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Pío XII se funde con la multitud, civiles y soldados, tras el bombardeo de la aviación estadounidense sobre Roma, en agosto de 1943. :: AP
SOCIEDAD

La cruz de Pío XII

Indignación entre los judíos por el impulso de Ratzinger a la beatificación del Pontífice, que no condenó el régimen nazi por temor a represalias

ISABEL URRUTIA

Miércoles, 6 de enero 2010, 03:44

Era un hombre de perfil aristocrático, que odiaba las moscas que pululaban por los jardines del Vaticano y rezaba todos los días el Rosario. ... La Guardia Suiza hincaba las dos rodillas a su paso, y él solía sonreír con la mirada perdida en la lejanía. Era flaco, miope y le encantaba el buen vino. Con moderación, claro. Así recuerdan a Pío XII, el Papa de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los que le conocieron. O, al menos, es lo que se cuenta en el libro 'Vaticanerías. Anécdotas y curiosidades', de Nino Lo Bello (ed. Martínez Roca), corresponsal ya fallecido del 'New York Herald Tribune' en la Santa Sede. Qué paradoja... Tan pulcro y etéreo, toda la vida se empeñó en pasar desapercibido y no lo consiguió ni después de muerto.

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