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LUISA LA CHARINA

GONZALO ROJO

Sábado, 4 de noviembre 2017, 00:37

Al hablar de las mujeres en el flamenco se hace a veces necesario hablar también de su belleza física. No es que todas las flamencas hayan sido auténticas beldades, pero una gran mayoría, y de manera particular las malagueñas, han tenido su gracia y su encanto. El cantaor y escritor sevillano Fernando el de Triana, que tanto y también conoció a las artistas malagueñas durante sus dilatadas estancias trabajando con ellas en los cafés cantantes La Loba, España, El Chinitas, etc., en su conocida obra «Arte y artistas flamencos», habla con frecuencia de la belleza de las artistas de Málaga, al comentar la elegantísima figura de La Trini, del prototipo de majeza y simpatía que era La Cuenca, de la verdadera belleza malagueña encarnada en Mariquita Ruiz 'La Bonita', o a la gracia gitana de La Camisona.

Y este es el caso concreto de Luisa la Chirrina, cantaora guapa donde las hubiese. Por testimonios escritos de quienes llegaron a conocerla, Luisa la Chirrina fue una de las mujeres más guapas que se pasearon por la Málaga de la segunda mitad del XIX y según explicación de viejos aficionados, tuvo que dejar de pasear por la calle de Larios debido a que la piropeaban hasta las propias mujeres. Nacida en el barrio de la Victoria al comienzo de la segunda mitad del siglo XIX, como cantaora, fue una excepcional intérprete del fandango abandolao, cosa que más tarde dejó entrever en su malagueña, cuya letra más popular es la que dice: «Pensamiento aónde me llevas / que no te pueo seguir,/ no te metas en callejuelas / de donde no puea salir,/ porque me ajoga la pena».

José Luque Navajas hace dos observaciones a esta letra: una, que ya se escuchaba también por soleá de Ramón el Ollero, cantaor sevillano, soleaero y contemporáneo de esta malagueña, y dos, que para su adaptación le adicionó La Chirrina un verso más. Cosa innecesaria, pues con repetir el cuarto queda completo el cante. El cantaor cartameño Cipriano Díaz Ramírez, más conocido como Cipriano Pitana, se basó en la malagueña de La Chirrina para hacer la suya, cuya letra comienza diciendo: «Para más martirio darme...». Luisa la Chirrina actuó en los más importantes cafés cantantes malagueños, aunque siempre tuvo cierta debilidad por el Café España, en el que trabajó junto a su compañera La Chilanga y a otras destacadas figuras del cante y del baile. Murió en la ciudad que la vio nacer, muy admirada por todo el público aficionado, en el primer tercio del siglo pasado.

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