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De la UMA a Denver

Enrique Cortés Zotes pasó de ser un estudiante más de la Universidad de Málaga a recibir una beca deportiva desde EE UU

SANTIAGO GÓMEZ

Martes, 4 de mayo 2021, 00:03

Tras terminar su etapa formativa baloncestística en la cantera del Unicaja, Enrique Cortés decidió priorizar su vida académica y se matriculó en Turismo en la Universidad de Málaga. Pronto, le entró el gusanillo y se metió en la selección del centro. Ahí conoció a los hijos de Javier Imbroda que le devolvieron al baloncesto competitivo. Después de dos charlas con Francis Alonso y Rubén Guerrero, se propuso marchar a la NCAA y desde entonces no se ha quedado quieto.

Llegó junio de 2014 y el jugador malagueño se preparó para selectividad, al igual que muchos otros alumnos. Tenía claro que se quería quedar en la capital de la Costa del Sol, lugar en el que nació y se crio: «Una de mis prioridades era la de estudiar en Málaga, era donde mis amigos iban a estudiar, soy de la ciudad y era lo más cómodo. Mi idea siempre fue la de ser un estudiante más, estudiar aquí, irme de erasmus en tercero y buscarme unas prácticas por la zona», apunta el base.

Cortés Zotes ya sabía que grado iba a cursar, Turismo. Siempre le ha llamado la atención los idiomas, el trato con el cliente y los hoteles. Algo que le ha resultado curioso desde pequeño como él afirma, «viene un poco influido por mis años en el Unicaja, viajábamos mucho por España, e incluso internacionalmente, y me fijaba en las diferencias que había en el servicio que daban y eso me influenció bastante a decantarme por una carrera como la que estudié».

Al terminar su última temporada como junior, el Unicaja se reunió con Enrique Cortés: «Me ofrecieron jugar en el segundo equipo que por aquella época estaba en LEB Oro. Yo rechacé la oferta porque quería darle prioridad a mis estudios y la compatibilidad no era posible por parte del club. Así que tomé la decisión de dejar el equipo y centrarme en mi nueva etapa universitaria». Su salida del equipo coincidió con el éxodo de Domantas Sabonis, Francis Alonso y Rubén Guerrero a la NCAA.

Con el objetivo de llegar a ser director de hotel, Enrique Cortés entró en la carrera en 2014 y tuvo que pasar por un proceso de aclimatación a su nueva vida: «El primer año fue un poco de transición, haciendo nuevos amigos, acostumbrándome a la vida universitaria y al sistema educativo. Yo seguía viviendo con mis padres, que no es lo mismo que mudarte a otra ciudad y vivir con compañeros», recuerda.

En un principio el baloncesto no iba a ser más que un 'hobby' para nuestro protagonista, «durante el primer cuatrimestre me metí en la liga local con unos amigos para quitarme el mono. Aunque pronto me di cuenta que necesitaba algo más», afirma. En ese momento fue cuando decidió probar con la selección de baloncesto de la universidad.

Imagen principal - De la UMA a Denver
Imagen secundaria 1 - De la UMA a Denver
Imagen secundaria 2 - De la UMA a Denver

En el combinado malagueño volvió a disfrutar del deporte de la pelota naranja y se cruzó con dos personas que fueron clave para que volviese a tener esa hambre por la competición: «Empecé a entrenar con el equipo de la UMA, ahí fue cuando Javi y Pablo Imbroda me dieron a conocer el equipo MEDAC que jugaba 1ª Nacional. Terminé la temporada allí a las órdenes de Javier Imbroda y después me marché a EE UU», explica el malagueño.

Marcha a EE UU

El camino de Enrique Cortés no fue el normal. Para él, Estados Unidos nunca fue una opción: «La posibilidad de irme a EE UU no se me pasó por la cabeza en ningún momento durante bachillerato», sin embargo, una conversación con dos antiguos compañeros y ese espíritu competitivo le hizo cambiar de opinión: «Una vez que Francis y Rubén se van y les pregunto cómo está siendo y si merece la pena, empiezo a tener claro lo de irme para allá», aclara.

Todo el proceso de la beca se lo organizó Ángel Martín de Soto, de la agencia 'AC Scholarships', «amigo de la familia desde hace mucho tiempo». Esta empresa es muy conocida dentro del club cajista, pero fue fruto de la casualidad que Enrique Cortés acabase con estos representantes: «Un día fui a ver una final de mis antiguos excompañeros del junior y coincidí con él, estuvimos hablando y me lo planteó, aunque en ese momento lo rechacé. Estuve dos semanas dándole vueltas al asunto y al final opté por intentarlo», argumenta.

El proceso fue todo deprisa y corriendo, lo normal es organizarlo con un año antes antelación. Para el graduado por 'Metropolitan State University' fue todo mucho más condensado: «Comencé todo en el mes de febrero o marzo y en agosto ya estaba allí. Tuve que hacer dos exámenes para que me admitiesen: SAT y TOEFL. Justo me coincidieron con los exámenes de la UMA y por suerte aprobé los dos con nota y en los de la Universidad de Málaga solo suspendí una asignatura, que tampoco me molestó mucho porque no me la iban a convalidar», comenta entre risas.

Gracias a ese primer año en la UMA, Cortés Zotes llego a Denver con medio curso aprobado, que teniendo en cuenta que son sistemas educativos completamente distintos son bastantes créditos convalidados.

Por segunda vez, nuestro protagonista se encontraba ante un nuevo cambio en su vida, esta vez más drástico: «Es inexplicable la diferencia de estar aquí con tus padres a irte a un país con una población nueve veces mayor que el tuyo, que cada estado es igual de grande que tu país, no llegas a asimilar lo grande que es. También lo distinta que es la cultura de allí, la universidad que parece que es ocho veces más que la de Málaga. Es más fácil vivirlo que contarlo», afirma.

