Un baile para decir 'basta, ya no queremos esto'

¿Bailar y reinvincarse es posible? «Nos nombramos Colectivo de Danza de Málaga por qué son esas las cuestiones que nos convocan: nuestra profesión y el territorio. La palabra territorio describe el desarrollo de las relaciones humanas. Suele ser nombrado, habitado o explotado. En el territorio sucede una composición, una coreografía, entre lo social, lo económico, lo político y lo cultural. Desde una mirada artística y siempre teniendo en cuenta que estamos en el mes de la danza y que hay que festejarlo hemos venido a reivindicarnos y luchar por mejorar las condiciones de nuestro sector», empieza su discurso Lula Amir, una de las bailarinas del espectáculo 'Me paso el día bailando' tras recibir una ovación de más de 5 minutos de duración una vez realizado su trabajo en el Contenedor Cultural de la UMA. Esta es una parte del manifiesto que más de un centenar de creadores, técnicos y bailarines han suscrito para reivindicar el valor de un arte que el 29 de abril celebra su fiesta mayor, el Día Internacional de la Danza (DID), con la amenaza de su posible 'destrucción' por las malas condiciones de trabajo que existen actualmente.

Ser bailarín significa vivir en la precariedad. Pocas ofertas de trabajo, mal remuneradas y malas condiciones de trabajo son el pan de cada día de estos profesionales. Tal es la precariedad que hay quienes describen su situación como un abismo profesional. Normalmente la figura del bailarín va acompañando a un gran artista que parece ser que todavía no tienen claro que su trabajo debe de ser remunerado. Y, es que justo esta semana las redes se incendiaron al leer el tweet de Josh Huerta, bailarín de Chanel Terrero durante su actuación en Eurovisión, en la que quedó de tercera posición. «Me ha llegado que artistas que pretenden ir a Eurovisión este año buscan bailarines gratis. No me enfada, pero me entristece», escribió Huerta a través de un tuit que ya alcanza los 10000 'me gusta'. Esto ha generado un debate necesario sobre las condiciones laborales de un sector que todavía pelea por la importancia que se merece.

Siete bailarinas, Lula Amir, Mercedes Angel Lopera, Daniela Jamila, Rebeca Vega, Meike Schönhütte, Tatiana Saceda, Niche Ramirez y Gaby Pardo, un escenario ataviado de globos, mesas y espumillón nada parecía presagiar la reivindicación que iba a suceder durante la representación. Todo comenzó con la cara incrédula por parte del público al entrar en la sala y ver a siete bailarinas vestidas, como si fuesen a salir a una discoteca por el centro de Málaga, tiradas en el suelo. ¿Nos hemos confundido de sala? ¿Es esta seguro? preguntaba Rocío Gallego Medina a su acompañante. No, no se habían equivocado. Todo formaba parte del show hasta la aparatosa caída de Meike Schönhütte de lo alto del escenario. Una vez captada la atención de todos los presentes: música maestro.

Todo lo representado en la obra evocaba a los momentos que pasan las personas cuando salen de fiesta. Desde el momento álgido de la noche hasta el temido momento del desagradable sonido del despertador. Un baile colectivo pero en el que la improvisación estaba presente. Cada una de las protagonistas tuvo su solo en el que pudieron expresar lo que llevaban dentro ya que, al final, el bailar, es eso, liberar el alma. «Hoy es una celebración. Es el mes de la danza. Nuestro mes. Hemos estado trabajando todo abril para que las cosas que sucedan de danza en la provincia de Málaga y en nuestra querida ciudad se divulguen. Por eso hemos querido realizar en este espacio un broche final a este mes de intenso trabajo», verbaliza Gaby Pardo. «Hemos conseguido llegar al Cervantes con nuestra obra», interrumpe emocionada Meike Schönhütte.

