Borrar
El pianista de Ava Gardner rescatado de la basura en Torremolinos
A. Martín Campos

El pianista de Ava Gardner rescatado de la basura en Torremolinos

Las memorias del músico Paco Miranda, con fotos firmadas por la actriz y otros cientos de personajes famosos, acaban en un contenedor tras fallecer en Torremolinos y que nadie reclame su legado

Paco Griñán

Málaga

Domingo, 19 de enero 2025, 08:59

Esta historia suena mejor que acaba. Su banda sonora tiene notas de motor fuera borda y esquí acuático en Torremolinos, gambas y chanquetes en chiringuitos de Playamar, risas escandalosas y confidencias entre copas en la Nogalera, manos acariciando las teclas en un piano-bar en La Roca y voz de Ava Gardner entonando 'Magnolia'. Todo eso acabó silenciado en el cubo de basura. Con destino final al vertedero, si alguien no llega a entornar los ojos para distinguir bien lo que veía: un grueso lomo de cuero primorosamente encuadernado que se merecía una biblioteca de madera más que el frío contenedor del olvido en el que había ido a parar.

Carlos Herrada, con el volumen primorosamente encuadernado que rescató de la basura. Ñito Salas

Rescatado de la escombrera, aquel volumen deparaba una sorpresa entre sus páginas: un libro de memorias. Pero uno muy particular porque, en lugar de largos textos, los recuerdos valían más que mil palabras: imágenes y más imágenes, fotos y más fotos. Protagonizadas por cientos de personajes famosos, que dedican la instantánea a su «amigo» y músico Paco Miranda.

«Abrí el libro y reconocí a Marlene Dietrich, después a Ava Gardner… y todas las fotos con dedicatorias cariñosas a la misma persona. Así que lo agarré y me lo llevé a casa dispuesto a descubrir quién era este personaje», explica Carlos Herrada Rodríguez, agente inmobiliario que entonces no sabía que la historia del pianista también rescataba parte de la memoria de Torremolinos que se habría perdido para siempre. Solos o acompañados del propio Paco Miranda, aparece un reparto al que aspiraría cualquier director de cine: Rita Hayworth, Kirk Douglas, Toni Curtis, Grace Kelly, Rock Hudson, Sean Connery, Lola Flores, Sara Montiel, Carmen Sevilla, Pepe Sacristán, Concha Velasco, Luis Escobar, Amparo Rivelles, Analía Gadé, Adolfo Marsillach, Barbara Rey…

Paco Miranda llegó a Rita Hayworth a través de su tía, la actriz Luana Alcañiz, que trabajó en los 40 en Hollywood
El piano y su carisma abría las puertas a Paco Miranda a grandes estrellas, con las que no dudaba en fotografíarse como con Tony Curtis y Kirk Douglas.
Sobre la foto de Juan Gyenes, Lola Flores dedica la imagen a Paco Miranda de su «amiga». Foto: Gyenes
En su altar de divas no falta Sara Montiel, de la que escribe que el público «iba solo a verte a ti, aunque salieses de buzo». Foto: Gyenes
Un momento de los ensayos de la obra de teatro 'Yo me bajo en el próxima, ¿y usted?', con «mi amiga Conchita (Velasco), el listo Adolfo (Marsillach) y el Pepón Sacristán».

Pero la nómina de amigos con firma no es exclusiva de la farándula. Por el tomo también se dejan caer la Familia Real, Alfonso de Borbón, Cayetana de Alba, Alfonso de Hohenlohe, Isabel Preysler y Miguel Boyer, Severo Ochoa, Harry Belafonte, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Celia Gámez, Miguel Bosé… «Si Paco Miranda tuviera hoy día Instagram sería un personaje viral», sentencia el galerista Fernando Carmona, que ha ayudado a Carlos Herrada a desentrañar las claves de este histórico álbum fotográfico.

Las dedicatorias de la Familia Real y del dictador Francisco Franco y su hija están muy presentes en este álbum de fotos firmadas.
Foto en el Marbella Club con el príncipe Alfonso de Hohenlohe y Grace Kelly, que se puso «morá de gambas y chanquetes», cuenta el pianista.
Paco, de esmoquin blanco, besa protocolariamente en la mano a la Duquesa de Alba, en una de sus visitas al Palacio de Liria con Antonio El Bailarín y Lola Flores.

