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Irene Manzano
Martes, 20 de febrero 2024, 10:14
En la emblemática Semana Santa de Sevilla, una tradición arraigada y llena de fervor, también se trama una historia paralela, oculta durante años y que en los últimos años cobró notoriedad: la participación activa de los gays. En medio de la solemnidad de los pasos, el aroma del incienso y el sonido de los tambores, un colectivo diverso y vibrante encuentra su espacio para vivir y expresar su identidad, desafiando estereotipos y sumándose con orgullo a una de las celebraciones más heredadas de la cultura andaluza. En los recovecos de las estrechas calles del casco antiguo, se entreteje una narrativa de inclusión y diversidad que contribuye a enriquecer el tapiz cultural de una Sevilla que acoge a todos sus hijos con los brazos abiertos.
'¡Dolores, guapa!' es un documental del joven sevillano Jesús Pascual (Alcalá de Guadaíra, 1997) que nació como respuesta a la viralización de un vídeo de 2019 en el que unos jóvenes piropean a la Virgen de su barrio. La grabación recibió una gran multitud de comentarios y mofas clasistas y homófobas, y fue en este punto en el que el director decidió enfocarse y documentarse sobre la figura del capillita andaluz sin el tradicional manto paternalista que ha acompañado siempre a esta temática. De todo eso habló el pasado miércoles en la Facultad de Ciencias de la Comunicación en un coloquio moderado por Juan Naranjo.
Jesús Pascual estrenó el 8 de noviembre de 2021 su documental producido por Antonio Bonilla en el marco de la sección Panorama Andaluz del Festival de Sevilla y obtuvo un triunfo arrasador. «La última opción que pensaba era esta, que una película sobre mariquitas y Semana Santa ganara un premio», manifestó el director.
El alcalareño estudió en la facultad de Comunicación Audiovisual de Sevilla y continuó sus estudios con la realización de un máster sobre crítica de arte en Madrid, algo que, según afirmó, «no tiene nada que ver». Nunca fue a una escuela de cine porque económicamente no podía permitírselo, aún así, su afán por el cine traspasó las fronteras de las academias: «Cuando alguien quiere dirigir un documental o una película lo más importante es tener una visión general, al final el cine puede aprenderse al hablarlo o escuchándolo… más que la manera de decirlo lo importante es saber qué decir».
A través de los testimonios de los entrevistados, la película examinó cuestiones fundamentales del ser humano, como la tradición, la fe y la identidad personal. Lo hace dentro de un contexto tan específico como es el andaluz, donde la religión católica experimenta su semana más significativa en primavera: la Semana Santa. «La Semana Santa nace para sí, es autóctona, autónoma y automática», expresó Pascual.
Este evento, junto con todo el folclore que lo rodea, se entrelaza con las nuevas identidades 'queer', que desde la infancia han absorbido esta cultura y han desarrollado sus propios códigos y formas de relacionarse con ella. Este motivo justifica el enfoque del director: «Me he movido mucho por los temas de género, de Andalucía, cuestiones que me interesan».
«Quería también demostrar la tensión de las personas que les gustan las imágenes innovadoras como el cartel de la Semana Santa de Sevilla de este año y las que son más tradicionales», confesó Pascual.
El director entendió que existía un sentido de pertenencia de las imágenes por parte del pueblo, «pero tampoco puede limitarse el arte por intentar contentar». Además, el sevillano reconoció: «No creo en la propiedad cuando hablamos de cultura ni arte. La Semana Santa no es más de un capataz que de una vendedora de globos».
Pascual criticó la industria cinematográfica actual: «Me enerva mucho y me da mucho coraje el cine social, hablar de gente pobre y enseñar su contexto. Eso es pornografia de la pobreza y si es una actriz súper conocida que luego gana un Óscar muchísimo mejor». A lo que añadió que se debía cuestionar desde dónde se lanzan y de quiénes provienen los discursos. «De nada me vale un cine social que tiene a no sé cuántos becarios gratis», sentenció el director.
