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NOELIA GR. HOYOS
Martes, 1 de diciembre 2020, 00:03
Todos tenemos marcado en nuestra memoria a ese profesor que pese a las travesuras de los compañeros de clase seguía al pie del cañón; o a aquella profesora que pronunció esa frase que se viene a la cabeza cada vez que toca tomar una decisión importante. A ellos y a todo el gremio se les rinde homenaje cada 27 de noviembre en España en honor a San José de Calasanz, un sacerdote y pedagogo considerado como el precursor de la educación moderna, gratuita y universal. Este año con una diferencia. Por primera vez, se celebró a través de una pantalla debido a las medidas tomadas por la Universidad de Málaga como consecuencia de la pandemia por coronavirus.
Desde que se declarase el estado de alarma en el mes de marzo y apareciese en la vida de todos esta enfermedad, el trabajo del docente se ha convertido en el centro de todas las miradas, en la mayoría de casos para ser diana de críticas. «De viernes para lunes», explican los profesores entrevistados acerca del cambio radical que tuvieron que llevar a cabo al comenzar el confinamiento. Ataviados hasta ahora con material físico para impartir sus clases, tuvieron que transformarlas a la modalidad 'online' de la mejor manera posible para intentar que sus alumnos no notasen la diferencia y pudieran mantener su rutina.
La conciliación laboral y familiar ha sido otro punto en discordia durante todo estos meses en casa. En especial, el conjunto de docentes habla de más horas de las correspondientes dedicadas al trabajo, incluyendo en muchos casos sábados y domingos para poder sacar adelante las clases, a las que se le suman las obligaciones del hogar. En especial, las mujeres parecen haber sido las más afectadas por esta medida, haciéndose responsable en muchos casos de tareas de más.
Pese a las circunstancias a las que se enfrentan, todos coinciden en que les merece la pena dedicarse a la enseñanza y que si pudieran dedicarse a cualquier cosa y volver atrás en el tiempo seguirían siendo docentes. La satisfacción de ver a sus antiguos alumnos en la calle dedicándose a lo que realmente querían es el premio que obtienen de tantas horas de dedicación. «Pensar que en algún momento he podido decir alguna frase o hacer algo que al alumno le ha podido marcar en su trayectoria o cambiar el rumbo de su vida es una gran responsabilidad, pero es una alegría muy grande», comenta la profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud Raquel Cantero.
Uno de los graves problemas en esta profesión es la falta de vocación por parte de algunos maestros que enturbian la labor del resto. Profesores frustrados, que no saben comunicar, centrados en la investigación o que aparentemente sólo buscan estabilidad son algunos de los motivos por los que durante el confinamiento los alumnos han sufrido el abandono mientras no podían acudir a clase.
«Los buenos en cada profesión son aquellos que se involucran totalmente en su trabajo porque les gusta. Da lastima que entren en las profesiones personas a las que no les gusta su trabajo. Puede darse el caso de personas que les guste mucho una materia o una disciplina, pero no va de la mano con su pasión por enseñar», explica José Francisco Rodríguez, profesor en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Facultad de Turismo.
Hablamos con algunos profesores de la Universidad de Málaga para conocer cómo es ejercer su labor en este momento histórico excepcional.
Raquel Cantero. Facultad de Ciencias de la Salud (6 años dando clases en la UMA)
Fisioterapeuta de profesión y experta en la rehabilitación de la mano, ha pasado por tres universidades diferentes, pero tiene muy claro que «en la UMA se está muy a gusto». La pandemia le sorprendió prácticamente a la misma vez que recibía el aviso por parte de la Universidad de Málaga explicándole que tres días después comenzaba a dar clases 'online'. «Tuvimos que pasar de dar docencia presencial a 'online', sobre todo cuando había docentes que no estaban acostumbrados a trabajar con sistemas informáticos», señala. Pese a los intentos por conseguir «normalidad», comenta que, aunque el contenido fuera el mismo a través de la pantalla, el alumnado no interactúa de la misma forma y se pierden cosas tan básicas como el cara a cara. «Soy una profesora muy activa en clase, que se mueve, que gesticula mucho, etc… y esto les hace entrar en una temática totalmente diferente», explica con pena.
Tal ha sido el esfuerzo por su parte que ya forma parte de todas las redes sociales, desde Facebook hasta TikTok, conquistando a sus alumnos con vídeos de contenido de clase, pero desde un punto de vista más animado. «Ha sido la única opción que he encontrado para que me tengan en el móvil», afirma Raquel Cantero.
