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SUSANA ZAMORA
Domingo, 28 de julio 2013, 11:17
Dice que nació médico, que se hizo pediatra y que ahora, de la noche a la mañana, no puede dejar de serlo. Aunque se jubiló hace un mes tras 44 años de oficio y 17 al frente del servicio de Pediatría del Hospital Materno Infantil, desde su consulta privada continúa ejerciendo la profesión que le da la vida. Allí, Antonio Jurado Ortiz (Granada, 1946) aún conserva como si fuera un hijo 'Lecciones de pediatría', un ejemplar de 1951 de su padre, que fue médico rural en Pozo-Alcón. Muestra con orgullo la plaza de este pueblo jiennense, que tiene como fondo de escritorio en el ordenador de su despacho, donde se pone la corbata y la bata para la foto de esta entrevista. Amante de las formas, no consiente salir sin ellas. Preside el comité científico de la Asociación Española de Pediatría y entre ocupación y ocupación se «permite el lujo» de dar grandes paseos con su mujer, leer, viajar y jugar al golf, aunque confiesa con humor que ha empezado a hacerlo 25 veces y lo ha dejado 26.
-¿Qué regusto le queda después de tantos años de trabajo?
-Pues que jamás he tenido un problema con nadie. Los compañeros me sirvieron de estímulo para trabajar, estudiar y publicar. Todos son mi familia. He tenido situaciones adversas y puede que me haya equivocado, pero siempre he actuado con buena voluntad. Siempre hice las cosas como creí que había que hacerlas, nunca me casé con nadie, ni siquiera con la dirección, porque una cosa es colaborar y otra es estar siempre de acuerdo con ella.
-¿Ve al Materno entre los primeros de España?
-Quizá me ciega la pasión de un hijo, porque el que fundó el Materno Infantil fue mi maestro Antonio Martínez Valverde. Creo que estamos en condiciones de competir con los mejores hospitales del país. Tiene todas las especialidades pediátricas. Todos sus profesionales están reconocidos a nivel nacional e internacional, participan en multitud de congresos de sociedades científicas y, por eso, creo que el Materno Infantil de Málaga está entre los cuatro o cinco primeros de España.
-¿Cree que la fusión de algunos servicios del Hospital Carlos Haya y el Clínico Universitario ha sido un acierto o un paso atrás?
-Cuando hace unos años surgió el tema del macrohospital, a mí me pareció una fantástica idea. Dicen que 'Divide y vencerás'. Creo que es preferible tener un servicio único, porque consigues reunir a los mejores especialistas. Si tienes tres hospitales pequeños de pediatría, no te puedes permitir el lujo de tener tres grandes centros de prematuros, con toda la tecnología que conllevan. Tiene que haber un gran hospital de referencia. El por qué se ha hecho esta fusión. Yo no lo sé. Dicen que por razones económicas, pero creo que siempre debe primar el criterio científico sobre el económico.
-¿Está obligando la crisis a las familias a recortar en atención sanitaria?
-Aquí hay dos factores. Por un lado, la nutrición, porque hoy se come peor y se ha adoptado un estilo de vida importado de EE UU. Son alimentos con escaso poder nutritivo y con muchas sustancias de mala calidad. Además, la incorporación de la mujer al trabajo también ha influido en este aspecto. Abundan más los precocinados, congelados y comidas rápidas. No obstante, yo no hablo nunca de comidas basura, sino de dietas basura y en ellas está influyendo mucho la crisis, porque son económicas y de gran accesibilidad. Por otra parte, está el tema de las vacunas. La Asociación Española de Pediatría se ha reunido con el Ministerio de Sanidad, que ha aprobado un calendario de vacunas a la baja en contra de nuestra opinión. Se han suprimido vacunas como es el neumococo, prevenar, varicela, rotavirus y una que acaba de salir ahora que es el meningococo B. Esto es una gran faena para las familias, porque una familia que los padres trabajan pueden pagar 80 ó 100 euros en una vacuna, pero otras, que los dos están en paro y además tienen trillizos, ¿qué hacen? Luego está la pediatría social, que en muchas ocasiones nos plantea problemas de conciencia. Pacientes extranjeros a los que, a lo mejor se le trasplanta un hígado, que cuesta muchísimo, y luego regresa a su país y no tiene ningún tipo de seguimiento ¿Para qué ha servido entonces esa inversión sanitaria?
-¿Cree que el sistema sanitario actual requiere de una reforma para que siga siendo sostenible?
-En el momento en el que el sistema sanitario se dedique a ver pacientes y a tratarlos, yo creo que es asumible, porque lo que sobran son esos entes que no tienen actividad asistencial y que consumen gran parte de los recursos humanos y económicos. Además, «¿es obligación de la Seguridad Social solucionar el bienestar del paciente? ¿Tenemos que tener derecho a todo, todo, todo incluido y pagado por todos? Creo que es sostenible siempre que esté bien gestionado y se dedique a solucionar exclusivamente los problemas médicos y no al bienestar del paciente. Yo soy partidario del copago. He sido jefe de urgencias y he visto cómo va allí la gente. Van a la hora que les conviene; a contrastar el diagnóstico que otro profesional le ha dado ese mismo día, y ya que están allí a que le realicen las pruebas que correspondan. Si hubiera que pagar un euro por eso, se acabaría. También se podía hacer como en otros países, que utilizan una cartilla con una limitación de visitas gratis al médico. Pero entiendo que el copago es políticamente incorrecto.
-Pero a veces pagan justos por pecadores...
-No, porque si quitas a los pecadores, queda tiempo y recursos suficientes para ver a los justos. El problema es cuando no quitamos a los pecadores.
