La impro ya no improvisa en Málaga
La improvisación teatral se consolida en la programación cultural de la ciudad con shows todas las semanas, multitud de escuelas y un público cada vez más numeroso
Carlos Zamarriego
Domingo, 1 de junio 2025, 00:16
Lucía Blein tiene 54 años y es profesora de Geografía e Historia en un instituto. Pero los lunes por la noche se sube a un escenario y se presenta como «la señora de Impro Pechá». Desde 2019 es improvisadora en la compañía malagueña y compatibiliza los dos trabajos sin perder la sonrisa. «Saco el tiempo de donde sea», comenta convencida, «tengo 3 hijos, y al principio me daba miedo no llegar a todo. Pero he visto que sí. Y es muy bueno porque la impro es completamente diferente a lo que hago el resto del día, es un descanso mental. Cuando vuelvo a casa siempre llego contentísima». Blein empezó haciendo impro «sin ver impro», porque en Málaga era casi imposible. «Esto empezaba y yo estaba allí», resume sus comienzos. Un panorama que ha cambiado radicalmente. Un reportaje sobre la impro en esos años hubiera comenzado explicando en qué consiste este formato teatral basado en improvisar historias en directo, pero seguramente ahora ya no es tan necesario. «Cada vez hay más gente que me reconoce», dice Blein, que asegura que en Málaga la demanda está creciendo mucho.
Una de las reglas fundamentales de la improvisación teatral, donde no hay guion y ninguna función se repite dos veces, es decir sí a todo lo que se plantea en escena. Un mantra que parece que se ha repetido en la vida los protagonistas de este reportaje: todos dijeron sí en algún momento a la espontaneidad y adrenalina de actuar sin texto, dijeron sí a formarse en Madrid con los mejores, dijeron sí a dejar sus trabajos para apostar por sus propios shows, dijeron sí a abrir su escuela en pandemia, a abrir sus propias salas ante la falta de espacios y superaron (y siguen superando) mil obstáculos para dedicarse a lo que más le gusta.
«En Impro aprendemos que el error hay que abrazarlo, porque estamos improvisando, no sabemos absolutamente nada de lo que va a suceder, no hay nada pactado», resume Rafa Frías. Nacido en Frailes, un pueblo 1.500 habitantes de Jaén, es cofundador de Alinkindoi, compañía malagueña con cuatro espectáculos de impro activos. Frías insiste: «van a surgir cosas que no estaban planificadas y que se pueden interpretar como un error, pero ese error a la misma vez es una nueva oportunidad que nos permite crear algo nuevo, algo que nadie preveía». Habla de la impro pero podría estar hablando de su vida. Cuenta que salió de su pueblo rumbo a Málaga para estudiar Economía, empujado por las expectativas familiares. «Mi padre se dedicaba a la banca, siempre en la misma empresa. La empresa para él también era familia», cuenta Frías. En Málaga algo despierta su interés: el escenario. «Estando en la carrera me presento a un concurso de monólogos que organizaba el periódico La Magna. Se hacía en el Teatro Cervantes. El primer año quedé segundo. Después, al siguiente año, lo gané».

Una semilla que quedará dentro, latente, esperando la oportunidad de crecer, mientras Frías sigue el plan trazado con un máster de marketing en Granada y un trabajo en Madrid en un departamento de control de riesgos financieros. «En Madrid busqué algún tipo de curso relacionado con los monólogos, pero un compañero de trabajo me habla de algo que se llama la impro», relata Frías, «pero yo no tenía ni puñetera idea de lo que era. A partir de ahí la impro cada vez empezó a estar más presente en mi vida». ¿Por qué? «Te permite mucha liberación, te permite conectar con personas muy distintas, te permite comprender qué cosas hacemos en el día a día que no benefician absolutamente a nadie».
Un día, en una reunión como tantas en su trabajo, Rafa Frías se puso a llorar sin ningún motivo. «Exploté literalmente estando trabajando, porque yo no comprendía qué hacía, entendía que mi trabajo no aportaba absolutamente nada». Y el analista de riesgos decidió arriesgar con lo que le gustaba: «tomé la decisión de enfocarme en aquello que realmente me llena, que me mola, que disfruto, decido que, lo que era el hobby, lo voy a profesionalizar». Volvió a Málaga y fundó Alikindoi, una compañía y escuela que sobrevivió incluso a la pandemia. ¿Empieza a haber un público que está demandando cada vez más impro? «Sí, sí, vamos, se nota», responde rápidamente Frías, que apunta hacia «esa gente que viene a Málaga de otras partes de España o del mundo, de ciudades en la que había ese tipo de cosas y que también demanda y busca aquí».
