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Usuarios en el centro de día de INPAVI, en el entorno de la calle Cuarteles de la capital malagueña. SUR
Un hogar diurno para crecer

Un hogar diurno para crecer

Apoyo. INPAVI lleva abriendo desde febrero las puertas de su centro de día para personas sin hogar, un lugar para pasar la mañana o la tarde y emprender un nuevo proyecto de vida

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Lunes, 3 de mayo 2021, 00:34

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Una charla de 10 minutos con María basta para saber que es un ejemplo de lucha, persistencia y valentía. Esta malagueña, de quien no desvelaremos su nombre real para proteger su futuro, se quedó hace tan sólo dos meses bajo el raso de la noche. Durmió en las inmediaciones del albergue municipal, donde asegura que «hay más protección», pero también debajo de un puente y ahora en un piso okupa. Para ella, esta última opción es un paso adelante para salir de un momento vital en el que a nadie le gustaría verse y del que habla con miras de superación: «Tengo un colchón y sábanas, estoy más tranquila», asegura.

En sus palabras se intuye optimismo, progreso e incluso felicidad, porque recientemente, una compañera del curso que realiza le pagó una sesión de peluquería, un hecho simple que la sacó del pozo donde se encontraba. Ahora, con total sinceridad y una sonrisa bajo su mascarilla, confiesa que el centro diurno de la entidad Integración Para la Vida (INPAVI), el único para personas sin hogar en Málaga, está siendo una balsa de calma, un refugio y un 'plus' de ánimo para encontrar pronto una solución. María, que está terminando un curso de limpiadora de cristales en altura, no está sola allí.

Este refugio cerca de la calle Cuarteles es un espacio pequeño de dos plantas y con un agradable olor a café recién hecho, el hogar de muchas personas que malviven en la calle o en recursos de emergencia. Lleva tan sólo dos meses funcionando, pero su dinámica y resultados son el claro ejemplo de que con ilusión, empatía y recursos todo es posible, algo que los mismos usuarios destacan por la labor de los técnicos y voluntarios que lo coordinan.

irginia Iglesias y Carmen Peña posan junto a la entrada del centro diurno de personas sin hogar de INPAVI.
irginia Iglesias y Carmen Peña posan junto a la entrada del centro diurno de personas sin hogar de INPAVI.

INPAVI, una entidad perteneciente a la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), ha impulsado junto a este colectivo y el apoyo económico de la Junta de Andalucía este programa para mejorar la situación de muchas personas sin hogar en Málaga. Aunque en un principio no pensaban que su repercusión iba a ser tan abrumadora. Steven Granados, coordinador del voluntariado, cuenta emocionado que su acogida en el barrio y la respuesta de los usuarios está siendo «sobrenatural»: «El ambiente es excepcional, porque se ve la integración social que ellos van adquiriendo. Nos dicen que aquí no son uno más, que se sienten arropados y amados, aprendiendo, en palabras de muchos, de nuevo a sonreír. Muchos llevan años en la calle y echan mucho de menos relacionarse, conversar y tener amigos, mucho más que el alimento», explica.

Esta novedad en la vida de muchas personas, alrededor de 100 de forma mensual que pasan por el centro, también la ha apreciado Carlos, madrileño residente en Málaga desde hace poco tiempo. Por motivos familiares y todo ello agravado por la pandemia, este hombre perdió su empleo en la hostelería y en muy poco tiempo se vio en la calle. Ahora duerme en el albergue municipal, donde reconoce que vive un «infierno» cada día en el que no quiere verse involucrado: «Necesito mucho apoyo e INPAVI me lo está dando. Sólo quiero un trabajo y poder recuperar a mi hijo, que se encuentra en un centro de menores», relata Carlos.

Lo cierto es que el trabajo que realiza la educadora social del centro de personas sin hogar, Virginia Iglesias, o la trabajadora social, Auxi Martínez, es crucial para que este espacio no se convierta en una cafetería o en un lugar al que se va simplemente a jugar a las cartas o al parchís. Su labor diaria con muchas de las personas que pasan por allí, todo ello en coordinación con Puerta Única, hace que usuarios como María o Carlos entren en programas para la formación o la búsqueda de empleo: «Un día aquí es intenso, movido y reconfortante. Cada jornada es diferente y cada persona también, pero siempre intentamos hacer algo grande por alguien. Muchos de ellos están en planes de trabajo o siendo evaluados para entrar a una vivienda de acogida. Sólo necesitan un empujón para salir de su situación», cuenta la educadora social.

Carmen Peña, voluntaria y antigua beneficiaria de los planes de INPAVI, reconoce que su labor en la entidad le ha cambiado la vida; sobre todo trabajando codo con codo con las personas sin hogar e invirtiendo parte de su día en hacer a alguien un poco más feliz. Cuenta que esta labor «es un chute de humanidad y de humildad», algo que percibe al escuchar las historias de muchas de esas personas que se vieron sin casa ni trabajo en cuestión de días.

Para la entidad, este proyecto está siendo un reto que afrontan con mucho trabajo e ilusión por mejorar, aunque, como cuenta Susana García, directora técnica de INPAVI España, si la Junta no renueva el presupuesto para el año que viene, muchos de esos esfuerzos no tendrán buen término: «Si no hay novedades en febrero de 2022 se acaba esto, y sería una pena por todo lo que estamos consiguiendo», explica sobre el centro, que para seguir creciendo y conseguir mejorar la vida de muchas personas en Málaga ha de estabilizarse muy a largo plazo.

Por ahora está funcionando y «el boca a boca» entre los propios usuarios y sus conocidos hace que cada vez sean más en horario de mañana y tarde. Sólo queda esperar resultados y que sonrisas como las de María o Carlos no vuelvan a perderse jamás.

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