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Francisco Griñán
Miércoles, 9 de noviembre 2016, 01:11
Nada más subir al ring se saludaron con cariño. Como los buenos boxeadores que quieren ganar, pero que tienen como primera regla la fraternidad. Cada uno se sentó en su rincón y el árbitro Salvador Moreno Peralta tomó el micro para presentar la velada: a un lado, el «bombardero del Rincón de la Victoria», Manuel Alcántara, y al otro, el aspirante del Campo del Gas, José Luis Garci. Y nada más sonar el gong, el campeón demostró porque es un maestro en amagar y golpear. «Cuando me preguntan por qué a un poeta le puede gustar el boxeo, yo les digo que no me gusta ni me divierte, sino que me emociona», dijo Alcántara, que lanzó su gancho al sentenciar: «El boxeo puede llegar a bordear el arte». Un sentimiento que el propio poeta y columnista de SUR tradujo en palabras en sus crónicas pugilísticas de décadas atrás y que leía un joven Garci que ayer reconoció que su último libro, Campo del Gas (Notorious Ediciones), es deudor precisamente de aquellos artículos de su amigo «Manolo».
La presentación de este homenaje de José Luis Garci al boxeo, que lleva por título el nombre el ring madrileño al que acudía cuando era pequeño con su padre, reunió ayer en Ámbito Cultural al cineasta y al poeta que recordaron su primer encuentro en el restaurante La Tortuga en el que hablaron de literatura, periodismo, fútbol y, por supuesto, Cassius Clay. El cineasta aseguró que «Marca fue uno de los periódicos mejor escritos de nuestro país» gracias a las crónicas de Alcántara, que retrató con su máquina de escribir al mismísimo campeón de los pesos pesados cuando ya había renacido como Muhammad Alí.
Y como si fuera ayer, el poeta y periodista malagueño, que hacía un momento había dicho que su «viejo corazón llevaba ya muchos combates y 21.000 artículos en prensa», regresó sin despeinarse a Landover (EE UU) para narrar como si lo estuviera viendo en primera línea de ring los juegos de Alí con el español Evangelista hasta que en el séptimo asalto le dieron la señal para que acabara el combate. «Convencieron a Cassius con un sobresueldo para que no se diera prisa en tirar a Evangelista y cuando le avisaron dijo que ya no podía, por lo que el español bastante más joven se creció», rememoró Alcántara que también descubrió a Alí como el «mejor orador». Un guante que recogió Garci que lanzó un golpe todavía más contundente: «Clay fue un publicista más grande que Dalí».
Otros campeones en lo suyo como Warhol, Frazier, Legrá o Messi también se subieron al ring de Garci & Alcántara, que dieron toda una lección de combate entre caballeros. Y como al boxeo no se juega, sino que se pelea, el cineasta optó por «tirar la toalla» porque el poeta es un «profesional» y «no le duro ni dos asaltos». No obstante, el árbitro Moreno Peralta pudo comprobar que a estos púgiles era difícil de callar. Razón de más para no proclamar vencedor. Más que nada porque los que ganamos fuimos las decenas de espectadores que no nos perdimos en vivo y en directo este inédito combate del siglo.
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