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En su pequeña novela 'Lo infraordinario', Georges Perec convierte cualquier acontecimiento trivial en el andamiaje de un exquisito ejercicio literario. Una anécdota banal, una peluquería ... de señoras, los sonidos de la Rue Villin o un paseo sin rumbo por las calles de Londres se transforman en expediciones sorprendentes, en excusas para hallazgos luminosos. El eco de esa capacidad para transformar lo cotidiano en algo fascinante palpita en la obra de Pedro Cabrita Reis, cuya exposición en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC Málaga) remite, desde su título hasta su vocación expansiva, a otro relato de Perec: 'El gabinete de un aficionado'.
El título original en francés bautiza el proyecto 'Cabrita. Cabinet d'amateur' presentado este martes en el CAC Málaga como un cruce de caminos entre la exposición y la instalación, aunque al reputado artista portugués no le guste demasiado esa última palabra porque le recuerda a las propuestas que acaban convertidas en «decoración de interiores». Sea como fuere, la obra de Cabrita Reis (Lisboa, 1956) se sube por las paredes del espacio central de la institución municipal, que despliega hasta 224 piezas de diversos formatos, técnicas y sensibilidades estéticas para tomar el pulso a las cuatro décadas de trayectoria artística de esta figura referencial el arte portugués que ha presentado su trabajo en citas como la Documenta de Kassel (1992) o las bienales de Sao Paulo (1994 y 1998) y Venecia (2013).
«Me gustan los museos que parten de una utilidad anterior, este ha sido antes mercado y tiene aún esa memoria, un valor casi antropológico que está en la estructura de las funciones actuales y ese encuentro entre esas dos historias y esas dos funciones se vuelve muy estimulante para mí», admitía este martes Cabrita Reis, que enlaza ese encuentro entre lo mundano y lo espiritual con su propio trabajo, basado durante buena parte de su carrera en el empleo de objetos encontrados como base y soporte de su propuesta. Ahí están las sillas, los restos de neumáticos, los artículos domésticos y, sobre todo, las puertas, transformadas en lienzos sobre los que actúa este autor presente en las colecciones de instituciones como la Tate Modern y la Fundación Gulbenkian lisboeta.
Porque el propio Cabrita Reis ha recordado cómo su trabajo parte de su afán por «mirar y luego coger algo que aparentemente no tiene interés para otros» y convertirlo en un objeto artístico. Una filiación con el arte 'povera' a la que Cabrita Reis ha desembocado después de una primera etapa vinculada a la corriente neoexpresionista tan en boga durante los años 80 del siglo pasado, que dio paso a principios de la década siguiente a un paréntesis en su tarea como pintor para «abrir la puerta» de la escultura, representada en el CAC Málaga con cinco piezas de bronce situadas en el espacio central del montaje.
Sin embargo, el peso visual y conceptual de la abigarrada muestra del CAC Málaga lo lleva la pintura, en concreto, la reflexión sobre la propia vigencia del soporte pictórico en la escena contemporánea que tanto ha ocupado no sólo a Cabrita, sino al propio centro malagueño. No en vano, el CAC ha hecho de este asunto una de sus líneas argumentales irrenunciables desde su apertura allá por 2003, tal y como ha vuelto a reivindicar la directora artística de la institución, Helena Juncosa, quien ha confesado cómo la presencia de Cabrita en las salas del CAC ha sido un largo afán acariciado desde hace más de un lustro.
Esa espera concluye ahora con una muestra que brinda tanto la evolución plástica de Cabrita, como también algunos de los asuntos recurrentes en su obra, como «el espacio, el territorio, la memoria o la arquitectura», por citar los ofrecidos por la directora artística del CAC Málaga. Así, Juncosa ha puesto el acento en cómo el trabajo de Cabrita «permite crear asociaciones muy diversas» a través de piezas que destilan «la poesía de las cosas cotidianas».
Una poesía plástica reunida en una exposición que «no es la típica retrospectiva», según Juncosa, ya que la mayoría de las piezas están realizadas en los últimos años y, además, proceden de la propia colección del artista. Porque Cabrita se ha presentado a sí mismo como un coleccionista «obcecado y furioso» de objetos diversos y de su propio trabajo. Y se afán por mantenerse cerca de su obra le ha permitido plantear su exposición en el CAC Málaga como un proceso donde el montaje de cada una de las 224 piezas en el espacio asignado ha representado una parte esencial de la propia propuesta.
Una disposición de apariencia febril donde los lienzos conviven con dibujos, esculturas y objetos encontrados. Y aquí de nuevo, las puertas. Al fin y al cabo, como dice el propio Cabrita: «Aquí hay 224 puertas por las que salir de este laberinto caótico». Así que pasen y vean. Al otro lado espera la fascinación de lo infraordinario.
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