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Al escritor y abogado rinconero Salvador Domínguez le siguen fascinando las historias más cercanas. Si en sus dos anteriores novelas recreó los trágicos sucesos de Benagalbón en 1914 ('Marengo') y la vida del explorador suizo Antonio de la Nari en la Cueva del Tesoro en el siglo XIX ('El helvético soñador'), ahora se ha atrevido con la biografía del genovés Félix Solesio, director de la Real Fábrica de Naipes de Macharaviaya, una instalación industrial de la que hoy en día no se conservan restos, salvo un naipe en una pared de una vivienda, un objeto que fue lo que precisamente le despertó la curiosidad por investigar sobre la vida de este personaje del siglo XVIII.
«Macharaviaya es la patria natal de la familia Gálvez, y fue el ministro de Indias José de Gálvez, tío del famoso militar Bernardo de Gálvez, el que contrató a Félix Solesio para que se pusiera al frente de esta fábrica, donde se elaboraban los naipes que luego se vendían en exclusiva en el continente americano», detalla Domínguez, quien explica que la obra, titulada 'El maestro de los naipes' y publicada por la editorial Ediciones del Genal (15 euros), «como toda novela, mezcla realidad y ficción».
No en vano, de la vida de Solesio se conocen numerosos datos. La familia Gálvez, en el contexto de su apuesta por mejorar las condiciones de vida de su pueblo natal, convencieron al rey Carlos III para instalar en el pequeño pueblo axárquico la fábrica, que se abastecía de papel hecho en Arroyo de la Miel. «La materia prima eran trapos de tela viejos, alpargatas y recortes de naipes, no se hacían con pasta de celulosa», apunta el escritor, que fue edil de Rincón de la Victoria y alcalde accidental entre noviembre de 2008 y mayo de 2009 por la baja de José Miguel Fernández 'Carloni'. Solesio emigró de Finale (Italia) y llegó a España entre 1761 y 1762. Estuvo casado con Nicolasa Miró, con la que tuvo seis hijos, algunos de los cuales tuvieron una importante participación en la actividad empresarial de su padre. Antes de recalar en Málaga, estuvo al frente de los molineros papeleros de La Adrada en Ávila. «La fábrica de Macharaviaya funcionó apenas 30 años, en los que tuvo numerosos problemas, porque al parecer la materia prima no era de suficiente calidad, y también influyó que se liberalizara el comercio de naipes en América», cuenta el autor rinconero. Solesio trajo consigo a sesenta familias italianas, que se instalaron en Macharaviaya, una localidad que ya era conocida como 'el pequeño Madrid', por la gran cantidad de avances que habían promovido los Gálvez.
«Él viajaba continuamente entre Macharaviaya y Arroyo de la Miel, en Benalmádena, por lo que estableció su residencia en la capital, en lo que se conoce como el Palacio del Marqués de la Sonora, en plena calle Granada, aunque en realidad se debería llamar Palacio de Solesio, y que ahora está precisamente siendo rehabilitado como un hotel», argumenta Domínguez. Sin embargo, lejos de lo que pudiera pensarse, el negocio de la fabricación y venta de los naipes no enriqueció a este comerciante italiano, que murió en 1806 asediado por las deudas. De hecho, tres años antes, sus propiedades fueron embargadas. «No le fue bien en la vida», resume el escritor, quien desvela que Solesio está enterrado en la iglesia de Santiago.
En 1815 un familiar solicitó reabrir la fábrica, pero no se le autorizó. La Pragmática del Comercio Libre con América que abrió el tráfico comercial de otros países europeos con las colonias españolas fue el punto de partida de la decadencia del recinto, que hoy en día ocupan viviendas. Domínguez presentó la obra la pasada semana en el Ayuntamiento macharatungo, donde agradeció la participación de la Asociación de Granaderos y Damas de Gálvez y del Círculo Cultural Bezmiliana. La ilustración de la portada es obra del pintor y académico de San Telmo Rodrigo Vivar. La novela está dedicada al malagueño Manuel Pérez Villanúa, uno de los mayores coleccionistas y expertos sobre la estirpe de los Gálvez.
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