En Estados Unidos, su nueva casa fue la 'Metropolitan State University of Denver' (MSU), situada en el centro de la ciudad, formando parte del 'skyline' de la capital del estado de Colorado, na universidad pública y que el curso cuesta unos 16.000 dólares..., además comparte campus con 'University of Colorado Denver' y 'Community College of Denver'.

UMA vs MSU

Las comparaciones son odiosas y el sistema privatizado del país americano hace que los centros educativos cuenten con infraestructuras impensables en España. Enrique Cortés lo vivió como jugador de baloncesto: «La diferencia es abismal. Yo jugué en Division II, y cualquier universidad tenía mejores infraestructuras que la Universidad de Málaga y ni siquiera era la máxima categoría. Jugué algún amistoso contra Division I y te quedas sin palabras, da la sensación de que nos llevan 10 años de ventaja, tanto en el campus como en tecnología, las aulas, todo...», explica.

Académicamente también hay una brecha bastante grande en el sistema empleado, como cuenta el malagueño: «La mayor diferencia que veo es que en la UMA te la juegas a un examen, una prueba teórica final que puede ser el 80 o 70% de tu nota final e ir a clase es un poco opcional siendo realistas», critica. Mientras que la educación en EE UU es más práctica, «en MSU nadie se salta una clase si quieres aprobar, da igual que sea a las 7 de la mañana o a las 9 de la noche, y esto es simplemente porque todo se basa en actividades diarias, presentaciones y participación».

Un ejemplo de la capacidad de medios que tiene cada universidad nos lo cuenta Enrique Cortés: «MSU tiene un hotel, pegado a la facultad, de unas 200 habitaciones. Un día podía estar dando clase en un aula y al otro estar en un hotel poniendo en práctica todo lo aprendido. Y en la UMA hay edificios anticuados que no se han tocado en mucho tiempo».

Teniendo en cuenta todo esto, se antoja complicado que alguien opte por estudiar en Málaga pudiéndose ir a Estados Unidos con todo pagado, y Enrique no difiere de esta idea: «Me quedaría con EE UU. Sinceramente, mi experiencia en la UMA no la repetiría ni la recomendaría. Sé que mucha gente no tiene la oportunidad que yo he tenido, pero si supiesen lo que se están perdiendo por no irse fuera se tirarían de los pelos», explica.

Justo cuando Enrique Cortés estuvo estudiando en MSU, había un representante español en el equipo de NBA de la ciudad, lo que se tradujo en poder ver partidos de la mejor liga de baloncesto gratis: «Juancho Hernangómez jugaba en Denver cuando yo estuve allí y alguna que otra vez le pedí entradas para los partidos, pero sin abusar, no había tanta confianza. Lo conocía de algunos torneos en mis años junior y también por Francis, que se conocen bien de la selección», recuerda sonriendo.

Tras criticar un poco la situación de la Universidad de Málaga, el base español no esconde los aspectos positivos de su experiencia en la universidad malagueña: «Me llevé muchas amistades con las que sigo manteniendo el contacto, también es verdad que en ese año en la UMA aprendí bastante y me gustó el temario que impartieron. Otro punto positivo es el hecho de que tengan el deporte muy presente, el equipo de baloncesto fue una gran experiencia. Las infraestructuras de la UMA tampoco están tan mal dentro de lo que cabe».

Tras graduarse en 2019 en MSU, tocaba volver a Málaga y el baloncesto seguía siendo una parte importante en su vida así que fichó en Mijas por un equipo EBA, y por suerte las condiciones del contrato se ajustaban a la perfección. «Llegué a un acuerdo con el club para que no me pagasen un salario, pero me diesen un trabajo en Quabit, un hotel que tenía un acuerdo con el club. Estuve trabajando hasta marzo del año pasado, con la entrada de la pandemia», comenta

Estudiar el máster

Ese mismo verano empezaron a contactarle equipos irlandeses, «no sé porque me hablaban y ninguno me llamaba la atención hasta que me llegó una oferta de 'Limerick Institute of Technology' y me ofrecieron jugar a cambio de estudiar el máster que yo quiera totalmente gratis. Viendo que en Irlanda había menos casos y que en Málaga pintaba mal la cosa aproveché y decidí irme», ahí comenzó su segunda andadura internacional. Duró poco la experiencia deportiva, una semana antes de empezar la temporada, el Gobierno irlandés declaró un confinamiento. A los extranjeros les dejaron volver y Enrique lleva desde octubre en málaga. Sigue siendo jugador oficial de la plantilla, aunque no juegue, pero por suerte ha podido continuar con su máster en Marketing y ADE.

Aunque finalmente optase por vivir otra experiencia lejos de Málaga, Enrique Cortés se planteó quedarse en casa y estudiar un posgrado en la UMA: «Estuve a punto de matricularme en el de Dirección Hotelera, pero sabía que si me quedaba aquí iba a estar muy liado entre entrenos y estudios. Sin embargo, en Irlanda siguen un horario más parecido al estadounidense, por la mañana entreno individual, después clases 'on line' y por la tarde entreno colectivo. Era la dinámica que ya venía haciendo en los últimos años y así no me salía de la rutina», aclara.

El futuro no lo tiene muy claro y menos con la pandemia que vivimos, pero Enrique Cortés está deseando poder volver a ver a sus conocidos y tomar una caña: «Lógicamente ahora no puedo quedar con mis amigos, pero desde que me fui de la UMA mantuve un grupito de cinco o seis amigos y todos los veranos he seguido quedando con ellos. Probablemente las amistades es lo mejor que me llevo de la UMA», concluye.

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