferente y las mismas ganas de siempre por seguir creciendo ligada al balonmano, Virginia Fernández no se replantea por ahora su vuelta a España. Su mayor reto del nuevo año será revertir la situación en la tabla del cuadro al que ahora llama casa.

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