«Nos preguntamos cómo podemos poner a la cultura en el lugar que merece si no es concebida como cultivo, es decir, como algo que existe, por ende, sostiene, cuida, mantiene en su lenta y paciente producción, puesto que únicamente así sucede. Las expresiones artísticas de la cultura son parte de la historia de la humanidad», expresa Mercedes Angel Lopera. La danza es, en realidad, más que una expresión artística, un testimonio de historias que se imprimen en las corporalidades de quienes la interpretan; por esto, en un país como España sus variaciones tienen que ver con las trayectorias particulares de cada región y cada población. Nada está desconectado de su contexto. Creer que una manifestación artística no tiene nada que ver con la vida e historia de quien lo hace es tan iluso como afirmar que las tendencias y preocupaciones de una época no afectan al artista. Cualquier forma de arte está fuertemente ligada al escenario en el que surge. La riqueza de la danza como lenguaje está en que permite comunicar a través del movimiento la experiencia; las formas y flujos que componen una muestra dancística estén alimentados por las fuerzas y los sentidos que se transmiten y se acumulan en esa dimensión física y cultural que es el cuerpo.

«La danza es una celebración, la celebramos nosotros, la celebramos con nuestros alumnos, con otros profesionales y la queremos celebrar con todo el mundo porque forma parte de la vida cultural de una ciudad», dice Gaby Pardo. «Forma parte de la humanidad, diría yo», completa Schönhütte.

El Colectivo Danza en Málaga nace en abril de 2021 como una plataforma en red de profesionales de la danza de la provincia. Las acciones del mismo tienen como objetivo visibilizar su arte, su quehacer laboral y su incidencia en la cultura. «El Colectivo de Danza de Málaga no tiene personalidad jurídica todavía. Es una plataforma de profesionales que se han unido para trabajar por la danza de la provincia de Málaga. Entonces hay gente que son creadores, artistas de escena, profesores en el área pedagógica, gente que lleva adelante sus escuelas privadas, gente que forma parte de compañías de baile. Hay un poquito de todo», explica Pardo.

En su discurso de despedida Mercedes Angel Lopera explicó el motivo por el cuál se celebra en abril el Día Internacional de la Danza. En 1982, El Consejo Internacional de la Danza de UNESCO propuso la celebración del Día Internacional de la Danza cada 29 de abril, día que coincide con el aniversario del nacimiento del bailarín francés Jean-Georges Noverre, que es considerado como el maestro y creador del ballet moderno. «Modalidad de baile que realizamos nosotras», expresa entre risas Lopera mientras se secaba las gotitas de sudor que aún le caían de su frente tras desnudarse en cuerpo y alma ante el público del Contenedor. El objetivo del Día Internacional de la Danza es homenajear esta disciplina de arte universal y diversa, reuniendo a todos los que han elegido esta forma de expresión sin barreras culturales, políticas y éticas.

Para conmemorar este aniversario, el Comité Internacional de Danza del Instituto Internacional de Teatro, como órgano fundador, selecciona cada año a una personalidad especial para crear un Mensaje del Día Internacional de la Danza, que es compartido en todo el mundo. En los últimos años, este mensaje ha sido redactado por Julio Bocca, Sidi Larbi Cherkaoui, Israel Galván, Trisha Brown o Karima Mansour. Este año le ha tocado a Yang Liping, icónica bailarina y coreógrafa desde su interpretación de 'El espíritu del pavo real' en 1986.

«En mi mundo la danza se ha entretejido intrincadamente en nuestras vidas y existencias desde nuestra edad más temprana. Siempre ha sido la llave que abre la comunicación de los seres humanos con la naturaleza y los otros seres vivientes. Hay un dicho en mi ciudad natal: Si tienes piernas pero no puedes bailar, has desperdiciado tu vida en vano. La danza está estrechamente conectada con la naturaleza y la vida. En lo que a mí respecta, la danza es lo mismo que la vida y la naturaleza: es la verdadera esencia de la danza. La vida nunca termina y la danza nunca cesa», subraya Mercedes Angel Lopera mientras lee el discurso de la bailarina galardonada este año.