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Cuando era niño, en un viaje a París con sus padres, entró en el Museo Picasso. «Al salir me compraron un cuadernillo y me puse ... a dibujar como loco. Lo que había visto me pareció maravilloso», confiesa Rafa Macarrón (Madrid, 1981). En 'Quince', su primera exposición individual en un museo, hay mucho del genio malagueño en esos ojos fuera de su lugar natural con cabezas de tamaños imposibles. Pero también está el blanco y negro de Antonio Saura, la estilización de Alberto Giacometti, la proporción de Le Corbusier, la expresividad de las manos de Chillida… «¿Influencias? Posiblemente todas. ¿Parecidos? A nadie», resumió Fernando Francés, comisario de la muestra que acoge el CAC Málaga hasta el 6 de junio.
Rafa Macarrón, artista de proyección internacional con una cotización al alza en el mercado del arte (especialmente en el asiático), entra en el circuito institucional con una colección de quince obras creadas ex profeso para esta muestra. Y la primera que el espectador se encuentra al acceder a la sala es una declaración de principios: 500 caras en enorme lienzo de 2,2 metros de alto y 3,6 metros de ancho. Cada una con su propia historia contada a través de los ojos y de las manos, donde para el artista se concentra la «expresión» del ser humano. «Son personajes a los que puedes mirar y observar y cada uno te puede contar su vida, tienen un presente y un pasado. Te puedes imaginar cuál es su sitio, su momento», detalla el artista. Su proceso creativo responde precisamente a la búsqueda de un argumento para sus personajes y así los caracteriza. «Yo y mi circunstancia», sugiere el artista.
Su obra tiene, como señala Fernando Francés, un componente existencial, con «metáforas ocultas» que tendrá que completar el espectador. El comisario repara en un detalle: «No sonríen». «No son figuras que nos trasladan a una visión del ser humano como alguien que está disfrutando, sino de alguien que está pesando. Macarrón traslada a un mundo de cotidiana dificultad. El día a día que estamos viviendo nos hace darnos cuenta de que a veces lo cotidiano no es fácil», reflexiona.
Esos pequeños personajes que ocupan la obra inicial crecen en cuadros de gran formato (los hay de 3,6 metros de alto por 6,7 de ancho) que funcionan casi como esculturas. «Juego a fusionar el espacio con la figura. La figura ha entrado dentro del espacio y al revés», explica. Por eso, un artista que en épocas anteriores ha usado tonalidades intensas y vibrantes se abona aquí al blanco y negro. Un acto de valentía en opinión de Francés: «Presentarse en un museo por primera vez no ha sido un tránsito fácil para él. Ha puesto toda la carne en el asador eliminando cualquier elemento que sea considerado fácil, como el color».
Completan 'Quince' dos cosmos, donde sus extraños personajes aparecen flotando por el universo, y cuatro grandes perros de bronce en los que vuelca su profundo conocimiento de los cuerpos -estirando sus rasgos sin perder la armonía- como fisioterapeuta que también es (además de ex ciclista profesional). «Mis momentos buenos del día son los paseos con el perro. Ver atardecer, amanecer. Es el momento de análisis del día. Su mirada me transmite mucho», explica. Le gusta que el público interactúe con ellos, pero la pandemia limita los contactos. Sí los habrá con la escultura de mayor tamaño, de mil kilos de peso, colocada en la puerta del CAC y donde esta mañana ya se hacían fotos los paseantes.
Artista reconocido internacionalmente -con precios de sus obras que oscilan entre los 15.000 y los 150.000 euros-, «el agente museo aún debe esforzarse por situar a Rafa Macarrón donde creo que él se merece», defiende Francés. Para el artista preparar esta exposición le ha hecho «superar mejor» los duros momentos de la pandemia y le ha ayudado a perder «muchos miedos» al ser capaz de crear su primer proyecto global. Es, dice, «uno de los momentos más importantes» de su vida. Un reto en el que ha volcado su imaginario y una amplia variedad de técnicas, pasando del lino al PVC o el papel según el efecto que quería lograr. Pinta a lápiz, óleo, spray y oil stick, haciendo evidente el uso de cada material. «Se tiene que notar», mantiene.
Hijo de conocidos arquitectos con una vinculación histórica con el arte y también coleccionistas, Rafa Macarrón ha crecido rodeado de los grandes maestros de la pintura española. Y eso, según Francés, ha hecho de él un artista «sumamente académico» sin pasar por la academia. «Les invito a que se sumerjan en este laberinto complejo de la historia del arte español del siglo XX para tratar de descubrir al menos una pequeña parte del complejo mundo existencial de Rafa Macarrón», concluye.
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