La profesora relata que en su confinamiento «ha tenido suerte de contar con niños prácticamente autónomos, pero queda mucho por hacer». Además, señala que «hablando con docentes no veo la misma percepción en las mujeres que en los hombres por el tema de que intentamos seguir con las riendas de casa y con las de la facultad. La pandemia nos ha puesto a prueba a todos, pero sobre todo a las mujeres». «Si salimos de esta, yo creo que después dar clases presenciales va a ser lo más fácil del mundo», concluye.
Francisco José Rodríguez. Facultad de Filosofía y Letras y Facultad de Turismo (25 años dando clases en la UMA)
Apasionado del arte y dedicado a preservar la idea de patrimonio cultural entre sus alumnos, este profesor acaba de cumplir 25 años como docente en la institución rodeado de un ordenador, una webcam, un micrófono y los libros de su despacho de casa. «Me sorprendo cada día cuando me conecto y veo que, aunque sean las 8:30 de la mañana, están ahí todos mis alumnos. Además, cuando se despiden no dejan de dar las gracias, de decir que les ha gustado y que ha sido interesante, en definitiva, hay lo que se denomina 'feedback' muy intenso», señala el profesor de la UMA en relación a sus clases 'online'.
Aunque se llama así mismo «afortunado» en cuanto a la conciliación familiar y laboral, el bando de ancha está muy solicitado en su casa y es que, cuando coinciden todos los miembros de su familia teletrabajando y estudiando, sus alumnos lo notan. Sin embargo, si tuviera que sacarle una pega a esta nueva modalidad de enseñanza, Rodríguez afirma que «desde que todo es 'online', empiezo el lunes a trabajar y llega el viernes y no tengo necesidad de ir a la calle y aprovecho cualquier oportunidad para ir a comprar el pan o cualquier recado para que me de el sol un rato. Antes, salía para dar clases, para reuniones y ahora parece que no pongo nunca los pies en la calle».
«Sinceramente, me encanta dar clases y lo disfruto mucho. Tengo muchísima suerte de dedicarme a lo que me apasiona. Se de compañeros que hacen cuentas para ver lo que han cotizado y para ver lo que les queda para jubilarse. Yo no tengo ninguna prisa para eso y, si tengo salud, espero aguantar hasta que pueda, sin pensar en la pensión», concluye.
María Eugenia González Facultad de Ciencias de la Comunicación (16 años dando clases en la UMA)
Ha pasado por todas las etapas académicas dentro de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, desde alumna hasta profesora titular. Ahora, se ha tenido que enfrentar a otro reto más, la educación 'online' y la conciliación familiar con dos pequeñas en casa.
«Ahora está todo bastante bien, pero en marzo nos pilló de forma abrupta el cambio y no estábamos preparados del todo», señala la docente en relación a su experiencia dando clases cuando se declaró el estado de alarma. Sin duda, su verdadero reto ha sido «duplicarse», ya que, según explica ella misma, «teníamos que ser docentes fuera y dentro de casa, fue muy complicado para mí».
Como medida excepcional para acercarse al alumnado en esos duros momentos, se le ocurrió facilitarle su número a todos sus estudiantes, para estar disponible siempre vía whatsapp, plataforma que le ha sido muy útil para contestar dudas todo el día. «Estoy deseando saber la puntuación que he obtenido en las encuestas al alumnado, pero no por la puntuación sino por saber si ha funcionado realmente. Me ha supuesto mucho trabajo y realmente se lo he quitado a horas de sueño», comenta.
Considera que su profesión se ha volcado durante estos meses con los estudiantes pese a haber sido injustamente centro de críticas y que las nuevas medidas impuestas nunca podrán sustituir el trabajo del docente, ya sea de forma presencial u 'online'. «Creo que la mayor parte del profesorado se ha entregado al máximo en este contexto histórico y excepcional. Es muy importante la figura del profesor y la enseñanza en las aulas junto con el contacto y la interacción es insustituible. Es el profesor el encargado de dirigir la metodología y por mucha autonomía que se le dé al alumno y se sustituyen por clases 'online', el profesor es el que guía», concluye.
Raimundo Real Facultad de Ciencias (25 años dando clases en la UMA)
Con una gran trayectoria a sus espaldas, este profesor de la Facultad de Ciencias ha ejercido su labor docente en todos los niveles educativos, desde primaria hasta la enseñanza de mayores. «Me gusta mucho trabajar en la UMA porque me dan la oportunidad de hacer lo que más me gusta, ser profesor e investigador», señala. Sin embargo, encuentra una crítica, aunque es más bien una autocrítica: «El exceso de trabajo, sobre todo en investigación, aunque es verdad que soy yo quien me apunto a todo porque me gusta».