-¿Cree que se malcría a los hijos con las actuales condiciones de vida?
-Malcriar a un hijo es maleducarlo y esto es prepararlo deficitariamente para que sea un adulto responsable y capaz. Hoy día vivimos en una sociedad de consumo, en el que el hijo es un bien único, al que no le falta nada y que se cree con derecho a todo. Pero cuando entre a competir en la vida y no esté mamá ni papá para apoyarlo va a ser una persona frustrada. Además, hay muchos tipos de familia y en ocasiones les faltan referentes. Luego están las adopciones. Cuando uno las lleva a cabo por hacer un bien, habría que levantarle un monumento en mitad de calle Larios, pero cuando se hace pretendiendo satisfacer la frustración como padre, casi siempre es un fracaso.
-Con tanta información, ¿han perdido los padres ese instinto de crianza?
-Creo que el mayor problema es Internet. Porque es una gran fuente de información, pero no de formación. Cuando vienen madres a mi consulta comentándome que han leído tal o cual cosa en la Red, yo siempre les digo: Si usted robase un banco y le detiene la policía, ¿vendría a mí para que le defendiese. No ¿verdad? Igual que recomiendo ir a un abogado o a un arquitecto, cuando se trata de niños hay que acudir al pediatra. Además, hay una gran oferta comercial con la que además te engañan. Las madres de ahora dejándose llevar por el instinto pueden ser tan buenas madres como las de antes. No necesitan nada más.
-¿Varían mucho las preocupaciones de los padres de ahora con las que tenían antes?
-Ahora, que ya se han solucionado las enfermedades de verdad, lo que preocupa es que el niño no coma y que no coja peso. Antes, era que el niño enfermara. En una situación de bienestar se preocupan por problemas que no son de tipo médico.
-¿En qué son mejores y peores los padres de ahora y los de antes?
-Pues creo que los de antes tenían una mayor dedicación a sus hijos, vivían pendientes de ellos. La incorporación de la mujer al trabajo, que no entro a valorar si es bueno o es malo, ha influido en el cuidado del niño. Como consecuencia, las abuelas están ejerciendo de madres sin necesidad alguna y sin la capacidad física ya para hacerlo. Luego están las guarderías, que yo cariñosamente llamo 'aparcaniños' y que cumplen una función imprescindible, pero que en pocos casos benefician al niño porque son focos de infección.
-¿Es partidario del método Estivill?
-Sí, pero corregido por mí en algunos aspectos. Hoy día los niños no comen porque no tienen un buen hábito alimentario, no duermen porque no tienen un buen hábito de sueño y eso no se trata con medicinas, sino con educación. Para dormirnos siempre solemos hacer lo mismo, los mayores adoptamos una determinada postura, y a los niños les pasa lo mismo. Por eso, si al llorar, las madres acuden a mecerlos, se habitúan a dormirse así. El método Estivill dice que cuando el niño llora mucho, los padres tienen que acudir, pero yo creo que no, porque si van, la próxima vez estará llorando hasta que aparezcan.
-¿A qué se debe la proliferación de tantas alergias a lo largo de la infancia?
-Por un lado, tenemos la teoría del higiene, porque hay una serie de bacterias que cuando se entra en contacto con ellas, uno se sensibiliza y lo protegen. Pero hoy día, con la higiene tan exagerada que hay, todos estos microorganismos no entran en contacto y lo hacen más tarde. Así, se reacciona de manera anómala ante unas sustancias que no has tenido tiempo de prepararte contra ellas. Además, cada día estamos rodeados de más porquerías: conservantes, aditivos, estabilizadores, potenciadores... y todo eso favorece las enfermedades alérgicas y de hecho el incremento es notable.
-¿Qué es lo más raro que le han planteado en consulta?
-En una ocasión, una madre llegó con un niño de siete años porque le gustaba vestirse de niña, ponerse sus zapatos de tacón y porque lo había pillado con su barra de labios. Me preguntó que qué hacía con el niño y yo le dije: ¿A usted esto le preocupa? Ella me dijo que no, que estaba encantada, a lo que le respondí que entonces no hiciera nada.
-Tanto se habla de la lactancia materna que algunas madres que no la dan se sienten culpables...
-La lactancia materna es el alimento idóneo que aporta todos los nutrientes necesarios para la nutrición de un niño en sus primeros seis meses de vida. Es la mejor, sin lugar a dudas, y a partir de los seis meses es necesario complementarla con otros alimentos. Pero ahora bien, lo que no se puede hacer es anatematizar a una madre porque no quiera darle el pecho. Soy partidario a muerte de la lactancia materna, pero si una mujer no quiere darle el pecho a su hijo es muy respetable y pueden buscarse otras soluciones.
-Como profesor titular de Pediatría en la Universidad de Málaga, ¿qué sensación le queda cuando sus alumnos se marchan fuera a buscar trabajo?
-Para mí no tiene precio cuando algún alumno me ha comentado que las clases que yo le di fueron las que lo llevaron a especializarse en Pediatría. Esa satisfacción no se paga con nada. Pero hoy día cuando hablo con ellos y le pregunto que quieren ser, me dicen: Seré lo que pueda y donde pueda en función del MIR. ¡Cuántas vocaciones perdidas hay por eso! Sé que lo harán bien en la especialidad que hayan sacado, pero si hubieran podido trabajar en la que realmente querían lo harían mejor. Formar a un profesional cuesta muchísimo dinero y no poder rentabilizar esto es un fracaso absoluto de la sociedad. Siento pena cuando alguno de mis alumnos se va fuera, pero realmente me siento fracasado como español que paga un montón de impuestos para preparar a estos profesionales y luego se marchan fuera bien formados.
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