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t Estampa. Vistas del Archipiélago de Svalbard. CRÓNICA
Investigadores de la UMA viajan al Polo Norte

Investigadores de la UMA viajan al Polo Norte

Expedición Ártico. El Grupo de Ecofisiología de Sistemas Acuáticos estudia la adaptación de las algas polares durante las cuatro estaciones con los largos periodos de oscuridad y luz, así como los efectos del cambio climático

TERESA R. DEL SOL

Martes, 2 de noviembre 2021, 00:03

Al punto más al norte y habitable del planeta han viajado dos investigadores de la Universidad de Málaga. La pandemia también ha pausado miles de investigaciones científicas que se estaban desarrollando y no ha sido hasta septiembre cuando el catedrático de Ecología, Carlos Jiménez, y el coordinador de la Instalación Radiactiva, Sergio Cañete, han podido poner un pie en el Polo Norte para continuar y poder culminar el estudio de casi 20 años sobre la adaptación de las algas polares y los efectos del cambio climático que ha llevado a cabo el Grupo de Ecofisiología de Sistemas Acuáticos del que forman parte.

Los intentos para viajar hasta el archipiélago de Svalbard han sido varios. Este pequeño y gélido territorio situado entre Groenlandia y Rusia, concretamente en el paralelo 79 Norte, pertenece a Noruega aunque durante muchos años Rusia ha peleado por este enclave debido a las explotaciones mineras de carbón que tenían allí, los rusos siguen manteniendo un asentamiento en el archipiélago.

Las restricciones del país noruego para entrar y salir por sus fronteras han sido muy duras a causa del coronavirus. «Inicialmente la expedición estaba planeada para marzo de 2021, lo fuimos retrasando y aunque ya podíamos haber ido en agosto no había disponibilidad de espacio para alojarnos», comenta Carlos Jiménez.

Si para entonces hubieran querido entrar en el país habrían necesitado una PCR de origen, una PCR a la llegada y un confinamiento de 10 días en un hotel del aeropuerto de llegada, toda una odisea y un elevado coste de dinero y tiempo fuera de alcance.

Del terral de Málaga con una temperatura de más de 30 grados pasaron Carlos y Sergio en unas horas a los dos grados de Svalbard y hasta cuatro veces han tenido que enseñar el certificado de vacunación covid, «al salir de España, al entrar en Noruega, cada vez que embarcábamos, tuvimos que hacer noche en Oslo porque no hay conexiones directas», señala el catedrático.

Tras llegar a la capital de Svalbard, Longyearbyen de tan solo 2.642 habitantes, los investigadores se dirigieron a la base científica sobrevolando durante 20 minutos paisajes de glaciares desiertos de casas y gente a escasos 100 metros de la superficie, unas vistas que únicamente se pueden disfrutar desde muy pocos puntos del mundo.

Los investigadores traen las algas polares a Málaga para cultivar y continuar experimentando

«La última vez que se congeló por completo el fiordo fue en 2004», explica Carlos Jiménez

«Nosotros nos alojamos en la casa o en los alojamientos que tiene allí el Instituto Alfred Wegener de investigación marina y polar de Alemania (AWI), proyecto de investigación con el que colaboramos, y las bases científicas que existen son una serie de edificios pequeños y algunas casitas antiguas, parte de ellas tienen más de 100 años y se conservan de la minería», prosigue Carlos Jiménez.

Los científicos emprendieron su viaje el 12 de septiembre y volvieron el 26, una estancia de dos semanas que en un principio iba a ser de tres, pero que la disponibilidad de la base científica ha marcado su calendario. En el tiempo que han estado en esta expedición eran 69 personas en toda la base y la mitad lo conformaba personal de mantenimiento o administrativos. Estas 'casitas' solo tienen 8 camas, únicamente un baño y una cocina que tienen que compartir entre todos, un par de oficinas y una sala común, «es todo muy espartano», apunta el investigador.

Lo primero que llama la atención a Carlos Jiménez cuando llega a la isla es la nieve, o más bien la falta de ésta. Aún no ha nevado y ya es septiembre, y lo común es que empiecen a caer los primeros copos en agosto. Los glaciares están reduciendo su tamaño enormemente, el investigador afirma que los glaciares más impresionantes en la zona en la que han trabajado estos últimos años han retrocedido cuatro o cinco kilómetros.