Tesoro central y valioso de esta recuperación, el rescatador también recuperó otras piezas del contenedor que pertenecieron al pianista, como un marco ovalado con una foto de su madre, unos candelabros, un grabado, unos potes chinos y los restos desmarañados de lo que fue una majestuosa lámpara de araña. «Lo de recoger las lágrimas de cristal de esa lámpara me parece la metáfora perfecta del personaje, las lágrimas por el olvidado Paco», apunta Carmona, al que Miranda le habría pedido una foto y una dedicatoria para su álbum. Al igual que a Carlos.

Paco y Ava

Pero si hay dos personajes claves en este álbum de memorias esos son la estrella Ava Gardner y el mítico fotógrafo Juan Gyenes. La primera es la más retratada del volumen. Hasta 18 fotos ha contado Carlos Herrada. Todas dedicadas por la protagonista de 'Mogambo' y 'Venus era mujer', a las que el propio Miranda añade sus mensajes de vuelta.

Hasta 18 fotos de Ava Gardner se muestran en el álbum, en el que critica al que fue su amante, Luis Miguel Dominguín, al que se refiere como «putón» y «chulo».
En esta imagen, Ava Gardner le cuenta que Rags, el perro que le regaló Sinatra, lo tenía debajo de las piernas, aunque no se ve en la foto.
En esta foto dedicada, Ava agradece a Paco el regalo que le hizo por su cumpleaños.

La complicidad con «Paco» -sin apellido siempre- es evidente y, por ello, la actriz igual le agradece a su «amigo capricornio» el «lovely» regalo de cumpleaños que le ha enviado, que en otra fechada en 1977 le cuenta que su perro Rags -regalo de Sinatra- lo tenía «bajo la mesa pero está cortado» en la foto.

El pianista, que también tenía un fiel can, Jhan, comenta las instantáneas a renglón seguido: «Fotos de la mujer más guapa del mundo y la que más admiro y quiero del cine. Dicho esto ante notario y levantando acta».

Una relación personal y de confidencias que incluso se escapa entre sus comentarios al criticar a un mítico personaje relacionado con la estrella, la cual fue «fiel al putón con quien aguantó años por su atracción física a un chulo (como hombre y torero)». No lo nombra, pero no hay que investigar mucho para saber que se refería a Luis Miguel Dominguín.

La amistad entre Ava y Paco se forjó a golpe de copas, risas, melodías y, como no, episodios de sábanas. Pero con un desenlace muy distinto al que solía escuchar en los mentideros de la época sobre las aventuras amorosas de la Gardner. «Me eché en la Moraleja en mi cama y de repente se echó ella con su bata y mirándome me dice: '¿Tú te acostarías conmigo?'. Y digo: 'Pues no'. '¿No me encuentras atractiva, sexy?'. 'Tú eres la mujer perfecta, pero sería como si me acostase con una vaca preñada?'. '¿Yo vaca? Pues yo te veo guapo'. 'Es que tú y yo tenemos los mismos gustos… nos gusta Clark Gable a los dos'», relató con gracia el propio Paco Miranda en el documental de Isaki Lacuesta sobre la actriz, 'La noche que no acaba'. Allí se selló una relación personal entre la irrepetible intérprete de 'La condesa descalza' y «el más pesado y adorable de mis pianistas», como se refiere a Miranda en una de sus dedicatorias.

Libro «usurpado»

El otro personaje fundamental del libro es Juan Gyenes, el gran retratista de la farándula y el artisteo de la época que, como el músico, tenía casa en el Torremolinos de los 70. Ambos compartían amistad y, de hecho, la mayor parte de las imágenes de este libro de memorias están firmadas por el cámara de origen húngaro. La razón es que Paco Miranda tomó como base el libro de Gyenes 'Memorias de un fotógrafo en España', que tuneó añadiendo no sólo las dedicatorias de buena parte de los personajes famosos que aparecen, sino que aportó sus propios comentarios a modo de biografía. Además, añadió más páginas con cientos de fotos rubricadas por esos mismos personajes u otros que no aparecían en el volumen hasta el punto que reencuadernó el tomo en lujoso cuero y retituló el libro con un guiño a su amigo y autor original: 'Álbum de Juan Gyenes 'usurpado' por un amigo y pianista llamado Paco Miranda'.

