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La acróbata circense Victoria Castillo Ávila Blanca Duque Serrano

Victoria Castillo: riesgo y pasión por la acrobacia circense

La malagueña Victoria Castillo Ávila se dedica en cuerpo y alma a una profesión de altura

Blanca Duque Serrano

Málaga

Domingo, 19 de septiembre 2021, 00:25

Tiene los pies negros de tanto entrenar pero no es eso lo que más llama la atención en el local que ha alquilado en el Polígono el Viso. Allí la elegancia de su espectáculo colisionaba con un atrezo de garaje y trastos. Sus brazos son fuertes y están sujetos a unas telas rojas que se encuentran colgadas a metros sobre ella. Con su mano derecha las señala y dice: «Si te caes de esa altura en la que estás, que está a cuatro metros o a seis, lo mismo te quedas ahí».

Victoria Castillo Ávila es una joven de 24 años que está terminando sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga (ESAD). A tan temprana edad ya ha conseguido sacar adelante, junto a sus compañeros, un grupo de espectáculos que trabaja por contrataciones y abarca proyectos a lo largo de Andalucía. Hoteles, recintos de celebraciones particulares, restaurantes e incluso lugares públicos, han sido los escenarios de esta acróbata circense que derrocha ganas por un estilo de vida en el que también trabaja con espectáculos de fuego y aro.

Nada más entrar en su perfil de las redes sociales aparecen vídeos impactantes con ella colgada a metros de altura de un aro que sostenía una grúa en Marbella a diez metros del suelo. «Esta profesión tiene tanto riesgo como ser taxista, es decir, si tu sabes conducir y lo haces de manera consciente y sin confiarte y teniendo respeto por lo que estás haciendo no te va a pasar nada», explicaba Victoria Castillo. Sin embargo, no se olvida de mencionar el peligro que corren estos especialistas por las situaciones inseguras con las que se trabaja en esa profesión.

«La precariedad laboral es lo que hace que nuestro trabajo sea peligroso», sentenciaba la artista. Para ella, el recortar el presupuesto de un evento es algo que pone en riesgo la seguridad de las actuaciones. La infraestructura adecuada, los materiales idóneos, la supervisión del estado de los elementos o algo tan simple como un ensayo previo a la puesta en escena, son algunos de los consejos que Victoria Castillo considera esenciales para mejorar las condiciones laborales de los acróbatas, y con ello evitar accidentes.

Blanca, impoluta, radiante y con cinco botones de pedrería en la nuca, aparecía una vestimenta que destacaba sobre las telas rojas. La ropa que llevaba la acróbata pasó de ser un conjunto de entreno, que pasa desapercibido, a un vistoso mono digno de los más grandes escenarios. Victoria Castillo respondía a todas las preguntas vestida con la sencillez más pura, mostrando el lado que no se ve del artista «las largas horas de preparación que la gente no ve». Tras responder a todo, se maquilla y se viste con un traje hecho a medida. El coste de la indumentaria es algo que le ha llegado a costar más de 100 euros por pieza, no por lo bonito que sea, los detalles de encajes y transparencias que tenga o el ajuste perfecto a su cuerpo, sino por la necesidad de recurrir a profesionales que además de la destreza en la costura entiendan de telas, de ejercicios acrobáticos y efectividad de los tejidos. «Según qué tipo de material te escurres o te adhieres mejor al elemento que utilices», relataba.

Con posturas imposibles, descensos a toda velocidad desenredándose por las cuerdas y contorsiones que la sociedad asigna a los impresionantes números de El Circo del Sol, Victoria trepaba y descendía como si hubiese nacido pegada a la tela, como si sus brazos fuesen la prolongación de los hilos que la mantenían en ese baile aéreo, complejo y armonioso. «Yo no sabía que esto era una opción, que esto era una salida profesional», comentaba. Cuando era una niña Victoria Castillo Ávila desconocía que esto podía ser un proyecto de futuro, pero hoy día no lo cambiaría por otra profesión. En casa son conscientes de la magnitud de los daños que puede tener en esta profesión, pero a la par se muestran como un apoyo para la acróbata, quien contrarresta los comentarios derrotistas o críticos de algunas personas con el respaldo de su entorno y con la gratificación que siente al verle las caras a los niños y los abrazos cálidos que desprenden los aplausos de los espectadores.

Sentada en el suelo y tras haber saltado de pregunta a pregunta, como si de una de sus actuaciones se tratara, la artista se preparaba para dar un salto que la llevaría de las experiencias personales a las valoraciones profundas sobre la neurodivergencia en el deporte. «El cuerpo no da frutos inmediatamente», ese es el lema que aúna toda la reflexión de Victoria Castillo. Los deportistas, como los acróbatas o profesionales que trabajen con su cuerpo, requieren de una rutina y constancia que es difícil de compaginar cuando lo psicológico no baila al compás que los pasos del estado físico. «Hay días que dices: ¡Yo lo dejo todo y me busco un trabajo de oficina!», bromeaba entre risas. Porque ella es consciente del estrés con el que tienen que lidiar las personas que preparan diariamente su cuerpo, ya que en ocasiones no hay resultados esperados, no todos los días son buenos días de entreno, repetía la artista.

Sobrevolando el suelo de la nave con una postura invertida miraba a cámara mientras brindaba un espectáculo privado. Paradójicamente tenía los pies a metros de altura del pavimento a la par que bien arraigados al suelo, porque Victoria Castillo es una acróbata circense capaz de perseguir sus sueños y desarrollarlos de un modo creativo, a la par que es crítica y consciente de que vive bajo la precariedad en un estilo de vida marcado por el riesgo y la pasión.

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