Cada vez más impro
La improvisación teatral ya no es una novedad en Málaga, sino una realidad con una oferta que se va quedando corta. Al menos tres compañías tienen shows fijos todos los meses. La compañía granadina La Tetera baja su espectáculo IMPRöV una vez al mes a La Cochera Cabaret. La malagueña Alikindoi realiza su show '¿Quién es quién?' una vez al mes, y una Jam cada dos meses, en Backstage Academy, en Avenida de Velázquez. Pero es la pionera Impro Pechá la que puede presumir de tener un público que se junta todos los lunes en La Polivalente de la calle Lagunillas desde hace seis años.
«Nacimos sin ninguna expectativa, no cobrábamos ni entradas, éramos muy novatos en ese sentido y teníamos muchos miedos», recuerda Fran Camacho, uno de sus fundadores, «en aquella época todo era campo y el público al principio flipaba porque decía: esto, ¿qué leches es?». Camacho es licenciado en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, pero descubrió la impro en Madrid, donde se formó en las escuelas de Jamming y El Club de la Impro. «Madrid es la cuna de la impro, es otro nivel, podías ver espectáculos todos los días», cuenta Camacho, «el tiempo que estuve fui una esponja absorbiendo muchísimo de toda la gente maravillosa que había en aquella época por allí». Aprendió que la palabra improvisar no es sinónimo de no saber lo que haces. «Al contrario, improvisas porque lo tienes todo tan medido que eres capaz de salirte de lo establecido para mejorar lo que necesitas». Ahora Impro Pechá se ha profesionalizado, con una escuela de unos sesenta alumnos, y Camacho además ha puesto en pie su propia sala, «humilde y chiquitita», a la que llamó Espacio La Amarilla. «Vi un local que me encajaba, eché las cuentas, me apreté el culo y me tiré al vacío» explica para luego lamentar la falta de espacios culturales: «Necesitamos 10 Polivalentes en Málaga». En su local, además de talleres, organiza una Liga de Impro a la que se puede acudir como público por 5 euros.

De Granada a Málaga
No sólo se puede ver, también se puede aprender. Entre Impro Pechá y Alikindoi suman un centenar de alumnos. A estos hay que añadir los sesenta de la Escuela de Impro de Málaga, iniciativa del granadino Rafa Villena, de La Tetera. «Yo ya llevaba años yendo y viniendo a Málaga para formar», asegura Villena, que vio clara la oportunidad, «en Málaga había una carencia enorme de improvisación y mucha demanda, el boom es de hace tres o cuatro años para acá». ¿Cómo es el perfil de los alumnos? «En torno a los 40 años, con profesiones que necesitan de oratoria, habilidades sociales... Hay muchas ganas de formarse de improvisador para adquirir herramientas para otro tipo de trabajos», explica Villena, «y también viene mucha gente que encuentra las clases de impro como un añadido a la terapia. Para abrir círculos y conocer gente nueva».
Esta simbiosis entre Málaga y Granada se cierra con los 'match', donde periódicamente se enfrentan equipos de improvisadores de las dos provincias. «El público decide quién lo ha hecho mejor, es muy divertido», explica Javier Martínez, jefe de producción de La Cochera Cabaret, la sala que gestiona junto a Salva Reina y que acoge estos enfrentamientos. Martínez lo tiene claro: «El crecimiento ha sido espectacular, tenemos en Málaga grandísimos actores de improvisación». Confiesa que «cada vez nos vienen más propuestas de impro», un formato con el que quisieron apostar al poco de abrir con La Tetera, «con poca respuesta al principio, pero ellos fueron perseverantes y conseguimos que ahora, cuando vienen una vez al mes, hagamos 'sold out'». Y cierra con una frase improvisada pero rotunda: «Lo de la impro en Málaga va pa' arriba… ¡a tope!».
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