«'¡Dolores, guapa!' se grabó con la cámara de un amigo porque queríamos hacer un portafolio para que nos dieran una subvención para otro proyecto. Pero si hubiera contado la temática y hubiera pedido financiación no me hubieran dado ni cinco euros», se lamentó el ganador del festival de Sevilla de 2021.
El alcalareño recordó que en Andalucía en la década de los 70 «hubo muchos acercamientos por hacer cine político en un sentido muy profundo, no solo en imágenes sino también en la organización del rodaje, hablaban de la situación del campo y contaban con los jornaleros», y finalizó con el ejemplo del director Fernando Ruiz y Vergara.
Antes de que la Covid-19 irrumpiera en España, Antonio Bonilla y Jesús Pascual buscaron una productora, pero con la pandemia todos los rodajes se paralizaron. Y en ese momento tomaron la decisión de realizar el largometraje con los medios que disponían, para más adelante presentarlo y conseguir una financiación.
«Ninguno de nosotros pertenecíamos a este mundo de hermandad, entonces hicimos un trabajo de documentación increíble», explicó el joven. Comenzaron el proyecto a través de Instagram, con una 'storie' de Instagram, en la que anunciaban un casting para una película sobre la Semana Santa y los capillitas andaluces.
La acogida fue abrumadora: «Nos respondieron más de 200 personas. Estuvimos quedando con gente, invitándolos a cafés y cervezas para ver si nos cuadraban sus historias». En montaje al final se encontraron con 21 horas de grabación. «Dos meses desde por la mañana hasta por la noche estuvimos realizando barridos para ver con que nos quedábamos», comentaba el director. A pesar del esfuerzo, Jesús Pascual lo recordó como «un momento que fue muy divertido porque Antonio y yo funcionábamos muy bien».
El rodaje se desarrolló en plena pandemia, algo que sin duda lo dificultó porque los cineastas «no querían que los espectadores se percatasen«. »Lo interesante es que este documental fuera atemporal y universal, así que cometimos muchas 'ilegalidades', como decirles a los entrevistados que se quitaran las mascarillas y nos metimos en casa de la gente», señaló Pascual.
Los dos sevillanos se marcaron como fecha límite para finalizar el documental el festival de Sevilla de 2021. «Nos cogieron, ganamos y nos llamó una distribuidora, a partir de ahí se estrenó en cines», declaró el sevillano. Tanto Bonilla como Pascual intentaron no parecer unos intrusos en las casas de las personas que entrevistaban y hacerlos sentir cómodos. «Todas las personas que nos encontramos nos trataron súper bien, así que se podría decir que esta película está llena de suerte», comentó.
«Te das cuenta también de lo que a la gente le parece interesante de sí mismo, y lo que a nosotros nos parece es algo completamente diferente», razonó Pascual. El documental estaba abierto a lo que pasara en la vida, fluía según el momento y la predisposición de la otra persona», declaró. Además, según el director, como el futuro es incierto, «no hay que tenerle cariño a tus ideas porque puede llegar algo que te las desmonte».
Jesús Pascual remarcó que las historias que se contaban en el largometraje no eran actuales: «La cultura marica dentro del entorno cofrade viene de antes, es una tradición histórica con muchísimos años, el mariquita ha tenido funciones concretas dentro de las hermandades desde siempre».
Al joven sevillano cuando era pequeño le fascinaba la Semana Santa, «a nivel de no saber andar pero sí el nombre de cualquier Virgen». A lo largo de los años, sin embargo, Pascual admitió: «Después he teorizado mucho y me he dado cuenta que tiene mucho que ver con el momento en el que me di cuenta de que era gay». El cineasta declaró que «el hecho de ser marica, no implica algo sexual» y explicó: «Lo que tenemos ahora no es ni universal ni eterno, los códigos cambiarán. Las palabras no tienen el mismo contenido que antes y viceversa. En la sociedad griega también existían maricones, pero con diferente nombre».
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