La enseñanza 'online' está siendo una auténtica aventura para él. «Soy de un tipo de profesor que necesita interactuar mucho con el estudiante, aunque sea solamente viéndole la cara. Ahora cuando hago la clase 'online', apagan el micro y la cámara y solo veo un punto en la pantalla y no se si hay alguien detrás o directamente no hay nadie y lo dejan encendido», comenta el profesor de la Universidad de Málaga.
Tras su larga trayectoria, explica que «una de las cosas más bonitas que tiene la docencia es el trato personal y ahora se vuelve impersonal. Si entendemos la docencia como formación pura, perfectamente se podría llevar a cabo como se hace en los tutoriales de YouTube, pero ahí no es exactamente educación sino información. Enseñar requiere de conocer a las personas, de tener las ideas previas claras, etc… pero si no tenemos casi contacto, es muy difícil. Estoy un poco frustrado».
Raimundo Real ha sido uno de esos maestros con iniciativa de seguir formándose y la modalidad 'online' ha sido una excusa para aprender otra forma de dar clases, aunque al igual que el resto de compañeros entrevistados, la conciliación sigue siendo un reto por cumplir ya que afirma que durante el confinamiento no consiguió separar su trabajo de su vida privada.
Lidia Fuentes Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática (27 años dando clases en la UMA)
Ella es una mujer pionera en su trayectoria, consiguiendo ser la primera y única catedrática de Andalucía en su campo y la mujer más citada en publicaciones científicas, pero que sin embargo ha vivido esta experiencia como una más. «Lo que veo es que hay mayor seguimiento por parte de los alumnos con las tareas y clases, quizás sea porque ya no pueden salir de fiesta, que después de todo, la época de estudiante es para pasarlo también bien. Me dan pena mis alumnos porque no pueden disfrutar al máximo del periodo estudiantil porque la universidad es más que asistir a clase y estudiar, es el contacto con los compañeros, aprender a colaborar en grupo, etc… y esto es lo que se está perdiendo ahora», comenta.
Además, esta docente de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de Málaga encuentra luces y sombras ante la conciliación de su trabajo y su vida personal y es que aunque haya descubierto ciertas ventajas al teletrabajo como almorzar todos los días en casa, también ve desventajas puesto que ahora es ella quien hace la comida. Fuentes explica también que ahora no sabe parar de trabajar, ni siquiera sábados o domingos y que esto también lo ve en sus compañeros.
«Me gusta mucho mi profesión, la informática y la ingeniería telemática y por otro lado, trabajar como profesor yo pensaba que sería muy aburrido cuando entré, pero estaba muy equivocada porque los planes de estudio cambian continuamente, nuevas leyes, nuevos decanos, nuevos contenidos y estas continuamente aprendiendo», afirma sobre la profesión que le ha cambiado la vida.
Pese a llevar una vida ajetreada, explica que le satisface mucho más trabajar para ella misma y sobre todo dar docencia y ser capaz de transformar la vida de las personas.
Juan Manuel Paz Facultad de Ciencias (4 años dando clases en la UMA)
Después de haber recorrido universidades de media Europa, Málaga ha sido su destino. Con esta visión exterior, explica que «si algo hemos aprendido de esta situación es que la universidad como organismo presenta resistencia al cambio». Sin embargo, señala que «en general la gente ha intentado hacer un esfuerzo por conseguir luchar contra esta situación y hay que tenerlo en cuenta». Además, ve a la Universidad de Málaga como una candidata perfecta para llegar a ser una institución de renombre, donde «toda la comunidad educativa debería estar dispuesta a hacer lo necesario para conseguirlo».
Desde su posición, no ha encontrado más que elementos positivos a la docencia 'online' ya que le ha permitido desarrollar lo que ya venía estudiando tiempo atrás, el uso de las TICs en clase y en el aprendizaje de sus alumnos y comenta que «la pandemia, desde el punto de vista educacional, ha venido a alertar de que estamos en un periodo de cambio y nos ha obligado a hacer cambios y va a haber un antes y un después».
Sus alumnos parecen encantados con sus clases gracias a unos protagonistas indiscutibles: sus gatos y su perro, que constantemente se ponían sobre el teclado o detrás de su hombro. «Con lo que teníamos lo hemos hecho lo mejor que podíamos», afirma.
Este docente apuesta por la tecnología y reinventarse continuamente sin miedos, pese a lo que muchos de sus compañeros piensan sobre la profesión. «Me parece que todo evoluciona y que de la misma manera que se ha incorporado la tecnología a otros puestos, el profesor tiene miedo a que sea sustituido, miedo al cambio. Tenemos que reinventarnos y pensar que hay que hacer para mostrar la importancia de nuestra labor. El papel del profesor está en plena transformación, solo hay que encontrar el modo de llegar a algo nuevo», concluye.
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