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Paquillo Díaz Arias, entrenador del Che, en el campo del Vélez CF en los años treinta del pasado siglo. En la imagen superior izquierda, en un círculo, Ernestito Guevara. / VELEZEDARIO
Paquillo Díaz, el malagueño de Benamocarra que entrenó al pequeño Che Guevara

Paquillo Díaz, el malagueño de Benamocarra que entrenó al pequeño Che Guevara

El periodista veleño Jesús Hurtado rescata la historia de este malagueño que huyó por la carretera de Almería y se exilió en Argentina. Allí conoció de niño al que luego sería mítico líder revolucionario

EUGENIO CABEZAS

Sábado, 3 de marzo 2018

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Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el Che Guevara, es uno de los iconos revolucionarios del siglo XX. Ideólogo de la revolución cubana, junto a Fidel Castro, fue ejecutado en 1967 por el Ejército boliviano en colaboración con la CIA cuando luchaba en el país sudamericano para extender la revolución por Sudamérica. De su trayectoria personal se ha destacado también su delicada salud, ya que desde pequeño sufrió continuos episodios de asma. Por este motivo, sus padres decidieron trasladarse desde Rosario hasta Sierra Chica, al sur de Córdoba, siguiendo los consejos médicos.

En aquella localidad el destino hizo que se cruzara en su vida un benamocarreño que había emigrado huyendo de la Guerra Civil: Paquillo Díaz Arias. Jugador de fútbol, se tuvo que buscar la vida en tierras argentinas como entrenador y carpintero. En su exilio, este malagueño tuvo la ayuda de la familia del pequeño 'Ernestito', «ya que sus padres, eran simpatizantes del bando republicano», según explica el periodista veleño Jesús Hurtado, que ha rescatado la historia de este benamocarreño que se convirtió en el entrenador, durante su niñez, del que con los años se convertiría en uno de los iconos revolucionarios del siglo pasado.

«Paquillo Díaz, muy pronto, se relacionó con el ambiente obrero socialista de aquella ciudad, y con la figura de Ernesto Guevara padre. La amistad que poco a poco fue entablando con la familia Guevara, hizo que el pequeño 'Chancho', entonces no era apodado como 'Che', conociera con más detenimiento las reglas del fútbol y su amor hacia este bonito deporte», detalla el investigador en su blog Velezedario.

Díaz emigró desde Barcelona tras huir de Málaga a pie a través de la carretera de Almería, siendo uno de los supervivientes de 'La Desbandá'. En tierras argentinas, empezó a entrenar dos veces por semana al equipo de la escuela de la cercana localidad cordobesa de Bouer. «Desde allí y a espaldas de sus padres, pudo alinear de guardameta al pequeño Ernestito, y al que ya sus amigos también le apodaban de otra manera, 'Pelao', por los particulares cortes de cabello que muy asiduamente lucía», desvela Hurtado.

Foto superior: El Che Guevara, primero por la derecha, con sus compañeros de equipo de fútbol de juventud. Siguiente foto. El Che Guevara con un balón de fútbol. Última foto: Paquillo Díaz Arias, entrenador del Che, en el campo del Vélez CF en los años treinta del pasado siglo. / VELEZEDARIO
Imagen principal - Foto superior: El Che Guevara, primero por la derecha, con sus compañeros de equipo de fútbol de juventud. Siguiente foto. El Che Guevara con un balón de fútbol. Última foto: Paquillo Díaz Arias, entrenador del Che, en el campo del Vélez CF en los años treinta del pasado siglo.
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Según ha podido confirmar el investigador, tras cinco años de trabajo en diferentes archivos, el benamocarreño sabía que el asma limitaba mucho al pequeño Ernesto Guevara, que por aquel entonces, con apenas 11 años, andaba con los hombros levantados por la respiración forzada, «y pensó que si jugaba de portero, éste estaría siempre mucho más descansado a la vez que tendría el inhalador de Aspomul cerca de la portería y no acabaría atacado siempre por la tos», apostilla.

«Al chaval la idea de jugar de portero y a escondidas, especialmente en los días que tenía clase de natación, que le daba el campeón argentino, Carlos Espejo, le motivaba mucho. Era un reto para él, ya que jugaba merced a dos voluntades enormes: la suya, con la que peleaba contra la lógica y las no menos encontradas disposiciones médicas. Tanto fueron sus deseos de jugar al fútbol, que se procuraba hasta una gorrita similar a la de aquellos antiguos cancerberos que él veía retratados en la prensa. Pero eso sí, cuentan que se la ponía con la visera siempre hacia atrás», escribe Hurtado en su blog.

Hurtado conoció la historia de Paquillo Díaz indagando en las alineaciones del Vélez CF de los años 30. «Alguien me contó que hubo un jugador que emigró a Argentina y que allí fue entrenador del Che Guevara de pequeño», cuenta. Según ha podido averiguar el investigador, cuando en la casa paterna descubrieron las cada vez más habituales fugas de 'Ernestito' hacia la improvisada cancha de Bouer para jugar al fútbol, la explicación que daba Paquillo Díaz a requerimiento de Ernesto Guevara padre, fue la misma que empleaba para tratar de comprender las otras conductas que tenía su hijo mayor. Bordeando la objetividad decía el banamocarreño: «Tiene un carácter tan rebelde Ernestito, que no he podido negarle a que jugase en el equipo de mis chicos. Además es uno de los mejores».

Los años en Alta Gracia contribuyeron para que el cuerpo del Che Guevara mejorara su capacidad aeróbica, aunque no lograron sofocar el asma, que le duró toda la vida. «No fue un jugador habilidoso, pero era todo coraje y tesón. Quienes evocaron más tarde sus actuaciones destacaron que lo que más le gustaba era revolcarse por el suelo. Todos los biógrafos del Che Guevara coinciden: «Era un hombre inclasificable, heterodoxo, tan revolucionario de su propia persona como del conjunto de las cosas».

Paquillo Díaz Arias, con el pequeño Ernestito Guevara (con el balón) y otros miembros de su familia
Paquillo Díaz Arias, con el pequeño Ernestito Guevara (con el balón) y otros miembros de su familia / VELEZEDARIO

A juicio de Hurtado, «esa actitud ante casi todo se manifestó también en el deporte, del que probó cuantas variantes tuvo cerca, si bien quien le dio la gran oportunidad, más bien le abrió el camino para combatir su asma y mejorar su precaria salud, fue un benamocarreño, Paquillo Díaz, al que un día el caprichoso destino le hizo cruzarse en la vida de un hombre grande», asegura el periodista veleño, quien cree que sería «de justicia» que este hombre tuviera algún tipo de reconocimiento en su pueblo natal o en el de sus padres, que eran de El Borge. No obstante, Hurtado no ha conseguido saber mucho más sobre Díaz, del que desconoce dónde está enterrado, aunque asegura que «con casi total seguridad que murió en Argentina».

«Roberto Guevara, su hermano menor, me comentó hace algunos años cuando visitó Málaga y hablamos sobre la historia del benamocarreño y su hermano, que gracias al primero, y si su hermano no hubiese jugado quizás al fútbol, la historia igual nunca le reconocería como el comandante Che Guevara, sino quizás un mero y desconocido sargento… 'Pelao'», concluye entre risas.

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