David López, un central de altura
Voleibol. El malagueño de sólo 21 años ha firmado una temporada de ensueño al proclamarse campeón de la Superliga y subcampeón de la Copa del Rey con el Unicaja Almería y de los Juegos del Mediterráneo con España
MARINA RIVAS
Lunes, 18 de julio 2022, 00:11
Tiene la juventud (21 años), el físico (atlético y de dos metros de altura), el talento, y sobre todo la ilusión y la perseverancia, condiciones indispensables de todo aquel deportista que sueñe con labrarse un hueco entre los grandes. Hasta hace sólo unos años David López veía los partidos de la selección española anonadado, pensando 'quiero ser como ellos, quiero estar ahí'. Ahora, no sólo es uno más de los 'Red Lynxes' (como se conoce popularmente al combinado masculino), sino que es una de las figuras con mayor proyección del voleibol nacional; muchos ya le consideran como el mejor central de su generación.
A David, por supuesto el más alto de su casa, siempre se le dio bien el deporte. Comenzó en el mundo de la canasta, llegando a formar parte de la cantera del Unicaja, pero fue otra disciplina la que captó su atención por completo, y no se arrepiente, porque no tardó en despegar. Como cualquier otro niño, comenzó a jugar al voleibol en una actividad extraescolar de su colegio, La Colina (en Puerto de la Torre). Un entrenador que le vio potencial le incitó a subir a un nivel superior y entonces descubrió el máximo exponente de la provincia, el Club Pizarra. Allí comenzó su verdadera progresión. «Yo parecía que no sabía tocar el balón con respecto a mis compañeros cuando llegué», bromea.
Pero sólo necesitaba tiempo. «El segundo año ya fuimos al campeonato de España y participé más. El siguiente me llamó la selección malagueña, la andaluza y después me llamaron para la concentración permanente de Valencia, que es donde reúnen a las jóvenes promesas nacionales, de entre 15 y 16 años. De ahí van saliendo las selecciones españolas, los que pasan por ahí suelen llegar lejos», explica cronológicamente.
«A corto plazo, el triplete sería un gran objetivo, y a largo plazo, todo deportista sueña con unos Juegos Olímpico», relata sobre sus metas
Nunca es sencillo abandonar tu entorno, amigos y familia, a tan temprana edad por perseguir además una meta de la que entonces no estaba del todo seguro. Así lo reconoce: «Al principio aquello no me llamaba, pero me lancé y dije que sí». Entrenaba cinco horas diarias y acudía a un instituto nocturno. Fue un gran sacrificio, sobre todo para un adolescente, pero mereció la pena. «Es duro, pero no me arrepiento. Cuando me empezaron a llegar ofertas de clubes y representantes ya vi que todo esto merecía la pena, que podría valer para esto», añade, ilusionado.
Debut precoz
Apenas tenía 17 cuando recibió su primera oferta profesional, algo que no es nada sencillo en un país en el que el voleibol no es de los deportes más punteros y por tanto, no goza de las mejores condiciones. Nada más acabar su etapa en Valencia, recaló en el Boiro de La Coruña (Superliga 2) «Fue mi primer club profesional, con mi contrato, mi sueldo, mi piso... Fue un año muy bueno. Lo que no me podía esperar es que estando en Segunda ya me llamara la selección absoluta. Al principio no me lo creí, pero pensé 'quiero estar ahí y hacerme un nombre en la absoluta'».
Recuerda con cariño que debutó en una European Golden League frente a Estonia (en 2019), siendo el benjamín. Ya entonces se le empezó a etiquetar como el mejor central ed España en su generación. «Me emociona y me gusta que la gente me vea como el más prometedor de mi posición de mi edad, pero luego está esa presión de no querer defraudar a los que habla bien de mí», apunta. Y por ahora, no sólo no ha defraudado, sino que su progresión ha sido meteórica. Tras su paso por La Coruña, debutó en Superliga con el Manacor. Y tras su paso por las islas, volvió a Andalucía para alistarse en el equipo que le ha dado los primeros grandes títulos de su vitrina: el Unicaja Almería.
Esta temporada, el joven malagueño, estudiante de un Grado Superior de Dietética, ha dado un paso de gigante al coronarse nada menos que campeón de la Superliga y subcampeón de la Copa del Rey. «Ha sido un muy buen año a nivel personal, de aprendizaje, he aprendido en cada entrenamiento y he intentado aprovechar cada oportunidad y ganar títulos ha sido un sueño». Su rival en ambas finales fue el otro equipo más puntero de España, el Melilla Sport Capital y no, no es casualidad que sea el próximo destino del malagueño. Su enorme potencial no dejó indiferente al conjunto melillense. «Me hicieron una buena oferta y me ofrecieron ir como titular, que es importante para mí, además, ellos juegan en Challenge Cup y me hace ilusión».
Sus sueños crecen al nivel de su estatura. Y no es para menos; los resultados le invitan a ello. Este verano, hace sólo dos semanas, David sumó su primera gran medalla internacional al formar parte del la selección española absoluta subcampeona de los Juegos del Mediterráneo. Lo más cercano a una experiencia olímpica para él. «A corto plazo, el triplete sería un gran objetivo y a largo plazo, todo deportista sueña con unas Olimpiadas», reconoce. Las metas de un talento malagueño que aspira a romper los esquemas.
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