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María Fasce y Alberto Fuguet, ante la puerta de la residencia literaria del CAL en Málaga. Salvador Salas

La nueva residencia literaria de Málaga: de la ganadora del Café Gijón al escritor maltratado por España

La argentina María Fasce y el chileno Alberto Fuguet pasan por el nuevo programa para autores del Centro Andaluz de las Letras. Un encierro que han aprovechado para dar un empujón a sus próximas novelas

Paco Griñán

Málaga

Lunes, 9 de diciembre 2024

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La puerta de madera maciza es de las de antes. Su aspecto rima con el nombre de esta residencia: El Convento. Reina el silencio en la estrecha calle Marquesa de Moya roto por el timbre. Ring, ring. Eléctrico y de estos tiempos, no de los conventuales. Pero nadie abre y tiene cierta lógica. Es un lugar de retiro. Al menos a eso han venido hasta aquí dos escritores, María Fasce (Buenos Aires, 1969) y Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1963), que deben estar en sus mundos literarios porque nadie abre. Ring, Ring, insistimos. Al cabo de un rato, el portón cede. El primero en aparecer es el autor y cineasta, de luto riguroso. Muy acorde con el sitio. También viste de oscuro la escritora argentina, aunque la chupa de cuero negro le da un toque golfo a lo que parece el uniforme de la casa. Esa en la que la reciente ganadora del premio Café Gijón con 'El final del bosque' y el autor de 'Ciertos chicos' se han aislado para escribir sus próximas novelas gracias al nuevo programa Residencias Literarias del Centro Andaluz de las Letras en Málaga que apura los últimos días de su primera edición. Por aquí han pasado ellos y otros cuatro autores más.

María Fasce venía con una novela en mente, pero se lleva dos. Salvador Salas

«Yo no lo tenía pensado, pero en mi novela se ha colado Málaga y además lo ha hecho de una forma supernatural»

María Fasce

Escritora y editora

Tras las fotos de Salvador Salas en esa fotogénica y robusta puerta que guarda los secretos literarios de nuestros protagonistas, entramos en la residencia que se ha convertido en su morada en las últimas semanas para que nos hablen de su encierro. Atravesamos un zaguán, un patio andaluz con su pequeño claustro y entramos en un salón comunal con sillones más cómodos de los que se presuponen en un convento. Todo en su sitio, pero en la mente de los escritores todavía resuena la fiesta de anoche en la que participaron estudiantes de Bellas Artes. Un convento moderno, queda claro. La primera en descubrir el motivo de su viaje a Málaga es Fasce, que comparte la escritura con su otra profesión, la edición, y recurre a Rosa Montero para contarnos que ella está experimentado lo que la escritora ha bautizado como Teoría del Embudo.

«La cabeza se pone en funcionamiento de manera distinta cuando te dedicas exclusivamente a escribir, las ideas se encadenan de otro modo, como dice Rosa», asegura la ganadora del Gijón y editora, que agradece este mes de residencia malagueña en el que se ha quitado hasta de la música. «Me lo he impuesto para no hacer pausa y hasta cuando salgo a caminar por la playa todas las tardes no llevo cascos, sino un papel. De hecho, el otro día por la Malagueta se me ocurrió una vuelta al final de lo que estoy escribiendo», recuerda la autora, que se ha quitado la chaqueta para lucir un poco de blanco entre tanto vestuario negro. El embudo le está funcionado a la perfección, ya que no solo ha cumplido el objetivo que había presentado a esta residencia literaria.

La oficina en una cafetería

«Me voy de Málaga con dos cosas, por un lado la corrección de una historia ambientada en Arcos de la Frontera, 'Dos extraños', con la que incluso gané un premio, pero sentía que no estaba terminada. Lo concluí la primera semana, así que me he puesto con otra novela que había pensado en Madrid y transcurre en Ávila», explica María Fasce que, para esta última, pone su espíritu crítico en el retrato de un centro de meditación que explota la moda de la vida sana. Para ambientar el libro también le ha venido de perlas este retiro malagueño que su compañero de conversación, el chileno Alberto Fuguet, ha bautizado en redes sociales como «vida monástica» junto a una desierta foto de la judería.