Los efectos del cambio climático no solo tienen consecuencias que pueden apreciarse a simple vista si no que perjudican también a muchas especies. En este proyecto en el que se han aventurado para continuar el estudio de 20 años, el equipo intenta dilucidar cuales son «los mecanismos fisiológicos que subyacen en las algas polares para sobrevivir o vivir en este medio a estas temperaturas y los efectos como el cambio climático pueden tener sobre las especies más representativas, porque son especies que viven en unas condiciones a muy baja temperatura del agua, y en largos periodos de oscuridad en invierno o luz continua en verano».

CRÓNICA
Imagen principal - Investigadores de la UMA viajan al Polo Norte
Imagen secundaria 1 - Investigadores de la UMA viajan al Polo Norte
Imagen secundaria 2 - Investigadores de la UMA viajan al Polo Norte

Para esta expedición han tomado muestras en 10 lugares del fiordo, por lo que cuentan con buceadores alemanes de la AWI experimentados y con una capacitación especial para sumergirse en las aguas gélidas del Ártico en condiciones tan extremas.

Tras la toma de muestras y el trabajo de campo, Carlos Jiménez y Sergio Cañete continúan investigando para dar respuesta a cuáles son los cambios fisiológicos que puedan producirse en las algas durante las cuatro estaciones del año: durante el periodo de oscuridad, justo después de volver la luz, en verano, y en otoño, cuando vuelve de nuevo la completa oscuridad durante las 24 horas del día al archipiélago.

En el periodo de invierno los investigadores traen las algas a Málaga para cultivar y experimentar con ellas en las cámaras de cultivo a temperaturas bajo cero en el Laboratorio de Cultivo de Algas Polares. Este espacio es pionero en España y simula el clima del Ártico.

Para poder realizar este viaje al Polo Norte, Carlos Jiménez y Sergio Cañete han tenido que someterse a unas pruebas médicas que le exigen desde el AWI. Estas pruebas consisten en una serie de analíticas y una revisión médica exhaustiva que realiza el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad de Málaga. Además, a partir de una determinada edad requieren unas pruebas físicas en las que comprueban la potencia máxima que generan y cuál es su recuperación.

Las duras condiciones bajo las que trabajan los investigadores con jornadas de hasta 9 horas en el mar, el frío polar de invierno con temperaturas de más de 20 grados bajo cero, y una sensación térmica aún más gélida por las rachas de viento, no ha impedido que el grupo de Ecofisiología de Sistemas Acuáticos apueste por nuevos objetivos.

Estas líneas de investigación giran en torno al muestreo que han hecho en tierra en esta última expedición «y van dirigidos a conocer la respuesta de las algas a la fertilización del océano, a la entrada nitrógenos y de fósforo», dos nutrientes que ayudan a su crecimiento. Carlos Jiménez apunta que en este momento la dinámica de los nutrientes en el agua es clara, hay una entrada de nutrientes por la corriente de Svalbard (rama de una corriente marina oceánica que viaja desde Norteamérica a Europa y que una parte se mueve hacia el norte entre Groenlandia y el archipiélago) que ocurre en primavera pero después de este periodo no existe entrada de nutrientes.

Ahora el objetivo se encuentra en la respuesta de las algas a los nutrientes en el agua, «si los acumulan dentro de las células para utilizarlos más tarde en épocas que no hay, cómo le puede afectar un aumento de la carga de nutrientes en el agua y si desde tierra hay un importante aporte de nutrientes ahora que hay menos nieve y hielo», explica el catedrático.

El aumento de temperaturas debido a la crisis climática además de derretir el hielo está provocando que algunas especies endémicas pierdan extensión y se encuentren restringidas a algunos puntos concretos. Carlos Jiménez apunta a que cada vez son más difíciles de encontrar y están cobrando preponderancia otras especies que tienen un rango de temperatura al que pueden adaptase.

Cuando se deshacen los glaciares y la nieve se produce una entrada de agua dulce que disminuye la salinidad. Las lluvias también producen arrastres de material sólido desde tierra enturbiando las aguas, todo esto afecta negativamente a la fotosíntesis del crecimiento de las algas.

Los registros que existen sobre las precipitaciones en forma de nieve, el hielo, la temperatura y el agua a lo largo de los años hace evidente el aumento de temperatura que está sufriendo el planeta y las consecuencias que está teniendo sobre el mismo archipiélago de Svalbard. «La última vez que se congeló la superficie del fiordo sobre el que trabajamos fue en 2005, algo que era muy común anteriormente», destaca el investigador.

Las especies endémicas no pueden sobrevivir si no tienen las condiciones óptimas para desarrollar su ciclo vital y el equipo de Carlos Jiménez estudiará próximamente como afectan estos cambios a las algas polares.

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