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Lorena Cádiz
Benalmádena
Domingo, 26 de noviembre 2023, 00:08
Se llama Afibro+ porque empezó siendo la Asociación de Fibromialgia de Benalmádena, pero ha acabado acogiendo también a las mujeres que sufren fatiga crónica y ... otras enfermedades reumáticas. «Prácticamente medio pueblo», dice Antonia Molina, su presidenta y fundadora. No en vano, si sigue el crecimiento en número de socias que ha tenido hasta ahora, es capaz de llegar a esos niveles. La Asociación de Fibromialgia de Benalmádena nació en mayo de 2016 con 7 miembros y hoy en día son 230 mujeres las que mañana y tarde llenan el local que tienen como sede, con actividades de todo tipo.
Todas ellas tienen clara una norma no escrita, que a su vez responde al deseo de la mayoría. A pesar de ser una asociación de personas unidas por el padecimiento de enfermedades crónicas, «aquí no se viene a hablar de enfermedad». Los lunes hay un taller de psicología y cualquier socia que así lo desee puede acudir y desahogarse ante un psicólogo y ante el resto del grupo participante. Allí pueden dar a conocer su historia, sus dificultades en el día a día y muchas veces darse cuenta de que lo que le pasa a una, le pasa a la mayoría.
Pero fuera de ese taller la idea es desconectar de los dolores, de las bajadas de ánimo, del cansancio, de la incomprensión familiar, de todo lo que trae consigo la fibromialgia. «Aquí todas venimos con lágrimas en los ojos y nos vamos con una sonrisa en la boca», explica Antonia, acompañada de parte de su junta directiva y de algunas socias. Para ello ofrecen talleres de baile, manualidades, patchwork, castañuelas, informática y un servicio de fisioterapeuta a demanda.
Son tantas las actividades y ha crecido tanto el número de socias, que la asociación se enfrenta ahora a un problema de espacio. Por ello reclaman al Ayuntamiento de Benalmádena que les de el visto bueno a una ampliación del local en el que se encuentran, situado en un bajo de la plaza Adolfo Suárez de Arroyo de la Miel.
«Este mismo local tiene posibilidades de ampliación y llevamos tiempo pidiéndolo. Si tuviéramos más espacio, podríamos dar dos talleres al mismo tiempo, o simplemente el taller de baile no tendría que salirse a la calle a ensayar, porque muchos días no caben aquí dentro», explica la presidenta, que añade que tampoco tienen espacio donde almacenar el material que ellas mismas crean en sus talleres o las donaciones que les llegan.
Afibro+ funciona con las cuotas de sus socias, a la espera de poder reunir los requisitos para poder cobrar alguna subvención. Uno de ellos es haber tenido personal durante un año contratado. «Estamos ahorrando como hormiguitas para poder contratar a una trabajadora social, pero necesitamos gente que nos apoye y se comprometa», reclama Antonia.
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