El pianista Paco Miranda y el fotógrafo Juan Gyenes, de «artista al artista», le escribe el segundo.
El músico tomó el libro de Gyenes 'Memorias de un fotógrafo en España' para añadirle más imágenes y retitularlo: 'Álbum de Juan Gyenes 'usurpado' por un amigo y pianista llamado Paco Miranda'. Ñito Salas

La relación entre ambos queda también patente en la foto en la que aparecen juntos en 1985. Con dedicatoria, por supuesto: «Para Paco Miranda, amigo y artista desde hace muchos años y para muchos años más. Este libro de memorias que contiene tantas cosas bellas. Con un fuerte abrazo, de artista al artista». Un tú a tú del que fue muchas veces testigo Irenka Gyenes, hija del fotógrafo, que además atestigua lo mismo que Ava: «Paco era guapísimo y un gran pianista».

También recuerda que amenizaba las noches en el Ritz, el Palace y la sala Oliver en Madrid, además de aportar un dato fundamental en su biografía: «Paco Miranda abrió un piano bar en Torremolinos, en la Roca, y por allí pasó toda Málaga porque tuvo mucho éxito. Recuerdo haberme encontrado allí con una amiga común, Remi Fernández Campoy, propietaria de discos Misol, y en las paredes colgaban cuadros de Palmira Abelló». Y ahí está el álbum para corroborarlo todo: una foto con los tres personajes que cita Irenka, sentados a la misma mesa y con sus firmas. El comentario de Paco, no deja dudas: «Buenos amigos».

La pintora Palmira Abelló, Remi Fernández Campoy y Paco Miranda, comiendo juntos en 1979.

La foto es de 1979, aunque como contaba SUR, el Piano Bar de Paco Miranda abrió un par de años antes. Y tuvo cola. El instrumento y el local. Todas las noches tocaba 'Manhattan', de Eddy Duchin, además de «'Magnolia', que me enseñó la propia Ava Gardner tocando con un dedo», contaba el músico al periódico. Su carisma y don de gentes también quedaba patente cuando el periodista le preguntaba por su formación. Se quedó callado y le extendió una tarjeta en la que figuraba su nombre y profesión: 'pianista de oreja'. «Me quedo con una melodía en cuanto la escuchó una sola vez. Por eso, repito, un servidor es pianista de oreja», aseguraba Miranda, al que Esperanza Roy llamaba cariñosamente «Paco Tecla», mientras que Monserrat Caballé aseguraba que «el piano canta con los dedos de Paco».

Anuncio en SUR de la reapertura del Piano Bar de Paco Miranda «tras unos días de descanso y respeto para el tímpano de sus clientes y amigos», dice con guasa.

El bingo del desastre

Las imágenes y los comentarios dejan claro que, además de personalidad en las manos, Miranda tenía carisma y don de gentes arrollador que lo convirtieron en un personaje imprescindible de la noche en los 70 y 80 al tocar en los locales de moda de Madrid, particularmente la sala Oliver, propiedad de Adolfo Marsillach. Pero el actor no fue un jefe para el pianista. «Mi mejor amigo», escribe Paco sobre una foto del intérprete caracterizado como Sócrates en una representación en Málaga. En los prodigiosos 60 fue cuando el músico llegó a Torremolinos junto a su madre, Dolores Fernández Pubillones, que compró cuatro apartamentos en La Torre de la Roca, justo encima de donde su hijo abriría más tarde su piano-bar.

Junto a Adolfo Marsillach trabajó en teatro y en la sala Oliver, de la que el actor era propietario. Pero Miranda no lo consideró su jefe: «Fue mi mejor amigo»

Ella, hija de un industrial, de familia conservadora, con chófer, muy bien posicionada y relacionada con la oficialidad de la dictadura, tuvo una vida acomodada y no faltaba en las fiestas de la alta sociedad o de la propia familia Franco. El hijo sentía devoción por Lola. En una imagen, Paco, de esmoquin, posa con su progenitora, también de negro y con un llamativo collar de esmeraldas, cogidos de la mano, mientras ella lo mira como solo lo hace una madre. En otra, ella aparece con un vestido largo en septiembre de 1970 en La Roca, con el mar al fondo. Dolores escribe en la foto: «¡Qué horas tan felices en Torremolinos!» Pero Lola nunca fue feliz. Ni en su matrimonio ni en su vida.

