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Malaka y la huella de sus fundadores fenicios

EL RINCÓN DEL LIBRO MALAGUEÑO ·

Esta moderna y artística guía pretende hacer visible los restos fenicios que la moderna ciudad impide ver

FERNANDO ALONSO

Sábado, 7 de mayo 2022, 00:07

Roma nos legó una imagen oscura de los fenicios. Muchas veces los pintaron como usureros o adoradores de dioses que exigían sacrificios humanos. Los fenicios procedían de las actuales Líbano, Palestina o Israel y alcanzaron un alto grado de sofistificación y desarrollo. Expertos navegantes, conocían los secretos de los vientos, las estrellas y las artes de pesca. Dominaban la agricultura, la ganadería, la metalurgia y la cerámica. Inventaron el alfabeto. Solo ellos sabían el misterio de la púrpura, tan apreciada en la Antigüedad. Este tinte sagrado lo descubrió, según la leyenda, el perro sagrado de Hércules al masticar unos caracoles. Producir púrpura era carísimo, pues hacían falta nueve mil moluscos para conseguir un gramo.

Los fenicios llegaron a Málaga allá por el siglo IX antes de nuestra era. Se establecieron en el delta del Guadalhorce, el río silencioso, pero los mosquitos y las frecuentes avenidas hicieron que lo abandonaran y que fundaran Malaka, 'factoría', porque eso era para ellos nuestra ciudad: puerto y fábrica. El nombre de Malaka se puede leer en caracteres fenicios a la salida del túnel de la Alcazaba. Los fenicios se asentaron en una pequeña ensenada de no más de quinientos metros que se abría a los pies del monte de Gibralfaro. Se extendía entre la Catedral, la Aduana y la Coracha. De hecho, la Catedral de Málaga se ubica sobre un pequeño promontorio del espolón de roca que hace tres mil años se adentraba en el mar. Una bahía entre un monte y un río. Eso era Malaka. Entonces, casi toda la superficie del Centro de Málaga era pantanosa y el Guadalmedina desembocaba cerca de la plaza de Constitución. Una buena parte de nuestra ciudad se formó con los sedimentos depositados por este río a lo largo de la historia.

El objetivo de esta guía es hacer visible lo que la moderna orografía o las casas nos impiden ver. Como señalan sus autores, es fácil creer que lo que vemos siempre fue así y que nada cambia. ¿Cómo fue la Málaga que atrajo a los fenicios? Hoy, gracias a los avances de la arqueología, podemos saber mucho de lo poco. ¿Qué comían nuestros más lejanos ancestros? ¿De qué se morían? Desde hace más de cuarenta años la legislación obliga a realizar sondeos arqueológicos antes de acometer una obra. Al excavar el aparcamiento del túnel del Alcazaba se descubrió un hipogeo. Esta necrópolis demostró que la esperanza de vida de nuestros antepasados era de cuarenta años y que muchos padecían anemia.

Se han encontrado restos fenicios bajo el Museo Picasso (integrados hoy en el sótano), en el antiguo Colegio de San Agustín, en la calle Don Juan de Málaga (donde han aparecido restos de la antigua muralla). En el Rectorado se han excavado hasta 37 piletas de salazones de pescado y de garum, algunas apoyadas sobre un espolón de pizarra natural de color morado, como la bandera malagueña.

Esta guía esconde un libro divulgativo. Bellamente ilustrada, está editada en original formato apaisado. La artística maquetación, realizada por Elisa Romero y Proyectos MLK, muestra bien cuál es el futuro de la edición. La Guía de la Málaga fenicia está impresa en Gráficas Urania con la calidad que le caracteriza. Nos congratula que esté editada por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, quien se ha mostrado tan parca y escasa en publicaciones en los últimos años. El libro se presenta en edición bilingüe, con desplegables y un interesante mapa de rutas. Además, los subrayados permiten una lectura rápida para los estresados tiempos que corren.

Gracias a este bello libro aprendemos cómo vivían y morían los fenicios, sus costumbres, sus hábitos culinarios, sus trajes y adornos o su dependencia del medio ambiente. Pero, sobre todo, nos enseña la vocación marinera y mediterránea de los fenicios y de Málaga, ciudad milenaria, de las más antiguas de Occidente. Y que nuestra historia pudo empezar antes de lo que pensábamos.

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