Alberto Fuguet está escribiendo una novela ambientada en la Expo 92 de Sevilla. Salvador Salas

«España no me ha tratado muy bien. Tal vez es que es un coñazo publicar a los latinos aquí, lo cual me parece legítimo porque América es otro idioma»

Albergo Fuguet

Escritor

Pese a lo escrito, el autor confiesa que ni se ha enclaustrado ni a él le funciona la teoría del embudo. «La verdad es que me encanta el sitio, pero los primeros días me encontraba raro, como castigado a hacer el servicio militar y no pude escribir nada», admite Fuguet, al que le ha servido patearse la ciudad hasta que encontró su 'oficina' en calle Victoria, en la cafetería Pistacho y Azafrán. «Allí la gente me habla, hay bullicio y eso me encanta y me ayuda a escribir», cuenta el narrador, que desvela que la novela que está tramando se ambienta en la Sevilla del 92 y en un episodio hoy casi olvidado, pero muy novelesco: el iceberg que expuso Chile en el pabellón de la Expo. «En mi país fue muy polémico, pero resulta que aquí tuvo éxito aquel trozo de hielo que salió como un iceberg de cuatro metros y acabó reducido al final a un trozo de hielo de poco más de una silla porque todo el mundo lo quería tocar», adelanta el autor que tiene claro que aquella idea para llamar la atención que hizo su país no se haría hoy día por evidentes motivos medioambientales.

En cuanto a que la ciudad que los ha acogido forme parte de esos relatos ya se verá. «Yo no lo tenía pensado, pero en mi novela se ha colado Málaga y además lo ha hecho de una forma supernatural», revela Fasce que tras este paréntesis volverá a su otro yo, el de editora, una profesión a la que no pretende renunciar por la escritura. «Si tuviera que elegir entre una de las dos sería un problema porque me fascinan, aunque son casi opuestas. Como escritora me cuesta editarme a mí misma, pero creo que tengo un talento para buscar la mejor versión de los libros de los demás», desvela María, que es directora literaria de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books. En cuanto a sus novelas, las publica donde la quieren. Y la próxima será en Siruela como ganadora del Café Gijón con 'El final del bosque'.

Alberto Fuguet y María Fasce, en el patio de la residencia en la que ha compartido vivencias y libros. Salvador Salas

«Empieza con un crimen, como hacía Patricia Highsmith que me encanta, aunque en ninguna de mis historias ha habido crímenes hasta ahora», adelanta María Fasce que no puede hablar mucho del libro que se publicará en 2025, aunque nos adelanta algo sorteando las reservas de la editorial: «Es una gran historia de amor y también familiar sobre tres hermanos que se recluyen en un bosque tras la muerte de sus padres. Ahí va emergiendo el pasado familiar frente al silencio, ese que se respiraba en la dictadura en mi país, por lo menos en mi familia que era conservadora y no hablaba de lo que estaba pasando, como ocurría en muchas otras casas», revela la autora, que se va de Málaga con los deberes hechos.

«España no me ha tratado muy bien»

También se va con la cabeza llena Alberto Fuguet que, pone cara de sinceridad, casi de disculpa, para decir que la ciudad no aparecerá en su novela. «No estoy escribiendo de Málaga, pero me ha dado muchas ideas para la novela», asegura convencido para rematar con agilidad de goleador: «Sé lo que escribí acá y ese es el mejor recuerdo, he conocido Málaga escribiendo». En su balance vivió el autoconfinamiento de la Dana, mientras que también el espíritu crítico para advertir que el casco urbano «está más lleno de lo que uno necesita», una sensación que comparte cualquier malagueño. Se ha encontrado con un país muy diferente al de su próxima novela, aquella España del 92 que «estaba intentando entrar en el mundo» y una época también trascendental ya que los noventa fueron los últimos «del mundo analógico antes de la era digital».

Esa futura novela le gustaría que se publicase en nuestro país que, no oculta, es un territorio que se le resiste. «A mí España no me ha tratado muy bien, pero me doy cuenta que hay posibilidades con los lectores de aquí. Tal vez es que pertenezco a otro tipo de ideología y es un coñazo publicar a latinos aquí, lo cual me parece legítimo porque América es otro idioma y los editores eso lo tienen más claro», argumenta el escritor que, no obstante, no está del todo de acuerdo con esta realidad y la dificultad de los autores iberoamericanos para entrar en las librerías españolas y viceversa. «Hay algo que no está funcionando, porque somos bastante más parecidos de lo que creemos», constata el escritor chileno que abrocha dejando las cosas en tablas: «Tampoco uno puede tratar de conquistar un país». Por lo pronto, ha puesto una pica en Málaga. Y como María, la ciudad se la lleva puesta.

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