Fotos en Torremolinos, donde la madre del pianista dice que vivieron «tan felices».
Paco, de la mano de su madre Lola que lo mira con devoción, mientras luce un collar y y pendientes de esmeraldas.

«Le dio por ese juego maldito llamado bingo y de 1975 a 1990 se gastó 535 millones de pesetas», cuenta de su puño y letra Paco Miranda como si tocara con dolor las notas del réquiem de Mozart para anunciar el fin de una época con la pérdida de aquella fortuna familiar -más de 10 millones de euros al valor adquisitivo actual- que incluyó los pisos de Torremolinos, entre ellos el que su madre le había regalado. Cuando Dolores murió en 1995, el entierro lo pudo pagar con la «ayuda de Vicente Pozuelo -médico del dictador- y Carmen Franco», apunta agradecido Paco Miranda, un detalle que explica la contradicción que supone que, pese a la persecución del régimen y el desprecio social de la época al mudo gay, el pianista homosexual muestre en sus memorias predilección por la familia del militar golpista.

De Carmen Franco dice que «lo tiene todo». La hija del dictador le pagó el entierro de su madre cuando la familia Miranda Fernández se quedó en la ruina.

La decadencia familiar también salpicó al músico arrollador y de éxito. En 2008 vivía en un bajo de cuarenta metros en Madrid, en la zona de Atocha, con 400 euros de pensión. Solo, sin pareja ni parientes con los que tuviera relación, decidió cambiarle la música crepuscular a su banda sonora y se mudó al sitio en el que fue más feliz. Se compró un piso, un segundo, en la Loma de los Riscos. No era La Roca, pero estaba cerca del centro de Torremolinos, su paraíso personal. «Vivió la vida que quiso, pero aquí encontró ese Torremolinos de libertad que era único en la España franquista, además de un sitio glamouroso y nocturno en el que vivió sus mejores momentos», asegura Carlos Herrada, convertido ya en un experto en la biografía de Miranda.

En su última morada malagueña vivió, al menos, desde 2016, año en el que superó una operación en el Hospital Clínico de Málaga. Hasta se hizo un sello con su nombre, su nueva dirección y el logotipo de un piano. Vivió rodeado de recuerdos y fotos sus últimos años de deterioro y olvido. Efectivamente esta historia suena mejor que acaba. Su fecha de fallecimiento no está clara, pero fue después del covid. Sus herederos vendieron el piso, pero sus pertenencias nadie las reclamó y acabaron en la basura. Su piano, la joya que le quedaba, al parecer no llegó a salir del edificio. «Cuando recuperé el libro descubrí a un personaje fascinante, pero también comprobé que allí estaba esa historia dorada de Torremolinos que me habían contado, así que de alguna manera este volumen es también la recuperación de la propia memoria de la Costa del Sol», sostiene Carlos Herrada, que vuelve a abrir el volumen para buscar la última página.

La última imagen del álbum, Paco haciendo esquí acuático en Torremolinos: «La época más feliz de mi corta vida».

En el colofón, una imagen blanco y negro ampliada por encima de sus posibilidades, muestra a un Paco Miranda haciendo esquí acuático en la cresta de la ola. «Última foto en recuerdo de la época más feliz de mi corta vida; no es una fantasmada, ¿eh ¡Es que los recuerdos son los recuerdos! Torremolinos, 1970», escribe el pianista a modo de despedida. Su mensaje se habría perdido para siempre si Carlos no llega a afinar la mirada para rescatarlo de la basura. Un quiebro al destino cargado de justicia poética con el músico, con Paco Tecla, con el pianista de oído, con el artista y con el amigo más pesado de Ava Gardner.

Créditos

  • Formato Alba Martín Campos

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur El pianista de Ava Gardner rescatado de la basura en Torremolinos